Praga – Hungría y Eslovaquia pidieron este martes «enterrar» el nuevo pacto migratorio de la Unión Europea (UE), que entrará en vigor en 2026, y reemplazarlo por un modelo en el que se traslade a los migrantes a centros situados en países extracomunitarios considerados seguros.

Ambos países, gobernados por políticos populistas que han hecho de sus posiciones contra la inmigración una fuente de confrontación con la UE, también criticaron la solidaridad obligatoria que prevé ese pacto y que obliga a un reparto de refugiados o a un pago monetario como compensación.

«Eslovaquia no apoya el pacto migratorio. Rechazamos la solidaridad obligatoria ya que esto no resuelve el problema de la migración», declaró el primer ministro de Eslovaquia, el populista de izquierdas Robert Fico, en una rueda de prensa en la ciudad de Komarno, junto a la frontera con Hungría, tras reunirse allí con sus homólogos de Hungría y Serbia.

«Hay que olvidar las reglas del actual pacto migratorio y crear unas nuevas», aseveró por su parte el primer ministro húngaro, el ultranacionalista Viktor Orbán, que coincidió con su anfitrión al estimar que el ‘Pacto sobre Migración y Asilo’ aprobado en mayo por el Consejo Europeo no atajará la inmigración ilegal.

Los dos gobiernos centroeuropeos reaccionaron al aumento registrado en los últimos tres años del número de personas que entran de forma irregular en territorio comunitario, hasta totalizar unos 280.000 en 2023, según datos de la agencia europea de protección de fronteras (FRONTEX) .

Si bien en lo que va de este año se constata una caída interanual del 42 % entre enero y septiembre, para Eslovaquia y Hungría la cifra sigue siendo preocupante y consideran prioritario combatir la migración de forma más eficaz.

Orbán criticó el actual sistema de devolución a los países de origen de las personas que no consiguen asilo, ya que sólo retornan el 20 % de ellos.

El líder ultranacionalista húngaro aseveró que si Bruselas no toma cartas en el asunto, hay una amenaza de «insurrección» entre los socios comunitarios, que dejarán de aplicar las reglas del actual pacto migratorio.

El mandatario húngaro declaró que el pacto migratorio «merece enterrarse lo antes posible, ya que en caso contrario destruirá la cooperación europea».

La política migratoria fue uno de los temas clave de la reunión de líderes de la UE de la semana pasada, centrada en acelerar las devoluciones de migrantes, y valoraron la creación de centros de deportación en el extranjero, una opción que antes se descartó por dudas legales.

En la cumbre se solicitó a la Comisión Europea presentar urgentemente una nueva propuesta legislativa sobre deportaciones.

Orbán, que aseguró este martes que «Schengen está muriendo» debido a los controles internos aplicados por ocho estados, defendió crear centros para migrantes fuera del territorio de la UE y allí gestionar las peticiones de asilo.

«La mala visión de la UE, que no sabe gestionar este tema, hará que los estados revoquen la aplicación del pacto migratorio», sostuvo Orbán.

Serbia, país que aspira a convertirse en miembro de la UE, descartó que pueda acoger uno de estos centros de acogida, tal como Albania ha levantado dos campos tras un polémico acuerdo con Italia.

«No creo que Serbia sea un sitio para eso y no pienso que sea razonable”, afirmó el presidente del país, Aleksandar Vučić.

Hungría y Polonia votaron en contra de todo el paquete migratorio, aprobado en mayo, mientras que países como Austria y Eslovaquia se opusieron a partes específicas. República Checa se abstuvo en las diez votaciones sobre el acuerdo.