Tegucigalpa – La iglesia Católica de Honduras reprochó hoy las guerras y la violencia que atormenta el mundo y exhortó a encontrar la paz en Jesús.

Así lo manifestó Monseñor Teodoro Gómez, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Tegucigalpa quien celebró la Eucaristía dominical en la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa.

¿Cuánta necesita de auténtica paz tiene el mundo actual?, preguntó el religioso durante la homilía.

A lo que respondió, “en un mundo atormentado por las guerras, por tanta violencia, Jesús nos ofrece la paz”.

La Iglesia Católica de Honduras no es ajena a lo que pasa en la actualidad en Ucrania donde ya suman 60 días de guerra.

En el día grande la pascua como se le denomina a este domingo después de celebrar el Domingo de Resurrección las iglesias de Ucrania y del mundo se han unido para pedir paz y el cese a la guerra.

En Honduras la homilía se dedicó a reflexionar sobre la paz que solo puede el Señor Jesús.

“Jesús es el soplo de la vida y de la nueva creación, es la fuerza de la vida y signo de la nueva creación y el envío a anunciar el perdón y la paz en el mundo”, caviló el líder religioso.

“Tú Señor resucitado eres más fuerte que nuestras resistencias, te haces presente en medio de nosotros sobre todo en los momentos difíciles y de dudas y nos ofreces tu paz”, oró.

Finalmente pidió que la seguridad de la presencia de Jesús entre todos se un aliento permanente a lo largo de la vida.

A continuación Departamento 19  reproduce la lectura del día tomada del  santo evangelio según san Juan (20,19-31):

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo tengáis vida en su nombre.