Tegucigalpa – La Iglesia Católica de Honduras reprochó hoy el bombardeo de información y signos de muertes que invaden la sociedad.

Así lo manifestó Monseñor Teodoro Gómez, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Tegucigalpa quien celebró la Eucaristía dominical en la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa.

El evangelio de hoy nos pide escuchemos a Jesús como el pastor que pide que escuchemos su voz y le sigamos, caviló inicialmente el Obispo Auxiliar durante la homilía dominical.

A renglón seguido, dijo que Jesús nos invita hoy a reconocer su voz entre tantas otras voces que llegan y que nos bombardean a diario informándonos y llenándonos de palabras vacías.

Recibimos y observamos imágenes, palabras, anuncios y todo cuanto nos quieran ofrecer que alimenta nuestra superficialidad y evasión, razón el religioso.

Enfatizó que hoy se necesita escuchar la voz de Jesús y distinguirla de otras voces que gritan fuerte y hacen demasiado ruido, como las voces del interior de necesidades frustradas, de ambiciones de poder y de la cultura dominante.

“Hay que enfrentarse a la vida cada día y hacerle frente a los signos de muerte que invaden nuestra sociedad”, reflexionó

Acto seguido, externó que Jesús es el pastor que defiende a los suyos hasta dar la vida, entonces se puede estar seguro que ni siquiera la muerte lograra romper la unión profunda con él.

“La vida que el pastor da a sus ovejas es la vida definitiva y en plenitud”, agregó.

Jesús nos asegura que nadie podrá arrebatarnos de sus manos, ya nada ni nadie nos puede separar de su amor.

Pero necesitamos renovar nuestra confianza en él como único pastor, zanjó.

 A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del el santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»