Tegucigalpa – En la homilía de este domingo, el arzobispo de Tegucigalpa, monseñor José Vicente Nácher, criticó la soberbia del hombre moderno y exhortó al diálogo espiritual para poder discernir las respuestas prácticas que necesitamos encontrar.

El arzobispo ofició la misa dominical en la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel y en su reflexión criticó la soberbia del hombre moderno, la cual no le permite saber dónde está.

“El hombre moderno renuncia perezosamente a saber dónde va, porque su soberbia no acepta dónde está”, reflexionó.

Necesitamos con humildad y realismo reconocer dónde estamos y cómo estamos, expresar con sinceridad y sencillez a dónde queremos ir.

En ese sentido, apuntó que siempre debe ser Jesús la meta a seguir para poder llegar a la vida en plenitud junto al Padre.

La mayoría de las respuestas están en nosotros mismos porque somos pueblo escogido de Dios.

“A través del diálogo espiritual debemos discernir esas respuestas prácticas que necesitamos encontrar”, caviló.

Concluyó que Jesucristo es camino, verdad y vida y solo a través de él se forma un pueblo consagrado.

Jesús nos ha llamado de las tinieblas del pecado a la luz de la verdad porque en el amor de Dios hay lugar para todos, cerró.

A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del santo evangelio según san Juan (14,1-12):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».

Tomás le dice:

«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».

Jesús le responde:

«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica:

«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.

En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».