Tegucigalpa – La Iglesia Católica de Honduras exhortó hoy a imaginar una sociedad en donde a nadie se le exija hacer cosas irrealizables.

Así lo señaló en la homilía dominical, el arzobispo de Tegucigalpa, monseñor José Vicente Nácher, quien invitó a construir una sociedad en la que todos nos esforcemos en hacer correctamente aquello que se espera de nosotros.

Esa es la manera que Juan El Bautista nos enseña para disponernos a la llegada de Jesús, dijo.

En ese contexto, recordó que la Iglesia celebra hoy su tercer domingo de Adviento, tiempo litúrgico para la preparación para el nacimiento del Hijo de Dios.

“Nosotros testigos de Jesús estamos llamados a no querer protagonizar la vida de otros, sino a recibir a alguien más grande. A Jesús”, reflexionó.

Somos hijas e hijos de Dios capaces de plenitud por nuestra filiación divina, acotó.

Nadie es feliz en soledad sino en comunicación y relación con los demás, agregó.

Resumió que el Adviento es el feliz anuncio que el tiempo definitivo está cerca, tiempo en el que el trigo que nutre será guardado  y la paja vacía echada al fuego, cerró.

A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del santo Evangelio según San Lucas 

Lc 3, 10-18

En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”.

También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”.

Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”.

Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la buena nueva.