Nueva York – Las iglesias se han convertido en mucho más que un refugio para el espíritu de sus feligreses. Ofrecen alimentos, son santuarios para inmigrantes y ahora, ante el azote de la pandemia, también son centros para las pruebas de COVID-19 en comunidades latinas y negras en EE.UU., las más afectadas por el virus.
En pleno corazón del sur de El Bronx, una de las zonas más pobres del país, a pasos de la estación del metro de las líneas 2 y 5, y rodeada de nuevos edificios, está la iglesia Juan 3:16, con una feligresía en su mayoría latina, y que desde 1935 es testigo de los cambios que ha afrontado esta comunidad a la que por décadas ha llevado alivio espiritual.
Hoy, los residentes de la zona estaban allí por otra razón. La iglesia se unió a otros centros religiosos que comenzaron a ofrecer las pruebas para detección del coronavirus y de anticuerpos, luego de que las estadísticas mostraran que latinos y negros son los más afectados en Nueva York, epicentro de la pandemia.
Y aunque los condados de Queens y Brookyn aportan el mayor número de casos, El Bronx, de mayoría latina, ha sido duramente golpeado cuando se miran los números per cápita.
«Vengan a hacerse la prueba, es gratis», decía un joven reverendo, armado con mascarilla y guantes como se ha exigido, mientras distribuía un panfleto a cada transeúnte que pasaba frente a la iglesia.
Durante una semana, la compañía de servicios médicos Northwell Health realizará las pruebas en esta iglesia como parte de una iniciativa para aumentar el número de lugares en los que hacerse las pruebas fuera anunciada hace unos días por el gobernador neoyorquino, Andrew Cuomo.
«¿Qué es lo qué pasa?» o «¿hablas español?» preguntaban algunos viandantes que se detenían al observar al grupo de personas, entre ellos varios religiosos de la Organización de Ministros Hispanos, frente a la iglesia, que ocupa toda una manzana.
Rafael estuvo entre los que se detuvieron tras enterarse de que se estaba ofreciendo el test. De inmediato se sumó a la cola que comenzaba a formarse. Quería saber si tenían el virus «por precaución».
«Iba pasando por aquí y decidí hacerme la prueba. Hace mes y medio pasé doce días en que no tenía sabor ni olfato», dijo Rafael, que vive en un refugio para los sin techo, al referirse a síntomas comunes del virus.
Rafael tiene a tres familiares viviendo en la zona y quiere que se sometan a la prueba. «Ya les llamé para que vengan», comentó a Efe el hombre mientras hacía cola.
«Nuestro deseo es ayudar a la comunidad durante esta pandemia. Estamos ofreciendo dos pruebas, la del COVID-19 para aquellos que tienen síntomas o posiblemente están pasando por el virus, y la de anticuerpos para aquellos que posiblemente han tenido el virus», explicó por su parte el reverendo Roberto López, a cargo de la Juan 3:16.
La iniciativa, señala, se logró tras «tocar puertas» con el apoyo del presidente del condado Rubén Díaz hijo, junto con su padre, el concejal y reverendo Rubén Díaz, presidente de la Organización de Ministros Hispanos de Nueva York.
«Lamentablemente muchos de los que han sufrido son hispanos, más del 50 por ciento de nuestra comunidad que ha pasado por el virus son hispanos y afroamericanos, pero los hispanos son los que están sufriendo más», destacó el religioso, para agregar que la iglesia se está uniendo a la comunidad para apoyarles con los recursos que ha dispuesto el Gobierno.
Las iglesias han tenido que estar en primera línea de ayuda a sus feligreses ofreciendo comida a quienes han perdido su empleo y a los enfermos. Aunque Juan 3:16 no ha perdido aún a ninguno de sus feligreses, no es la realidad para otros centros religiosos en la ciudad, la zona más afectada por el virus en el estado.
Dos iglesias, una en Elmhurst (Queens) y otra en el centro de Manhattan, han reportado en conjunto al menos 100 muertes entre sus miembros, a quienes ni siquiera pueden dar su último adiós porque las medidas de seguridad se lo impiden. Ante el elevado número de muertes, sus sacerdotes leen durante las misas virtualeslos nombres de los fallecidos recientemente.
Santos Pasmiño, un ecuatoriano de 63 años, abre una puerta del templo, destinada a la salida de quienes ya se hayan hecho la prueba y de inmediato pregunta «¿usted habla español?». Ante la respuesta afirmativa, señala que quiere hacerse la prueba de anticuerpos.
«Me hicieron la prueba del hisopo el 23 de marzo y dio positivo pero quiero hacerme ahora la de anticuerpos», dice el inmigrante tras recordar que durante el tiempo en que estuvo de cuarentena «sentí cansancio, fatiga y de vez en cuando dolor de cabeza y de garganta».
El ecuatoriano, que lava platos en un restaurante y que debido a la pandemia no está trabajando, admite que sintió temor tras arrojar positivo.
«Cuando camino aún siento fatiga», señala Pasmiño, mientras se dirige hacia el lugar que le señalan para solicitar una cita para la prueba de anticuerpos, tras lo cual continúa su lento caminar.
El concejal Díaz explica que la iniciativa surgió después de que los datos revelaran que la comunidad latina es la más impactada, con el 34 por ciento de las muertes seguida por los afroamericanos, con el 28 por ciento.
«Siempre sucede lo mismo: si es en educación, siempre estamos atrasados, si es en vivienda, si es en salud, en trabajo. No hay que nombrar comisiones para estudiar el problema de nosotros. El problema de nosotros es que siempre nos ignoran», afirmó.