Túnez- La falta de acción de la Unión Europea y la incapacidad de las patrulleras libias para frenar el creciente flujo de migrantes han elevado a nivel de récord la cifra de muertos en 2019 y colocado la llamada ruta del Mediterráneo central al borde de la «emergencia humanitaria», advirtieron hoy distintas ONG.

Una situación que, aseguran a Efe, se ha agravado por las condiciones climatológicas adversas y por los obstáculos que algunos gobiernos europeos ponen a la presencia de barcos de rescate fletados por ONG.

Según cifras de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), cerca de 4.900 personas han logrado cruzar a Europa en las tres primeras semanas del presente año y al menos 210 han perecido en el intento, cifra que supone un récord negativo.

«Es una situación alarmante y vergonzosa que va a ir a peor a causa de la política migratoria europea y al ascenso de la extrema derecha que pretende cerrar cada vez más las fronteras», explicó a Efe Mesud Romdhani, presidente del foro tunecino de derechos económicos y sociales (FTDES).

«Una ecuación difícil en la que se suman las políticas de algunos países como Italia que impiden el trabajo de los barcos de rescate y que deja a Libia gestionar la migración y, los países del norte de África, como Túnez, que rechazan convertirse en barrera de migrantes al servicio de Europa», agrega.

En la misma línea se pronuncia Oscar Camps, responsable de la ONG española Open Arms, cuyo barco de rescate está varado en un puerto de Cataluña en lo que atribuye a una decisión burocrática de calado político del gobierno español.

«Se confirma que sigue habiendo salidas reiteradas, se confirma que las llegadas a Sicilia y a Lampedusa quedan silenciadas porque siguen llegando embarcaciones directamente desde Libia y Túnez y evidentemente está relacionado con la decisión de los gobiernos europeos de impedir el trabajo de las ONG», señala.

«Si había alguna posibilidad de proteger la vida humana en aguas internacionales era a través de un barco humanitario y si no hay barcos humanitarios pues lamentaremos la pérdida de vidas en un gran número», vaticina en declaraciones a Efe.

A este respecto, Camps insiste en que la «inacción deliberada de la misma Unión Europea y (la decisión de) silenciar las llegadas y la presencia de las ONG son factores claves para que se desencadene un récord negativo en el número de víctimas».

Una cifra a la que hay que sumar los dos hombres que murieron a causa del frío y las bajas temperaturas tras pasar más de 24 horas en una embarcación precaria salida de las playas de Libia sin que barco o institución alguna le prestara ayuda.

El portavoz de la controvertida Guardia Costera libia, coronel Ayub Qasem, admitió que las patrulleras tardaron más de un día en detectar y socorrer el bote en el que viajaban 141 migrantes, todos ellos hombres.

Cuando alcanzaron la embarcación, que había partido de la localidad libia de Silim y navegaba en aguas internacionales, se percataron de que tenía una vía de agua y que la mezcla del agua salada y el combustible había causado graves quemaduras a algunos pasajeros.

Horas antes, las patrulleras libias habían tenido que auxiliar a una segunda embarcación, también lejos de jurisdicción libia, con otros 191 migrantes a bordo, de los que Ayub apenas dio detalles, más allá de que fueron trasladados a los centros de detención en el norte de Libia.

La guardia costera libia, entrenada por países como España y financiada y dotada por Italia, depende formalmente del gobierno sostenido por la ONU en Trípoli, una entidad con escasa implantación en el territorio nacional e incapaz de mantener la calma en la capital.

El sur de Trípoli ha sido escenario en los últimos días de nuevos choques armados entre las distintas milicias en conflicto que han causado una veintena de muertos y decenas de heridos, la mayoría de ellos civiles.

El lunes, las milicias acordaron una tregua provisional para tratar de hallar salida a un conflicto que estalló en septiembre y que incrementado las dudas sobre la posibilidad de que el gobierno en Trípoli, reconocido por la UE, pueda poner en marcha el plan de paz que promueve la ONU.

En esta situación de caos político y de emergencia humanitaria «es la sociedad civil de ambas orillas del Mediterráneo la que debe trabajar de manera conjunta y hallar una solución ante este bloqueo político», insiste Romdhani.

«Añada una grave crisis económica que deja totalmente desamparada a la población local y que no facilita la situación de aquellos migrantes que llegan a Túnez deseando alcanzar Europa», agrega el responsable, quien augura otro año trágico en el Mediterráneo.