Tegucigalpa – La sociedad hondureña está dañada por las injusticias, confrontación, descalificaciones y la agresividad de todo tipo.

En la homilía de la misa celebrada por monseñor Teodoro Gómez, obispo auxiliar de Tegucigalpa, el sacerdote reflexionó que la actual sociedad hondureña está dañada.

El religioso recordó que el próximo miércoles inicia el tiempo de cuaresma y es un tiempo propicio para la conversión hacia el Señor.

La actual historia es testigo de muchos movimientos de liberación que han terminado imponiendo a pueblos y personas una opresión más sutil y feroz que la que se criticaba.

 Seguidamente reflexionó que quien lleva en su corazón odio y mentira a fan de poder y lucro jamás podrá liberar a nadie.

“Cada uno da lo que es y vive, nadie da lo que no tiene”, exteriorizó el obispo auxiliar de Tegucigalpa quien pidió abrir los corazones a Dios.

Monseñor Gómez también reprochó que en la sociedad hondureña existen grupos de poder que ponen en marcha medios que falsean la verdad.

“Estos medios nos convierten en ciegos guiados por otros ciegos”, arguyó sobre el dominio de los medios de comunicación en el país centroamericano.

“Esta alineación es provocada por las nuevas tecnologías, la cultura de medios de comunicación y el consumismo masivo”, acentuó.

 Finalmente dijo que para Jesús lo bueno surge del corazón, de una interioridad sana y honesta.

“Lo mejor está en lo más profundo de nosotros mismos”, zanjó.

A continuación Departamento 19 reproduce la lectura del día tomada del santo Evangelio según san Lucas (6, 39-45):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».