Fotografía personal cedida donde aparece Jenny Hernández Capote, de 25 años, junto a su cónyuge Dariel Fonseca, de 29 años, y su hijo, Thiago, de siete meses. EFE/Jenny Hernández Capote /SOLO USO EDITORIAL /NO VENTAS

Phoenix (AZ) – Una inmigrante cubana, madre de un bebé enfermo, exige la liberación de su esposo, retenido desde hace más de un año en el centro de detención La Palma, en Arizona, por el Servicio de Control de Emigración y Aduanas (ICE), cuyos agentes les habían dicho que mantendrían a la familia unida.

Consternada por la situación, Jenny Hernández Capote, de 25 años, pide «clemencia y un poco de humanidad» por parte de las autoridades migratorias para que liberen a su marido, ya que fueron separados al ingresar a Estados Unidos, pese a que, dijo, obtuvieron un permiso de permanencia temporal en el país.

«Espero que ICE tenga un poco de consideración y humanidad, de perdida con mi niño que sufre de un soplo del corazón, tiene un problema en su cabeza y malformaciones en ambas manos», dijo a Efe Hernández.

La joven madre recordó que tenía tres meses de embarazo cuando ella y su conyugue Dariel Fonseca, de 29 años, se presentaron en octubre de 2019 ante las autoridades fronterizas de Tucson (Arizona) siguiendo los protocolos de la solicitud de asilo político.

«Hicimos todo de acuerdo a lo acordado, estábamos en una lista, nos presentamos con CBP (la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza) cuando nos tocó la cita, los mismos agentes de migración nos dijeron que no nos iban a separar porque éramos familia, además que yo estaba en embarazo. Y nos mintieron», señaló.

Activistas han denunciado que el Gobierno del presidente Donald Trump «ha congelado» en los últimos años el programa de «parole», que permitía anualmente la llegada a Estados Unidos de 200.000 cubanos.

La web de SPLC asegura que decenas de cubanos han sufrido las consecuencias de esta medida y publica testimonios de varios cubanos que ingresaron legalmente al país en busca de asilo y permanecen centros de detención.

Y uno de ellos es el de Fonseca.

LA MADRE RECIBE PERMISO POR ESTAR EMBARAZADA

Hernández fue liberada con un permiso temporal en lo que esperaba la llegada de su hijo, Thiago, quien ahora tiene siete meses, mientras Fonseca fue enviado al Centro Correccional La Palma, donde aún espera su próxima corte en enero.

«Se supone que está en proceso su caso de asilo desde dentro, pero nos hemos enterado que están deportando a personas con ‘parole’ (permiso) dentro de los centros de detención. Mi abogado ha mandado cuatro veces su ‘parole’ y ICE sabe detalle a detalle la condición del niño y, ni así, lo liberan», afirmó.

La inmigrante, quien se encuentra temporalmente en Florida, ha tenido que sortear una serie de vicisitudes al enfrentarse sola con su hijo enfermo en un país que apenas conoce, y donde asegura solo le alcanza para «un poco de comida y los pañales para el bebé».

«Mi niño nació el 7 de abril con un soplo en el corazón, y además corre el riesgo de tener problemas mentales, ya que por parte de mi familia y esposo hay casos. Requerimos unos análisis de sangre de mi marido y ICE no se los ha querido hacer», denunció la joven madre.

Preocupada por la situación del menor, el abogado de la familia informó a ICE sobre la necesidad de las pruebas clínicas de Fonseca, para el tratamiento de Thiago, pero solo han recibido negativas, «hasta le dijeron a mi esposo que ese no era su problema».

PROBLEMAS ECONÓMICOS

Otras de las preocupaciones que embarga a la joven madre son los honorarios de los abogados, ya que la cuenta asciende a miles de dólares y no ve resultados en el proceso de liberación de su pareja.

«Tuve que vender una propiedad en Cuba para pagar el adelanto de 5.000 dólares, pero ya no tengo nada más que vender. El abogado me dice que es ilegal lo que están haciendo con él, aunque les manda el ‘parole’, ICE no lo quiere soltar, ya no se qué creer», indicó.

Por lo pronto, Fonseca ha tenido que resignarse en conocer a su hijo Thiago por fotografías, mientras permanece recluido esperando una resolución por parte de las autoridades migratorias.

«Solo puedo hablarle por teléfono y darle ánimo, y tuvo que conocer a su hijo por fotografías que le he mandado», dijo Hernández, quien no pierde la fe de volver a reunirse con su esposo.