Vista de varias personas que juramentaron como ciudadanos estadounidenses en una ceremonia de naturalización. EFE/Archivo

Los Ángeles – Después de décadas de vivir en Estados Unidos y de tener resuelta su situación migratoria, hispanos de la tercera edad se están animando a culminar el sueño americano por el que emigraron y convertirse en ciudadanos estadounidenses.

Este es el caso de los esposos Zamarripa que, después de vivir 50 años en el país, 33 como residentes permanentes, decidieron tomar el paso y enfrentar el proceso de naturalización.

«Miedo, mucho miedo tengo tres días sin dormir, y aún no creo que haya contestado bien las preguntas», dice a Efe la mexicana Eloisa Chavez de Zamarripa, quien justo hoy presentó y aprobó el examen que le permitirá hacerse ciudadana estadounidense.

Mientras su esposo la abraza felicitándola por el gran logro, Eloisa todavía se pone la mano en el pecho para tratar de calmar los nervios que no la han dejado desde que inició el proceso hace casi un año.

«Creo que uno se mete en la cabeza que no va a poder lograrlo, es un temor casi incontrolable», explica Eloisa, quien llegó a Estados Unidos en 1972 y logró legalizar su situación migratoria gracias a la amnistía de 1986.

Al miedo a fallar en el examen, Jairo Zamarripa dice que otra de las causas de demorar su proceso de naturalización es la desidia, a pesar de saber que obtener la ciudadanía le permitiría acceder a otros beneficios esenciales como el derecho al voto o mejores condiciones en el retiro y servicios de salud.

También añade que, por varios años, él y su esposa no veían la necesidad de hacerse ciudadanos.

«Nosotros renovamos las tarjetas cada diez años y no había problema, pero ahora con todo lo que se escucha en las noticias como que uno dice ‘Ya es hora'», indica el mexicano de 69 años.

La pareja, que se conoció en California y trabajó por más de cuatro décadas en el campo y en fábricas hace parte de la campaña con la que la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA) está instando a inmigrantes de la tercera edad a naturalizarse.

Esta iniciativa también quiere promover la posibilidad que aún existe para que los inmigrantes de la tercera que puedan demostrar que no tienen recursos utilicen la exención de pago de este trámite.

Karla Aguayo, abogada de inmigración y quien tiene a cargo los procesos de naturalización en CHIRLA, explica a Efe que la urgencia del llamado para utilizar este recurso es porque el Gobierno del presidente Donald Trump podría retirar las ayudas en las próximas semanas.

El plan de la Administración para suspender las ayudas está en comentarios públicos, y el plazo culmina el 6 de mayo.

Los esposos Zamarripa se beneficiaron de la exención, pues «el retiro no alcanza para mucho», dijo Eloisa sobre una gracia que les ha ahorrado hasta 1.500 dólares.

«Por nuestra experiencia tres de cada cuatro inmigrantes de la tercera edad necesitan de esta ayuda, pero no la han utilizado porque no saben que existe», recalca Aguayo.

La campaña que oficialmente arrancó hoy se inspiró en los casos como el del salvadoreño Israel de la Cruz Meléndez, quien logró hacerse ciudadano a pesar de no saber leer ni escribir, y no tener una vivienda estable, donde le llegara el correo.

El inmigrante de 75 años, que vive con una pensión de 800 dólares y a veces tiene que dormir en su automóvil, también logró beneficiarse de la exención de pago gracias.

«Yo vi la historia de ese compatriota y me dije voy a seguir su ejemplo. No es tarde para mí tampoco», contó a Efe Mirna Esther Chavez, de 76 años.

La salvadoreña emigró en 1969 y, aunque solucionó sus problemas migratorios de la década de 1980, no había pensado en hacerse ciudadana.

«Aunque siempre quise votar, yo decía como que eso es muy difícil, pero la verdad todo ha sido fácil», asegura la inmigrante que estudia ya para su examen.

En EE.UU. hay alrededor de 8,6 millones de inmigrantes con residencia permanente y derecho a la naturalización que no dan el paso para reclamar su ciudadanía, según datos de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO). De esa cifra, los latinos suman unos 4,4 millones.

Aunque no hay cifras exactas sobre el número de residentes permanentes de la tercera edad habilitados, activistas como Luis Pérez, director de Servicios Legales de Inmigración en CHIRLA, estima que aún hay un gran número de inmigrantes que fueron favorecidos por la amnistía de 1986 y se quedaron sólo con la tarjeta verde.

«Aquí no importa la edad, después de cinco años con la residencia permanente un inmigrante puede aplicar a la ciudadanía, no se debería desaprovechar esta oportunidad», insiste.