Nueva Ocotepeque (Honduras) – La deportación desde de México de más de 2.500 inmigrantes hondureños en las últimas dos semanas, no ha hecho desistir a más de un centenar, entre hombres, mujeres y niños, que este viernes salieron en una segunda caravana con la idea de llegar a los Estados Unidos.
Los inmigrantes comenzaron a llegar el jueves a la central de autobuses interurbanos de la segunda ciudad más importante de Honduras, San Pedro Sula, que en el pasado reciente ha sido calificada como una de las más violentas del mundo, aunque es la primera en desarrollo económico e industrial del país.
Las áreas verdes de la terminal de autobuses le sirvieron a los inmigrantes para pasar la noche, con un cielo nuboso como techo, esperando a salir hoy hacia las 04:00 horas locales (10:00 GMT) hacia el punto aduanero de Agua Caliente, departamento de Ocotepeque, fronterizo con Guatemala.
MIEDO A NADA
Aunque la mayoría de los inmigrantes evitaba hablar con los periodistas, unos diez indicaron a Efe que no tienen miedo a ser deportados desde México, si logran llegar, desde donde varios de ellos fueron retornados esta semana por vía aérea y terrestre, como parte del endurecimiento de las leyes migratorias mexicanas, que no están permitiendo el paso extranjeros de manera ilegal.
«Yo no le tengo miedo a la prensa, ni a nada. Hay que hablar lo que hay que hablar, el país de nosotros no sirve y hay que llegar adelante, no importa lo que tenga que ocurrir, si me toca morir en el camino, voy a morir intentándolo», indicó a Efe Gerardo Alonso Muñoz, «El Guato», uno de los recién deportados desde México y que hoy encabezaba la pequeña caravana que salió de San Pedro Sula.
«El Guato», de 23 años, quien según su relato ha sido militar, se puso al frente de la caravana con otro compañero de aventura portando una bandera en azul y blanco, con cinco estrellas, y un balón de fútbol, representando al país y a la selección hondureña.
La opinión generalizada de los inmigrantes, al igual que los de otras cuatro caravanas que salieron entre octubre de 2018 y lo que va de 2020, es que se van por la falta de trabajo y la violencia.
Gerardo Alonso dijo que la caravana que salió el 14 y 15 fue «muy desordenada» y que en México se les hizo «un poco difícil por la Guardia Nacional», que les impidió cruzar ese país, al que entraron después de pasar el río Suchiate, fronterizo con Guatemala.
LA META ES LLEGAR A EE.UU.
El objetivo de la mayoría de los inmigrantes de la segunda caravana de este año, es llegar a Estados Unidos, aunque muchos aceptarían quedarse en México si pudieran conseguir trabajo.
«La meta es llegar a Estados Unidos. Lo que nosotros ansiamos como hondureños es salir del país, porque en el país ocurren muchas cosas. El presidente (Juan Orlando Hernández) se lava las manos diciendo este y lo otro, no da trabajo para nada, y es muy difícil la vida aquí en Honduras, no se puede vivir», recalcó «El Guato», quien además indicó que puede trabajar como mecánico automotriz, albañil «y cualquier cosa, menos la delincuencia».
Lo más doloroso que se ve en el trayecto de las caravanas entre San Pedro Sula y la frontera de Agua Caliente, a lo largo de unos 270 kilómetros, son las mujeres que viajan con niños de corta edad, algunas hasta con dos, no siempre acompañadas de un hombre para que les ayude, porque por lo general dicen ser «madre soltera».
Las caravanas que desde 2018 han venido saliendo del país inician su recorrido a pie desde la central de autobuses de San Pedro, pero después de varios kilómetros, al tomar un desvió hacia el occidente del país, comienzan a buscar cualquier tipo de transporte que les lleve «hasta donde pueda».
Eso implica que subir y bajar de varios transportes, entre furgones, rastras, autobuses y otro tipo de vehículos particulares o de alquiler, los hombres lo hagan con mucha rapidez, principalmente al abordarlos. Eso, deja en desventaja a muchas de las mujeres que van con uno o más niños, además de ir cargando mochilas con ropa y bolsas con agua o algún alimento, entre otras cosas, para sus hijos.
Ana Rosa Torres, de 48 años, procedente de una comunidad cercana al municipio de San Marcos de Colón, departamento sureño de Choluteca, limítrofe con Nicaragua, es una de los inmigrantes que va en la segunda caravana con su hijo menor, de ocho años, de los nueve que tuvo, según dijo a Efe en San Pedro Sula.
Ella, además, es acompañada por otra hija, de 20 años, quien le ha dado dos nietas, de las que una, de tres años, también forma parte de la caravana que, exponiéndose a cualquier peligro, sus integrantes pretenden llegar a Estados Unidos o México.
«El Guato», quien durante el seguimiento de Efe a la caravana transmitía mensajes de aliento a sus compatriotas, afirmó que otra razón por la que busca irse del país es porque «lucho por mi madre».
«Quiero salir adelante por mi madre, porque mi madre es todo, es el sustento de vida de uno. El primer lucero que Dios me dio en la vida, mi madre es lo mejor de mi vida», recalcó durante una escala entre las ciudades de San Pedro Sula y Santa Rosa de Copán.
En la primera caravana de este año se fueron más de 2.000 hondureños, de los que al parecer en su mayoría han sido deportados desde México por vía aérea y terrestre entre el pasado día 18 y hoy, según registros de las autoridades migratorias mexicanas, que superan las 2.500 personas.
La segunda caravana, que fue convocada por desconocidos en redes sociales, salió con menos de 200 personas que, según «El Guato» Gerardo Alonso «somos poquitos» y los que hoy salieron de San Pedro Sula «no vamos buscando problemas con nadie».
«Queremos llegar allá arriba, la meta es llegar a Estados Unidos», señaló «El Guato», quien cree que en el norte hallarán lo que su país, con más del 60 % de sus 9,3 millones de habitantes viviendo en la pobreza, no les ofrece.