Trípoli – Un total de 846 personas migrantes, entre ellas 64 mujeres y 47 menores, fueron rescatadas o interceptadas durante la última semana frente a la costa oeste de Libia y devueltas al país pese a ser considerado un lugar «no seguro», informó hoy la Organización Mundial para las Migraciones (OIM).

Entre el 17 y el 23 de octubre un total de siete embarcaciones precarias partieron desde la capital, Trípoli, y las ciudades costeras de Zuwara y Al Maya (oeste) con más de un centenar de migrantes a bordo y al menos una persona se encuentra en paradero desconocido, según este organismo.

Desde comienzos de año más de 27,500 personas -1,019 de ellas menores- han sido interceptadas en la ruta migratoria del Mediterráneo Central, una de las más letales del mundo, cuando trataban de viajar de forma irregular a Europa en barcos fletados por mafias que se lucran en el oeste de Libia y el vecino Túnez.

Durante este mismo periodo, reveló la OIM, al menos 497 personas han fallecido y otras 705 se encuentran desaparecidas. Unas cifras que muestran una importante tendencia a la alza con respecto al pasado año, en el que cerca de 12,000 personas fueron devueltas al país magrebí, 381 murieron y 597 desaparecieron.

La encargada de las operaciones de rescate es la Guardia Costera libia, un cuerpo formado en su mayoría por la Unión Europea (UE) y que está bajo la sospecha de distintas organizaciones humanitarias internacionales por sus supuestos vínculos con las mafias que se dedican al lucrativo negocio del contrabando de personas.

El pasado mes de julio Amnistía Internacional (AI) denunció las «atroces» violaciones cometidas por las autoridades libias durante las detenciones de personas migrantes tras ser interceptadas en el Mediterráneo y devueltas de manera forzosa al país con apoyo de la cooperación europea.

Los llamados «centros de reagrupación y retorno» son escenario de torturas sistemáticas, violencia sexual, trabajos forzados y otras formas de explotación «con total impunidad», reveló la ONG en su último informe en el que instó a los estados europeos a suspender la cooperación con el país magrebí en materia de migración y control de fronteras.

En la costa oeste de Libia, fronteriza con Túnez, actúan decenas de milicias y grupos de traficantes dedicados a todo tipo de contrabando, desde personas a armas, drogas, combustible e incluso alimentos básicos, que tienen estrechos vínculos con organizaciones similares transnacionales.