Teherán – Irán ha mantenido con España y Latinoamérica unas relaciones más antiguas de lo que presupone y que se remontan al menos 400 años, a pesar de lo cual no deja ser una lejana amistad entre estos dos mundos.

Esta es la tesis del libro “Una vieja amistad: cuatrocientos años de relaciones históricas y culturales entre Irán y el mundo hispano”, resultado de una colaboración entre la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Allame Tabatabaí, y presentado este domingo en Teherán.

Esta colección de 17 ensayos de académicos españoles e iraníes estudia las relaciones históricas y culturales entre el país persa y el mundo hispánico desde puntos de vista políticos, literarios y artísticos.

“Las relaciones de España con Irán son horizontales, no de imposición, a diferencia de países como Francia, Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, que han intentado imponer unos criterios a Irán”, resume Fernando Camacho Padilla, uno de los coordinadores del proyecto.

El investigador de la Universidad Autónoma de Madrid sostiene que como consecuencia de esa actitud España ha tenido “una muy buena imagen en en el ámbito diplomático y político en Irán, antes y después de la Revolución”.

El libro sitúa el comienzo de esta “vieja amistad” en la misión oficial de García de Silva y Figueroa como embajador de Felipe III a la Corte de sah Abbás I el Grande en Persia en 1617.

La misión diplomática de Figueroa no fue exitosa y habría que esperar unos dos siglos para que se retomasen los contactos de nuevo con la firma de un tratado de amistad y comercio con Teherán en 1842, sin que se obtuviesen grandes resultados otra vez.

A principios del siglo XX los países latinoamericanos entran en escena, con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y México, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.

Para Raffaele Mauriello, autor de unos de los ensayos del libro y profesor titular de Lengua y Literatura Española de la Universidad Allame Tabatabaí, durante esos siglos hay un interés continuo, pero lejano.

“Hay un interés, pero sin muchos contactos directos, un desconocimiento recíproco acompañado de una fascinación recíproca”, explica a Efe.

Bajo el reinado del que sería el último sah de Irán Reza Pahlavi las relaciones se vuelven más fructíferas. Entre otras cosas, el monarca y sus esposas Soraya y Farah Diba se vuelven asiduos de la prensa rosa española durante los 60 y 70.

La revolución de 1979 no afectó gravemente a las relaciones bilaterales, según el libro, y España fue uno de los primeros países en reconocer a la nueva República Isámica de Irán.

“Madrid optó por mantener una política independiente. No se sumó a las sanciones económicas impuestas por la Casa Blanca con motivo de la crisis de los rehenes”, se subraya en el texto.

En el año 2000, el entonces presidente español José María Aznar fue el primer mandatario de Occidente en viajar a Irán tras la revolución y el entonces presidente iraní Mohamad Jatamí viajó a Madrid en 2002.

CULTURA

Estas antiguas pero en ocasiones esporádicas relaciones revelan conexiones inesperadas, en especial en la cultura.

Así, hoy en Teherán y otras ciudades iraníes abundan los murales en paredes de las calles con los rostros de líderes religiosos, «mártires» de guerra o simples pinturas decorativas que tienen su origen en México.

Durante la revolución islámica los artistas iraníes se vieron influenciados por el muralismo revolucionario mexicano y los murales que adornan y adoctrinan hoy en Irán son una evolución de ese fenómeno.

“La cultura visual de las revoluciones de América Latina, en particular de México, tienen una gran influencia en la revolución iraní”, explica Mauriello.

En cuanto a la literatura, el poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca es el autor extranjero más traducido en Irán con 42 traducciones al persa, cuenta la doctora Yeirán Moghadam de la Universidad Allame Tabatabaí.

Todo esto hace pensar a Camacho que hay futuro en las relaciones entre estos dos mundos.

“Hay un potencial enorme en las relaciones entre los dos países”, afirma.