Río de Janeiro – La icónica banda británica de heavy metal Iron Maiden, con una apoteósica presentación de cerca de dos horas, satisfizo este viernes la espera y la expectativa del público que tuvo que esperar cuatro años por una jornada totalmente de metal en el Rock in Río de Río de Janeiro.
Tras la edición de 2015, que contó con una única noche de metal en que las atracciones fueron los grupos estadounidenses Metallica y Mötley Crüe, el Rock in Río de 2017 en esta ciudad brasileña ignoró a los metaleros, que sólo regresaron este viernes con sus vestimentas negras, sus piercings, sus tatuajes y sus ganas de balancear violentamente la cabeza y de entrar en las ruedas de pogo.
Todo eso fue posible este viernes en una jornada que contó no sólo con Iron Maiden sino también con otros grupos antológicos como Anthrax, uno de los mayores representantes del trash metal, y con una presentación en la gira de despedida del también estadounidense Slayer, una de las bandas más emblemática del speed metal.
Por el principal escenario del Rock in Río también pasaron esta noche las incombustibles alemanas Scorpions (1965) y Helloween (1978), dos de las mayores representantes del heavy metal europeo, y la brasileña Sepultura, la mayor del género en América Latina.
En su cuarta participación en el Rock in Río (1985, 2001 y 2013), Maiden trajo a Río la gira «Legacy of the beast», que incluye algunos de sus mayores clásicos en 44 años de carrera, por lo que no faltaron «The number of the beast» y «Fear of the dark».
Pese a ser la principal atracción de la noche y teóricamente la última en presentarse, la banda británica pidió para anticipar su concierto y tocó antes de Scorpions.
El show comenzó con «Aces high», que recuerda las batallas aéreas en la II Guerra Mundial, con el cantante y líder Bruce Dickinson (61 años) vestido de piloto, y una réplica de tamaño real de un avión de guerra colgado en el techo del palco. En pocos minutos gran parte de los 100.000 asistentes coreaban «Run, live to fly, fly to live, do or die. Run, live to fly, fly to live. Aces high».
La primera parte del repertorio incluyó clásicos como «Two Minutes To Midnight», «Where Eagles Dare», «Trooper» y «Clansman», todos con gran participación del público, antes de que Dickinson describiera el concierto de la banda en 1985 como «el mayor show de todos los tiempos en América Latina».
Durante «Trooper», la tradicional mascota del grupo, «Eddie», apareció para protagonizar un duelo de espadas con el cantante, disfrazado ahora de soldado británico en la guerra de Crimea.
Con escenarios y vestimentas diferentes para cada canción, Dickinson apreció vestido de monje infernal en «Sign of the cross», la composición inspirada en el libro «El nombre de la rosa». En seguida, en Flight of Icarus, apreció con un lanzallamas en la mano para lanzar fuego sobre el escenario.
Toda la producida escenografía y el vestuario, en canciones que trataban siempre de héroes, luchas, monstruos y tesoros, tenían relación con las historietas y el videogame que forman parte de «Legacy of the beast».
Scorpions cumplió con dificultades la misión de mantener la animación tras la espectacular presentación de Maiden y de volver a agrupar un público que ya se había dispersado.
Para ganarse al público Klaus Meine llegó a entonar «Cidade Maravilhosa», una especie de himno informal de Río de Janeiro, antes de poner a todo el mundo a silbar «Wind of Change», la canción más conocida de la banda.
La banda, que se presentó en la primera edición del Rock in Río (1985) cuando ya era veterana, mantuvo al público a la expectativa al dejar para lo último «Rock You Like a Hurricane», su mayor éxito.
Helloween, que estuvo en silencio en los últimos meses, aceptó participar en el festival de este año para sustituir a Megadeth, cuyo vocalista, Dave Mustaine, fue diagnosticado con cáncer en la garganta, y lo hizo con una formación legendaria ya que, además de sus cinco integrantes, recuperó a los vocalistas Michael Kiske y Andi Deris y a su guitarrista original, Kai Hansen.
El grupo alemán inició el concierto con el clásico «I’m alive» (1987) y sus invitados especiales ya en el escenario; basó el concierto en las mejores canciones de los dos discos que componen el «Keeper of the seven keys» (1987 y 1988) y concluyó con «I want out», la más escuchada del grupo en youtube.
Slayer, la legendaria banda californiana liderada por el chileno Tom Araya, ofreció en Río uno de los últimos conciertos de su gira de despedida «Final World Tour» e incluyó en su repertorio 20 canciones que resumen la historia del grupo.
La banda, que se jubila de los escenarios tras la muerte del guitarrista Jeff Hanneman y la salida del batería Dave Lombardo, dejó para el final de su presentación la famosa «Angel of death».
En su primera vez en el Rock in Río, Anthrax, que es considerada una de las mayores bandas de trash metal del mundo junto a Metálica, Slayer y Megadeth, repasó su carrera al interpretar los mayores clásicos del grupo, como «Caught in a mosh», «Got the time», «I am the law», «Now it’s dark» y «Madhouse», y se despidió con «Indians».
En esta última canción, el teatral cantante Joey Belladona contó con el refuerzo de Chuck Billy (Testament) y le pidió al público abrir una enorme rueda de pogo para mostrar a qué habían venido.
La brasileña Sepultura, liderada por el guitarrista Andreas Kisser, cumplió su cuarta participación en el festival con un concierto en que privilegió las canciones más antiguas, como «Arise» y Territory (1990), pero que aprovechó para presentar la inédita «Isolation», que formará parte del disco que lanzará en 2020.