Quito – En un paradisíaco rincón de Ecuador, 79 niños de poblados de escasos recursos económicos han encontrado una ventana abierta hacia un futuro diferente, gracias a un campamento de inglés organizado por un estadounidense de 17 años, que ha tomado el idioma como pretexto para unir culturas, afrontar el racismo, cuidar el medio ambiente e inspirar a cumplir sueños.
Todo comenzó en 2021 con 13 niños de entre 8 y 13 años seleccionados por los profesores de su escuela en la localidad de Pablo Arenas, en la provincia ecuatoriana de Imbabura, para participar durante una semana en un campamento ideado por Matthew Jalili, cuando tenía 13 años.
Conforme pasaron los años, aumentó el interés por el campamento y en su cuarta edición, cumplida este agosto, participaron 23 niños de las localidades de Pablo Arenas, La Victoria y Cahuasquí, cercanos a la comunidad ‘Montaña de Luz’, que acoge a los niños gratuitamente.
«Nuestro objetivo es enseñar inglés, darles más oportunidades, pero también queremos que los niños se conozcan» y se reconozcan desde pequeños como iguales en una región, donde la población afro ha sufrido actitudes racistas, dijo Jalili a EFE.
Y es que los menores participan en igualdad de condiciones en los talleres coordinados por la firma de educación internacional ‘Xplorer’, y las clases guiadas por el profesor voluntario estadounidense Andrew Tulman y su hija Ariana, apoyados por jóvenes ecuatorianos y ciudadanos suecos.
Respeto a la naturaleza
Más que una simple experiencia educativa, el campamento se ha convertido en un faro de inspiración y empoderamiento a los menores, muchos de los cuales jamás han salido de sus pueblos y que, por medio del campamento conocen de otras culturas, costumbres y empiezan a soñar con nuevas oportunidades para su futuro.
El inglés «abre muchas puertas para trabajar y para la economía», dijo Jalili al comentar que si a futuro los menores emprenden algún negocio, pueden conectar fácilmente con organizaciones de EE.UU..
Y por eso, Jalili, que vive en Estados Unidos, quiere que el campamento sea sólo el inicio de un «enamoramiento» con el idioma, y para ello han regalado a cada niño una ‘tablet’, con la idea futura de dictar clases en línea para que los menores practiquen el idioma.
Jalili insiste en que el inglés les ayudará a tejer lazos con el extranjero, abrir oportunidades de estudio, soñar con emprender sus propios negocios e, incluso, incentivar el turismo foráneo en sus pueblos, generando recursos económicos para mejorar su calidad de vida.
Pero va aún más allá: en el campamento también reafirman el respeto a la naturaleza, pues se desarrolla en la ‘Montaña de Luz’, un hogar de eco-espiritualidad que se levanta en lo que era una agreste loma y que ahora es un gigantesco jardín lleno de coloridas flores, plantas frutales, palmeras y orquideas, entre otros.
«Los niños aprenden cómo respetar las plantas, los jardines, la montaña», aseveró al comentar que los menores también se convierten en creadores de vida al sembrar su propia planta y, además, reciben explicaciones sobre la flora del jardín botánico de la ‘Montaña de Luz’, un refugio de vida silvestre con cientos de plantas y más de un millar de orquídeas, en una zona por donde corren libremente conejos silvestres.
Un trabajo de hormiga
Apoyado por su familia, Jalili ha desarrollado un trabajo de hormiga en su natal New Jersey para apoyar a los menores. Junto a compañeros de clases creó un club para reunir fondos y recaudó cerca de un millar de libros de inglés, que ahora alimentan la biblioteca de la escuela de Pablo Arenas, donde más pequeños pueden acercarse al idioma de una manera lúdica.
Jalili destaca el encuentro entre culturas que propicia el campamento pues también es un espacio de expresiones artísticas donde, por ejemplo, ha visto el baile en el que mujeres equilibran botellas sobre sus cabezas al ritmo de una alegre música, algo típico de la zona.
El campamento ha tendido ya lazos entre las comunidades, pues Jalili ha constatado que niños de distintos pueblos han dejado de ser desconocidos entre sí y ahora se tratan como «compañeros», una unidad gestada en un aprendizaje del inglés basado en el respeto y que se ha propagado también a los adultos de los pueblos.
Jalili recuerda que la madre de una niña le regaló un pastel decorado con las palabras «Thank you» (Gracias en español), un gesto que demostró que en un mundo donde las barreras lingüísticas y culturales a menudo dividen, campamentos como el de la ‘Montaña de Luz’ se convierten en un ejemplo de cómo la educación y la colaboración pueden construir puentes y abrir puertas hacia un futuro más prometedor para todos.