Tegucigalpa – Las manos de Arnold y Karen parecen mágicas, tocan y alivian; aunque sus ojos no pueden ver la luz, estos dos jóvenes tienen capacidades especiales que les hacen ver más allá de los colores.
Arnold Banegas y Karen Santos son una pareja especial, ambos son invidentes, pero eso no ha sido obstáculo para crecer y desarrollar sus capacidades en favor de su familia y de la comunidad. Ellos han creado un espacio especial para hacer masajes terapéuticos denominada Manos Milagrosas.
Ambos tienen la misma edad, 28 años, ella llegó a Tegucigalpa procedente de Orica, uno de los poblados más pobres de Francisco Morazán, él también buscó la capital a donde llegó desde su natal San Pedro Sula. Entonces cada uno tenía 22 años.
Ellos se conocieron en el Centro Artesanal e industrial para Ciegos (Caipac), donde se inscribieron para recibir cursos de masajes y con ello ser incluidos en la sociedad con un trabajo.
Arnold contó que tras conocerse en el curso, iniciaron una relación de dos años, se casaron y procrearon un hijo que está próximo a cumplir cuatro años de nombre Jefry.
Tanto Karen como Arnold señalaron que su hijo es la luz de sus ojos y que su proyecto de vida es para sacar adelante a su primogénito y ayudar a cientos de personas que padecen la enfermedad del siglo XXI el estrés.
Para Arnold y Karen su hijo es la luz de sus ojos.
Manos Milagrosas
En sus inicios hacían masajes de forma independiente y cada uno de sus pacientes les reconocía su buen trabajo, – “tienen manos milagrosos” – les decía. De ahí nace la creación y el nombre de su pequeña empresa que ya se expande por Tegucigalpa, San Pedro Sula y Danlí.
Entre los pacientes que ellos atienden hay algunos de padecen de fibromialgia, lupus, artritis y estrés crónico.
“Siempre vienen personas muy adoloridas con patologías incurables y nosotros los ayudamos a mejorar el estilo de vida y quitar ese dolor fuerte que genera el estrés que es la enfermedad del siglo, con dolores extremos”, comentó Karen.
El 90 por ciento de los pacientes que atienden muestras patologías graves.
Pacientes con patologías graves
Arnold manifestó que el 90 por ciento de los pacientes que atienden muestras signos delicados, algunos llegan sosteniéndose con bastón, pero después de tres sesiones recuperan la posibilidad de caminar.
También ocurre una mejoría visible en el caso de mujeres que sufren de fibromialgia y que no pueden levantar sus brazos.
A “Manos Milagrosas” llega gente de diferentes niveles sociales y cualquiera que necesita una terapia es atendido con especialidad dijo Arnold.
Hay algunos pacientes que son asiduos y acuden con cierta regularidad a recibir sus terapias, mientras que algunos otros llegan para hacer las sesiones que les curan o alivian y una vez que logran su propósito se retiran de la clínica.
“Algunos de los pacientes reciben tres terapias al año y se sienten bien, otros con un masaje se pueden curar y están las personas que viene cada semana, siempre tenemos la experiencia de nuevos pacientes que nos visitan”, expresó.
Todas las personas que laboran “Manos Milagrosas” son invidentes.
Todos los masajistas son invidentes
Karen volvió a intervenir en la conversación que ambos sostuvieron con Proceso Digital para decir que todas las personas que laboran “Manos Milagrosas” son invidentes.
Aparte de atender en sus clínicas ellos brindan servicios particulares, generalmente en salas de belleza, cuando hay clientes que les requieren.
Esta pareja y su personal se capacitó en la escuela para ciegos localizada en Santa Lucía, ahí los invidentes reciben cursos en diversas disciplinas. Esta pareja fue capacitada por expertos japoneses que les ayudaron a construir su futuro.
Ellos aprendieron cuatro especialidades de masaje las cuales combinan en una hora de terapia, empezando por la espalda, pero enfocados en dedicar la mayor parte de tiempo en la parte afectada.
Así esta pareja abre las puertas de su sala de lunes a domingo, de 8:00 am a 8:00 pm.
Su mercadeo también los ha llevado a ofrecer paquetes familiares, de pareja, grupos de amigas, ofrecen certificados de regalo, entre otras modalidades.
Generalmente cada sesión dura una hora, pero sí el caso lo amerita puede extenderse hasta dos horas, en un trabajo que incluye de la cabeza a los pies. Los precios por sesión van desde 400 a 750 lempiras.
Su mercadeo también los ha llevado a ofrecer paquetes familiares, de pareja, grupos de amigas, ofrecen certificados de regalo, entre otras modalidades.
Para Arnold y Karen “Manos Milagrosas” es más que una empresa, ambos coinciden en la satisfacción que logran al ver como logran recuperar a sus pacientes.
Karen de su lado no se ha quedado nada más haciendo masajes, ella es pasante de la carrera de Psicología en la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Por su parte, Arnold mostró la satisfacción de tener un matrimonio estable. “Porque gracias a Dios hemos unido nuestras manos para formar una familia, una empresa y quizás formar un imperio que “Manos Milagrosas” trascienden a nivel nacional e internacional, que la gente tenga la idea al igual como la tuvimos nosotros que no importa que tengan una discapacidad, que sigan adelante porque si se puede”, dijo convencido.
Una de las pacientes de Manos Milagrosas agradece a ambos por la labor que realizan.
Testimonio
Una de las pacientes de la clínica es Rosa Alba Aguilar, “mi estrés es crónico, ya no se contrarresta con antiinflamatorios, inyecciones, relajantes musculares, desde hace más de un año una amiga me llevó a Santa Lucía y allá logré hacerme un masaje de 30 minutos, fue el mejor de los regalos, porque fue donde conocí estas manos milagrosas”, comentó.
Relató que posteriormente contactó a la pareja en la capital donde estaban brindando el servicio.
“Yo llegué con un dolor crónico, hoy un año después estos masajes me han servido de mucho, empecé dos veces por semana ahora me los hacen una vez por semana, cada día doy gracia a Dios por haberlos conocido”, concluyó agradecida.