París – Cuando en 2008 obtuvo la nacionalidad francesa Çigdem pasó llamarse Claire, una decisión que dejó marcas. Su familia turca dejó de hablarle y sus amigos franceses no la comprendieron. Hoy, Claire Koc, periodista de 37 años, cuenta en un libro el amargo proceso de integración de inmigrantes como ella.
La historia de Koç, quien abandonó su Turquía natal en 1984, con un año de edad, es un reflejo de las tensiones sociales y políticas causadas por la inmigración en Francia, donde un 12 % de la población ha nacido fuera del país.
A comienzos de los 80, los padres de Koç eran dos campesinos de la corriente musulmana Aleví, minoritaria en Turquía, de donde tuvieron que huir esgrimiendo persecución religiosa.
Después de un infructuoso intento en Alemania, la Francia del socialista Francois Mitterrand les acogió como refugiados políticos. El padre trabajó como albañil y la madre como limpiadora.
Cuando, con 25 años, la joven completó su proceso de naturalización y obtención de la nacionalidad francesa, le ofrecieron la opción de cambiar su nombre de pila. Ella no lo dudó y optó por Claire. Desde entonces, su vida dio un vuelo.
DOBLE RECHAZO
«Cuando lo comuniqué a mi familia, era junio de 2008. Regresaba de la ceremonia de naturalización, adonde había ido sola, con mi nuevo documento de identidad para darles la buena noticia del cambio de nombre, pero todo resultó muy desagradable», evoca en entrevista con EFE Koç, autora de «Claire, le prénom de la honte» (Claire, el nombre de la vergüenza).
Explica que sus padres y sus hermanos le recriminaron que abandonase su nombre de pila por uno francés, dando a entender que renunciaba a sus orígenes. Asegura no haber recuperado todavía la relación con sus progenitores. Solo se habla de vez en cuando con uno de sus dos hermanos.
«Me sentí humillada, como si hubiese hecho algo malo y encima esto se acentuó por la actitud de mis amigos nacidos en Francia», lamenta.
Algunos de sus amigos se indignaron porque, en el acto de naturalización, los nuevos franceses había cantado el himno nacional, «La Marsellesa», recuerda Koç.
«Me dijeron que cómo nos había obligado a cantar ‘La Marsellesa’ a nosotros, los extranjeros. Decían que es un canto racista. Fue entonces cuando me di cuenta que yo no era francesa para ellos (mis amigos), me seguían viendo como una extranjera», relata.
Desde entonces, le ha ocurrido en numerosas ocasiones que ciudadanos nacidos en Francia le pregunten por qué adoptó un nombre francés siendo «extranjera» o incluso que le hablen de «su» presidente Erdogan.
Ello le hace preguntarse si algún día será aceptada completamente como francesa, el país donde ha vivido prácticamente toda su vida.
CRÍTICAS A LOS MÉTODOS DE INTEGRACIÓN
Claire Koç, casada con un francés y madre de un bebé, critica cómo se integra a los inmigrantes. «Si mis padres no han tenido voluntad de integrarse también ha sido por la culpa de las asociaciones (de inmigrantes)», reprocha.
Para la periodista, estas asociaciones inculcan «victimismo» en el recién llegado. «Nos decían que en Francia nos acogían muy mal, que no hacía falta hablar francés. Está mal considerado ser agradecido a Francia».
También recuerda que en la escuela pública tenían derecho a dos horas semanales a un curso sobre lengua y cultura turcas. «Allí nos enseñaban a estar orgullos de ser turcos», algo que según ella no se hace en la escuela francesa.
En Francia, los conceptos de multiculturalismo y de asimilación se han convertido en banderas políticas. La izquierda defiende con frecuencia el primero, mientras que la derecha está apegada al segundo.
Según la autora, se tratan de ideas «opuestas», pues el muliculturalismo remite a la segregación. También origen e identidad son dos términos de actualidad política que la autora aborda en su libro.
«El origen es algo con lo que nacemos y la identidad es algo que construimos. La identidad que he construido es francesa, y después también soy madre, esposa. Evoluciona durante la vida», remarcó.
Para Koç, quien asegura no pertenecer a ninguna corriente política, su libro también pretende reflexionar sobre «cómo construir una nación» tan compleja como la francesa.
Y concluye: «No interesa de dónde vienes, lo importante es adónde vamos, saber cómo podemos hacer en Francia para estar tranquilos en un país tan maravilloso con gente de orígenes diferentes».