Tegucigalpa – A 25 años del paso del huracán Mitch por Honduras, su capital, Tegucigalpa, que sufrió severos daños, es una ciudad más vulnerable a los desastres naturales y está en alerta verde o preventiva) por las lluvias que se están registrando en el país.
«Hoy, 25 años después del Mitch, encontramos que no somos una ciudad resiliente, no somos un país resiliente porque no hemos logrado salir todavía de ese pasado», dijo a EFE el alcalde de Tegucigalpa, Jorge Aldana, quien era un joven voluntario cuando el fenómeno, convertido en tormenta tropical, comenzó a causar destrozos en Tegucigalpa el 30 de octubre de 1998.
La ciudad no estaba preparada para gran emergencia
Aldana recordó sitios como la primera avenida de Comayagüela, ciudad gemela con Tegucigalpa, donde todavía quedan huellas de los daños que dejó Mitch, y un viejo puente bailey (portátil diseñado para uso militar) que comunica un extremo de las dos ciudades.
El alcalde señaló que ahora se puede hablar de una historia de Tegucigalpa antes del Mitch y después del Mitch, y otra sobre qué ha pasado 25 años después de ese fenómeno que dejó al descubierto «la dura realidad de que no teníamos una institucionalidad fuerte, ni una ciudad preparada para una emergencia, ni desastres de ese tipo».
El huracán Mitch, que llegó a alcanzar vientos de hasta 340 kilómetros por hora, fue un fenómeno errático. Cuando se creía que pasaría muy lejos de la costas de Honduras, su ojo se estacionó durante un día en la isla de Guanaja, en el Caribe hondureño, demoliéndola, y luego avanzó hacia tierra firme.
No hubo región de Honduras que no fuera afectada por las descomunales precipitaciones y fuerza del Mitch, siendo Tegucigalpa una de las más castigadas.
Las lluvias en la capital dejaron derrumbes, hundimientos, una laguna artificial en el río Choluteca que divide a Tegucigalpa y Comayagüela, la muerte de muchas personas y millonarias pérdidas materiales, entre otros daños graves.
Entre las víctimas mortales figuran el entonces alcalde capitalino César Castellanos en un accidente de un helicóptero de la Fuerza Aérea Hondureña (FAH) el 1 de noviembre de 1998, cuando Tegucigalpa sufría la peor desgracia de su historia.
Con el alcalde, que cumplía años el 1 de noviembre, también murieron Arturo Calona, jefe del departamento de Ingeniería de la municipalidad; el piloto, mayor José Miranda y el camarógrafo Geovany Sánchez.
Castellanos se dirigía a inspeccionar los daños en la ciudad cuando el helicóptero en que viajaba se precipitó a tierra poco minutos después de haber despegado del Aeropuerto Internacional Toncontín.
Unas 800.000 personas viven en zonas de riesgo
Tegucigalpa, otrora pueblo minero, con una geografía irregular y cruzada por varias fallas geológicas, también ha sufrido en los últimos 25 años un alto crecimiento poblacional.
Según Aldana, Tegucigalpa, que se convirtió en la capital el 30 de octubre de 1880, tiene 1,5 millones de habitantes, y uno de sus tantos problemas es que después del Mitch «no aprendimos a planificar el futuro de la ciudad», que siempre creció de manera desordenada.
De la población capitalina actual, unas 800.000 personas, que representan más del 50 %, viven en zonas de riesgo, lo que revela que «la sociedad que tenemos es de las más vulnerables del mundo y por eso nos toca a nosotros empezar a tomar medidas, no solamente cuando se presenta la emergencia, sino cuando planificamos el futuro», enfatizó el alcalde capitalino.
En su opinión, si después del Mitch se hubiera generado un plan de ordenamiento territorial, conociendo las debilidades del suelo de la ciudad, «no se estarían pagando las consecuencias que hoy estamos pagando».
Aldana, periodista de profesión, dijo que la alcaldía ya ha licitado un plan de ordenamiento para la ciudad para que menos personas en el futuro comprometan su vida viviendo en zonas de riesgo.
«Es un tema de poner orden, de crear una ciudad que pueda ser resiliente», recalcó Aldana, para quien la comunidad también debe hacer más porque es parte del mismo desarrollo de la ciudad.