Bruselas.- La cotidianidad, así de simple y sin complejos, se presenta en la exposición retrospectiva del fotógrafo inglés Martin Parr que acoge Bruselas y que a través de su trabajo vital trata de componer una crónica de la era contemporánea.

Pero en esa simpleza se deja entrever lo que es el relato de varias generaciones que han nacido, crecido y vivido en la era del capitalismo tardío y que son, desde diferentes puntos del globo terráqueo e incluso desde distintas clases sociales, los protagonistas de toda su producción artística.

“Cada serie es diferente, pero al mismo tiempo el visitante puede ver cómo todo está conectado”, cuenta a Efe Andréa Holzherr, directora de la exposición en el centro Hangar y quien ha trabajado 20 años junto al fotógrafo.

El entusiasmo y esa ambición de Parr porque cada serie tenga un aspecto diferente, según detalla Holzherr, se transmiten a través de las 400 imágenes dispuestas a lo largo de los tres pisos que componen esta sala de exposiciones. La muestra recorre desde los años 70 hasta la actualidad y que puede verse hasta el 18 de diciembre.

“Él sabe lo que quiere. Le encantan las ideas diferentes y le gusta probar cosas nuevas también en la fotografía. Por ejemplo, emplea el flash cuando hace mal tiempo y eso no es lo que hacen los fotógrafos profesionales”, argumenta.

Y es que lo inusual también se adhiere a su mirada, invitando a ver la vida cotidiana desde una perspectiva que tal vez la gente tiene presente a diario, pero que él es capaz de convertir en arte y que da una llamada de atención al visitante para que sea consciente de la belleza de lo que tiene frente a sus ojos en su día a día.

Parr hace uso de esas técnicas de las que Holzherr habla, por ejemplo, en una de sus primeras muestras, “Bad Weather”, que revela una Gran Bretaña encapotada por un cielo gris donde la lluvia es la protagonista.

“Normalmente te dicen que solo fotografíes cuando la luz es buena y el tiempo es soleado y me gustó la idea de solo tomar imágenes cuando hace mal tiempo, es una manera de subvertir las normas tradicionales”, dijo el artista en unas declaraciones recogidas por la exposición.

También hay hueco para la denuncia social a través de su serie “The Last Resort”, en la que evoca su nostalgia por los años sesenta y manifiesta el fin de una era, la era de la clase trabajadora, y sus valores, así como el avenimiento de una nueva concepción consumista de la vida.

Originarias del año 1985, estas imágenes están estrechamente ligadas al contexto de la época cuando la primera ministra británica Margaret Thatcher, férrea defensora del liberalismo económico y quien llegó a sostener que la “sociedad no existe”, estaba en el ecuador de su mandato.

Ante la irremediable consolidación de la sociedad líquida, Parr viró el objetivo de su cámara hacia las nuevas concepciones de consumo. El recién nacido turismo “low-cost”, el consumo de masas y el desperdicio, lo vulgar, lo absurdo y hasta el lujo son el centro de la nueva etapa del fotógrafo quien viajó hasta Grecia, Rusia, Dubái y Miami para retratar a la sociedad de los años 90 hasta la primera década del nuevo milenio.

No por ello dejó de representar su tierra natal, reinventando incluso los clichés adheridos a la cultura británica en un intento por profundizar en el debate de qué significa ser inglés en un mundo globalizado y donde las líneas delimitadoras entre las diferentes culturas occidentales son cada vez más porosas.

Hasta un trocito de España se cuela entre sus fotografías en una de las series que más años estuvo cocinando: “Self-Portratis” en la que Parr se deja retratar por fotógrafos tanto profesionales como locales y amateurs en los cuatro rincones del planeta, entre ellos el balneario español de Benidorm donde el artista británico aparece siendo “devorado” por un tiburón.

La comedia impregna esta muestra, una de las más llamativas por el uso de extravagantes escenarios e incluso el Photoshop, gracias al cual consigue inmortalizarse enfundado en un traje de judo junto al mandatario ruso Vladimir Putin, reflejando así que el humor es también el centro de la cotidianidad de la era posmoderna.