Archivo / EFE.

Sídney (Australia) – El impacto de la covid-19 en las vulnerables comunidades indígenas se ha convertido en una creciente preocupación en Australia, lo que llevó a las autoridades a extender este jueves el confinamiento a la zona rural del estado de Nueva Gales del Sur, el más afectado por la pandemia.

Los aborígenes e isleños del Estrecho de Torres, que representan un 3,3 por ciento de los 25 millones de habitantes de Australia, se enfrentan a problemas de desigualdad, pobreza, desempleo y dificultades de acceso a servicios sanitarios al vivir en lugares remotos, lo que añadido a la baja tasa de vacunación, hace a estos ciudadanos más vulnerables al impacto de la covid -19.

El experto en salud poblacional del instituto de investigación médica WEHI, Ivo Mueller, alertó esta semana de que un fuerte brote de covid-19 entre las comunidades indígenas de Australia supondría «un enorme problema porque muchos de ellos tienen un alto grado de enfermedades subyacentes y otros problemas de salud que los ponen en mayor riesgo de enfermar gravemente».

Muller recordó en una reunión el martes con la Asociación de la Prensa Extranjera que los indígenas forman parte de familias numerosas y muchos «desafortunadamente están obligados a vivir en casas insalubres, que tienen una gran densidad de personas en las viviendas», lo que facilita la transmisión del virus.

VULNERABILIDAD Y BAJAS TASAS DE VACUNACIÓN

A pesar de las medidas adoptadas para suprimir la covid-19 en Australia, país aplaudido por su gestión sanitaria y económica de la pandemia en 2020, la variante delta ya tocó a las zonas rurales de Nueva Gales del Sur, donde se encuentra poblaciones con mayoría indígena que ya se están viendo afectadas.

Este jueves el estado reportó 681 infecciones locales y un fallecido, la mayoría de ellas en la ciudad de Sídney, aunque las autoridades miran con inquietud los 25 contagios en la zona rural al oeste del estado.

La jefa del gobierno de Nueva Gales del Sur, Gladys Berejiklian, indicó hoy que las zonas rurales de mayor «preocupación» son Wilcannia, con una población de 745 personas, la mayoría aborigen, y la ciudad de Dubbo, en donde el 15 por ciento de sus 35.000 habitantes es indígena.

Las autoridades creen que la irrupción de la variante delta en esta zona rural de Nueva Gales del Sur se produjo cuando una persona infectada viajó a una comunidad remota para atender un funeral de un joven aborigen y desde entonces, los contagios suman 167 en la zona, la mayoría de ellos entre los indígenas.

Este colectivo se enfrenta además a una baja tasa de vacunación debido a su mayor reticencia, a pesar de encontrarse entre los grupos prioritarios en la campaña del gobierno australiano.

Según datos oficiales de esta semana, solo un 30 por ciento de los indígenas ha recibido su primera dosis y un 15 por ciento la pauta completa, en comparación al 50 y 25 por ciento del resto de la población.

Para el experto en salud poblacional e inmunidad Ivo Mueller, el reto es «dar a los indígenas la oportunidad de liderar y hacerse cargo de este proceso (de vacunación)» como alternativa a la gestión del gobierno.

VACUNACIÓN PARA REABRIR AUSTRALIA

Australia, que mantiene una política de duras restricciones y confinamientos por zonas cuando se detectan los primeros casos, lucha con brotes de covid-19 en Sídney y otras partes de Nueva Gales del Sur, así como en el estado aledaño de Victoria y el Territorio de la Capital Australiana, que incluye a Camberra.

El gobierno espera poder alcanzar el 70 y 80 por ciento de la vacunación de su población para dejar de confinar y abrir sus fronteras internacionales que cerró en marzo de 2020.