Tegucigalpa – La crisis derivada de la pandemia de la covid-19 y la emergencia por los efectos de las tormentas tropicales Eta e Iota están repercutiendo en el ambiente navideño de Honduras, en lo social y económico, según diversos sectores.
«Las ventas han estado muy bajas porque casi no hay dinero, hay mucha gente desempleada», dijo a Efe Catalina Muñoz, una vendedora ambulante de dulces y cigarrillos en el Parque Central de Tegucigalpa.
Aseguró que con la llegada de la pandemia de la covid-19 «no hay mucha venta» porque la ciudadanía que recibe un salario prefiere comprar alimentos.
La pandemia «a todos nos ha perjudicado, no sólo a nosotros (los hondureños», enfatizó Muñoz, quien indicó que su negocio cayó en picada tras las medidas de confinamiento impuestas por las autoridades.
Muñoz destacó que el 2020 ha sido «un año muy difícil, sobre todo para nuestros hermanos de la costa» que fueron afectados en noviembre pasado por el paso de las tormentas tropicales Eta e Iota.
CAMBIO DE GOBIERNO EN 2021
Dijo que espera «algo mejor» para el 2021, año en el que país celebrará elecciones primarias, el 14 de marzo, previas a las generales de noviembre del mismo año, en las que participarán 14 partidos políticos.
«Queremos cambio de Gobierno, de todo a todo, el Congreso (Nacional) principalmente, hay gente que ya no debería estar, debería de haber jóvenes», subrayó Muñoz, quien hizo un llamamiento a la ciudadanía para que extreme las medidas de protección porque el coronavirus «no es un juego».
Las medidas de aislamiento que rigieron desde mediados de marzo pasado debido a la covid-19 obligó a cerrar a cientos de micros y pequeñas empresas y ha hecho que la vida de Muñoz y otros vendedores ambulantes sea aún más difícil.
Según un informe del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), la pandemia y el confinamiento han dejado a más de 500.000 personas sin empleo en el país, donde el sector turismo es el más golpeado.
UNA SITUACIÓN DIFÍCIL
A raíz de la pandemia de la covid-19 y las tormentas tropicales, cuyas pérdidas superan los 4.000 millones de dólares, el ambiente navideño de este año se ve con menos movimiento que en otros, aunque instituciones privadas intentan rescatarlo con árboles de Navidad, luces y otros motivos de la temporada en calles, centros comerciales y mercados populares, entre otros sitios.
En años anteriores, en las principales ciudades del país centroamericanos son elaborados grandes nacimientos navideños en espacios públicos o en centros comerciales, que son abiertos al público en noviembre.
Pese a la reapertura de la economía, bajo fuertes medidas de seguridad, los empresarios y vendedores ambulantes son muy bajas por la falta de dinero entre la población, en un país donde la pobreza, antes de la pandemia, afectaba a más del 60 % de los 9,3 millones de habitantes.
«En comparación a otros años, está terriblemente, tal vez estemos vendiendo un 10 %», pese a la salida de más gente a las calles, dijo a Efe Asunción Girón, quien ha operado un puesto de venta de mochilas y maletas en una plaza de Tegucigalpa durante 40 años.
Girón, de 65 años, comentó que intentó quedarse en casa para ayudar a frenar la propagación del virus, pero se dio cuenta de que no podía hacerlo porque mantiene a su esposa y debe «conseguir para la comidita».
«También le debemos a los bancos, ellos a uno no le amagan, no les interesa si estamos trabajando, siguen cobrando su cuota normal», señaló.
Girón y otros vendedores como Muñoz solicitan «ayuda» al Gobierno para poder cumplir con sus deudas en el sistema financiero, aunque aguardan con esperanza que el 2021 «sea mejor».
RECUPERAR ECONOMÍA TARDARÁ AL MENOS TRES AÑOS
A un día de la Nochebuena, Silvia Pérez dijo a Efe que no sabe si podrá ese día servir la cena navideña y dar regalos a sus dos hijas, que le acompañan a diario en una humilde vivienda de madera y techo de plástico en una barriada de Tegucigalpa.
Pérez y sus dos hijas de 10 y 12 años forman parte de miles de hondureños afectados por la crisis de la pandemia, que ha obligado a muchas empresas a cerrar, rebajar el salario a sus trabajadores o despedirles.
«Tratamos de hacer lo que se puede, el presupuesto no alcanza para mucho», dijo la mujer, quien hace un mes se instaló en una acera en una carretera al sur de Tegucigalpa para vender baleadas -una tortilla de harina de trigo, acompañada de fríjoles fritos, queso rallado, mantequilla y huevo-, luego de ser despedida de su trabajo.
Este año muchas empresas, incluso el Gobierno, han tenido problemas para el pago de salarios del mes de diciembre y el decimotercer mes, más conocido en Honduras como aguinaldo, debido a la pandemia y los efectos de las tormentas tropicales.
Ocho de cada diez empresas reportan una disminución en sus ventas, mientras que un 10,2 % de las compañías, principalmente micro y pequeñas, han cerrado de forma definitiva ante la caída en el consumo y, según el presidente del Banco Central de Honduras, Wilfredo Cerrato, la recuperación económica tardará al menos tres años.
Cerrato dijo esta semana que las pérdidas causadas por la covid-19 y las tormentas Eta e Iota suponen una «caída histórica de alrededor del 9 % al 10 %» del Producto Interno Bruto (PIB).