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Berlín – La diplomacia alemana ha diseñado la conferencia internacional de Libia, el próximo domingo, como el punto de arranque de un proceso donde la Unión Europea (UE) debe tomar las riendas del conflicto libio, a partir del alto el fuego promovido entre Turquía y Rusia.

La cita en Berlín es «sólo el inicio» de un proceso destinado a dar con una «solución duradera» a un país cuya situación actual «es la que es», apuntó este viernes el portavoz del Gobierno alemán, Steffen Seibert, a la pregunta que pesa sobre la reunión: cómo se medirá si termina en éxito o en fracaso.

Berlín considera ya un éxito la anunciada asistencia del presidente del Gobierno libio de Acuerdo Nacional (GNA), Fayed al Serraj, y del mariscal Jalifa Hafter, hombre fuerte del país y tutor del Parlamento electo y del Ejecutivo no reconocido en la ciudad oriental de Tobruk.

No se logró un encuentro directo entre ambos en la anterior cita. La semana pasada en Moscú Hafter la abandonó de madrugada, sin haber firmado la declaración de alto el fuego promovida por los presidentes ruso, Vladímir Putin, y turco, Recep Tayyip Erdogan. Al Serraj estampó su firma. Pero para que el alto el fuego sea considerado efectivo falta la del mariscal.

LA DIPLOMACIA SILENCIOSA DE BERLÍN

El ministro alemán de Exteriores alemán, Heiko Maas, visitó el jueves a Hafter en Libia para asegurar su presencia en Berlín.

El alto el fuego, en vigor desde el pasado día 12, es «frágil», pero «reconocido de facto por ambas partes», destacan desde Exteriores.

El departamento de Maas lleva meses desplegando su diplomacia silenciosa, con sucesivas rondas consultivas consensuadas con el enviado especial de Naciones Unidas para Libia, Ghassan Salamé.

El sábado pasado, la canciller alemana, Angela Merkel, y Putin anunciaron en una comparecencia conjunta en Moscú la celebración de la conferencia de Berlín, aunque sin precisar la fecha.

Fue Erdogan quien avanzó poco después el día, el 19 de enero, en declaraciones a medios turcos, así como su propósito de acudir a la cita.

Berlín no ha dado hasta ahora una lista de asistentes, sino que ha dejado que fuera cada país u organización el que anunciara quién participará.

Junto a Putin y Erdogan asistirá el presidente francés, Emmanuel Macron, mientras que por EEUU lo hará su secretario de Estado, Mike Pompeo.

De la UE acudirán el alto representante de la diplomacia europea, Josep Borrell, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

BERLÍN INCLUYE A LIBIA EN LA AGENDA INTERNACIONAL

«Alemania tenía un papel discreto en el conflicto libio. Pero el año pasado Merkel lo incluyó en la agenda de política exterior, para sorpresa de muchos», indicó Daniel Gerlach, director de la revista «Zenith» y experto en Oriente Medio, en un encuentro con medios extranjeros preparatorio de la conferencia.

Según el periodista, «Berlín ve la conferencia como la oportunidad de reencaminar el conflicto. No se trata de resolver cuestiones internas de Libia, sino de devolver a los actores internacionales implicados a la senda del multilateralismo. Si es que ello es aún posible».

El tablero libio es exponente de intereses geoestratégicos y económicos de cada uno de esos actores. A Al Serraj, al frente del gobierno reconocido por la ONU, le apoya militarmente Turquía y le respaldan políticamente Italia y Catar.

A Hafter le apoyan Rusia, Arabia Saudí, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, además de contar con el respaldo político de Francia y EEUU. Todos ellos estarán representados en Berlín, además del Reino Unido, China, República del Congo, Argelia, Liga Árabe y Unión Africana.

LA AUSENCIA DE GRECIA, MOTIVO DE DISCORDIA

El hecho de que al mariscal le apoye Francia y al jefe del GNA lo haga Italia es una de las aristas, dentro del bloque de la UE. Otro punto conflictivo, a escala europea, es que no se haya invitado a Grecia.

Atenas amenaza con un veto en la UE, en caso de que no revoque el memorando firmado en noviembre entre Al Serraj y Erdogan, que delimita como zonas económicas exclusivas (ZEE) franjas marítimas cercanas a islas griegas. Algo que, para Grecia, vulnera el derecho marítimo internacional.

Al tablero se une el papel de Libia como país de tránsito migratorio desde África a Europa. Es clave para las mafias de tráfico humano. Sus centros de refugiados son un panorama de hacinamiento, esclavitud, torturas y violaciones.

Muchos puntos complejos para Alemania, segundo contribuyente a la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y primer destino de la migración que, a través de Italia, llega a Europa, tras haber recibido desde 2015 más de un millón y medio de refugiados.

«No va a resolverse todo en un día», insiste el portavoz Seibert.