Madrid – Si hay algo «diferente» en la nueva novela de Viviana Rivero, ‘Una luz fuerte y brillante’, que no está en el resto de sus obras es la unión entre historia, amor y feminismo, un cóctel que, si además se desarrolla entre los bombardeos de la guerra en Siria y la religión musulmana, se convierte en un reto literario.

«Me gusta decir que hubo una primera mujer que operó en un quirófano, una primera mujer que dictó sentencia, o que enseñó en un aula. Antes todas eran actividades de hombres y en este caso creo que doy un paso más, porque hablo también de la sororidad y la fuerza entre dos mujeres que abre unas puertas que serían imposibles sin esa alianza», explica la escritora en una entrevista a Efe.

Con abuelos españoles, italianos y checoslovacos, los libros de Rivero «siempre tienen un pie en Europa». Con esta novela la escritora, nacida en Córdoba (Argentina), suma ya catorce publicaciones, seis de ellas en España.

Sus títulos como «Secreto bien guardado» (2010), «Y ellos se fueron» (2011) o «Lo que no se dice» (2012), lograron la categoría de superventas poco tiempo después de ser publicadas.

Recién presentada en España, la novela narra la historia de Álvaro, un periodista argentino-español, y Salma, una mujer siria que queda atrapada junto a él entre las bombas de la ciudad siria de Duma, donde conocerán el amor y las diferencias culturales.

BASADA EN FUENTES REALES

Esta novela nace de una realidad que conoció Rivero a través de la primera pareja de refugiados que emigraron a Argentina tras escapar de Siria, que le contaron a la escritora su huida para no formar parte de la guerra, y después ha dado lugar a Salma y a Álvaro.

«Allí, cuando un hombre termina sus estudios universitarios, tiene que ir a la guerra. Mi fuente no quería matar ni que le matasen, quería trabajar de sus estudios o ver nacer a su hijo», relata.

La escritora asegura que «no estaríamos hablando de este libro» de no ser por una ley que sacó Argentina en 2014, con la que empezó a recibir a los refugiados sirios de la guerra «que tenían un pariente en el país latinoamericano», como fue el caso de sus fuentes, aunque en la actualidad la ley dice que ya no es necesario, basta con que alguien les llame.

La pandemia impidió a Rivera visitar el país donde se desarrolla la historia, algo que acostumbra a hacer con cada novela, por eso explica que tuvo que contar con «otros ojos» que le describían cada rincón de Siria, además de conversaciones «de hasta cinco horas» con el Centro Islámico de Argentina, con quienes profundizó sobre la religión y costumbres musulmanas.

MUJER Y SIRIA

Rivero trata en sus páginas la figura de la mujer siria «entrando de lleno en el mundo musulmán» porque de lo contrario, Salma habría sido «un personaje rebelde, que iba a quejarse o querer escapar, y esa no es la realidad».

«Me tomé unos meses de creer lo que ellos creen, la forma en la que ven el amor, el sexo, la muerte, tienen un concepto muy distinto al nuestro y el resultado se logró después de respirar la religión y sus costumbres», explica la autora.

Además de la historia de los protagonistas principales, la novela viaja a la Siria de los años 50 con Nunú, tía de Salma y un personaje que nace para mostrar «la dicotomía» que viven las niñas desde la infancia hasta su adolescencia.

«Quería plasmar, además del contexto histórico del país, cuándo una mujer que nace allá se da cuenta de que es problemático para ella haber nacido mujer. Por lo que investigué, cuando son niños los crían iguales, pero superados los diez años de edad, empiezan las prohibiciones para las mujeres», dice.

«También quería contar la historia de una de esas pocas que llegan a tener un papel de poder en la familia como Nunú, hija mayor y viuda, que también sirve como referente en la historia», concluye.