México – Tres balancines rosas diluyeron por unas horas la frontera entre Ciudad Juárez (México) y El Paso (Texas, EE.UU.), una obra que, además de hacer las delicias de los más pequeños, lanzó un fuerte mensaje político de unidad, explicó este martes a Efe uno de los creadores de esta iniciativa, Ronald Rael.
«Muchas personas hicieron posible el proyecto. Los balancines fueron fabricados en una tienda de metal en Juárez por talentosos artesanos y el proyecto se realizó con la ayuda del grupo de Juárez Colectivo Chopeke, que se enfoca en unir a la comunidad a través del diseño», afirma Rael en una entrevista escrita.
Este profesor de arquitectura y diseño de la Universidad de California en Berkeley creó esta idea junto a la también artista Virginia San Fratello, en un proyecto en el que empezaron a trabajar en 2009 junto con otras obras que pretendían contar el «desafío humanístico, cultural y ambiental» que el muro fronterizo entre ambos países supone.
«La idea del subibaja -originalmente llamado el Muro de Teeter-Totter- sugirió que la frontera es un punto de apoyo literal para las relaciones entre Estados Unidos y México. Y la construcción de muros corta estas relaciones», apuntó el artista.
Aunque el proyecto llevaba una década sobre el papel, está más vigente que nunca debido a la insistencia con la que el jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, busca construir una barrera física a lo largo de los casi 3.200 kilómetros de frontera.
Una promesa cargada de polémica y con un triunfo reciente del republicano el pasado 26 de julio, cuando el Tribunal Supremo dio el visto bueno al Gobierno de Trump para que utilice 2.500 millones de dólares previamente asignados al Pentágono para la construcción de tramos del muro fronterizo.
Dos días después, el 28 de julio, y tras cierto secretismo sobre el lugar exacto de la instalación, tres columpios se colocaron en un punto de la oxidada valla entre Anapra (Ciudad Juárez) y Sunland Park (El Paso).
Decenas de personas, adultos y niños, montaron sonrientes en los columpios como si la valla, que impedía ver fácilmente la cara de la otra parte, no existiera. De un lado y otro se escucharon risas.
La instalación «también demuestra cómo las acciones que tienen lugar en un lado de la frontera tienen consecuencias directas en el otro. Esto es cierto en la escala política y económica, pero también en la escala de la interacción humana», opinó Rael.
Esta obra, que ha dado la vuelta al mundo en un momento de tensión como el actual, prueba que en la vida fronteriza también hay momentos para el ocio, las relaciones humanas y la cercanía.
«Esto es increíblemente importante en un momento en que las relaciones entre las personas de ambos lados están siendo cortadas por el muro y la política del muro. El muro y la desafortunada política del muro no solo separa países, sino también regiones, ciudades, vecindarios, familias y, más recientemente, a los niños de sus padres», subrayó.
Desde el pasado 7 de junio, y para evitar la imposición de aranceles a todos sus productos, México alcanzó un acuerdo con Estados Unidos que ha implicado un fortalecimiento de los controles a lo largo de todo el país, con la presencia de más fuerzas federales y de agentes migratorios.
Hasta la fecha, esto ha implicado una caída de casi el 40 % de los migrantes que llegan a la frontera norte, según cifras oficiales mexicanas.
«Los balancines, de color rosa brillante, unieron a las personas para mostrar que puede haber igualdad y alegría a través de las conexiones que hacemos a lo largo de la frontera», indicó Rael sobre esta obra temporal construida con acero liviano y diseñada para instalarse rápida y fácilmente utilizando la pared como punto de apoyo.
Además, aseguró que durante el evento se contó con la presencia de miembros de la Patrulla Fronteriza estadounidense y de soldados mexicanos.
El proyecto va mucho más allá de esta mera instalación y forma parte de un manifiesto titulado «Borderwall as architecture» (El muro fronterizo como arquitectura), que se publicó en 2017, y es a su vez un acto de protesta sobre el muro y una disertación sobre el futuro del mismo.
También es una oda a lo que llama «tercera nación», que se crea en este punto geográfico dividido por una línea.
En el manifiesto, también se teoriza sobre el balancín. Y de hecho, los dibujos y modelos originales de este rompedor columpio pueden verse ahora en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Museo de Arte Moderno de San Francisco.