Eagle Pass (EE.UU.) – La sombra de la ley texana de deportación SB4 y la posibilidad de obtener una cita mediante la app CBP One para solicitar asilo han reducido el caos migratorio en la frontera sur de EE.UU. con México, pese a las quejas de «invasión» de la oposición republicana.
«Muchos esperan o tienen ya cita de CBP One y van a ingresar a Estados Unidos por el puente», explica este viernes Isabel Turcios, la hermana que dirige la Casa del Migrante en la fronteriza Piedras Negras (México).
Ese es el caso de Nancy (Colombia), Fernando y Juan (Honduras), que abordaron un vuelo al norte de México con el único objetivo de solicitar cita de asilo migratorio con la app de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) para poder ser procesados ordenadamente en Eagle Pass (Texas).
Indocumentados con cita previa
Los tres ingresarán a Estados Unidos antes de que acabe el mes gracias a esa cita, que les permite una revisión de su solicitud de asilo migratorio desde suelo estadounidense.
«La aplicación solo permite solicitar la cita una vez en el norte de México, por lo que hay que hacer el camino sin saber qué nos espera», cuenta Yoslandi Fuentes, padre de una familia cubana que hace unos días perdió por 20 minutos su cita de CBP One para ingresar a EE.UU. y ahora se enfrenta a meses de espera en Piedras Negras.
El periplo de la familia Fuentes, padre, madre y una hija de 16 años, comenzó hace ocho meses en Nicaragua y pasó el estado mexicano de Chiapas y Ciudad de México, donde tuvieron que buscar trabajos para seguir pagando sus pasajes y el beneplácito de coyotes, cárteles y policías.
Una cita de CBP One les daba 20 días para llegar al puesto fronterizo de Eagle Pass, pero la familia fue víctima de la extorsión, los retenes, los sobornos y los retrasos, y perdió su derecho a ingresar en EE.UU. por 20 minutos.
«Aunque hay gente que te ayuda hay otros que quieren hacer daño al inmigrante con engaños y deseo de que fracases», explica Gabriela, que se emociona al pensar en poder ingresar a EE.UU. y un día estudiar en un «high school».
Al fondo, la Secretaría de Salud del estado de Coahuila (México) fumiga porque una venezolana embarazada de cinco meses ha tenido que ser ingresada con malaria, mientras que un inmigrante chino camina meditabundo y un grupo de haitianas intercalan comentarios por los que se escapa de seguido la palabra creole «Etazini» (Estados Unidos).
El venezolano Daniel Arráez lleva seis meses esperando una cita con CBP One, ha cruzado la selva del Darién en Panamá y asegura que atravesar México «es como cruzar siete darienes» y prefiere esperar a enfrentarse a las barreras de púas y cuchillas colocadas por la Guardia Nacional texana.
Los que pierden la esperanza de la cita se «tiran al río», como explica Turcios. Algunos lo consiguen y otros, como ocurrió hace un mes, pierden toda su familia arrastrada por las aguas.
«Tienen mucho miedo de que los arreste la Guardia Nacional texana y los devuelva a México, porque no son Patrulla Fronteriza y no los procesa. Un pollero se los lleva a zonas menos vigiladas y los pasa en barca, pero ya no van 400 de golpe como antes», señala Turcios
La sombra de la SB4
El gobernador texano, el republicano Greg Abbott, quiere que en la frontera se aplique la polémica ley texana SB4, que ha sido suspendida por la posible usurpación del poder federal sobre la política migratoria, y que criminaliza el cruce irregular desde México y contempla la deportación de inmigrantes al país vecino, que ha dicho que no aceptará las devoluciones.
«La ley es anticonstitucional y racista», asegura el reverendo Julio Vásquez, de la iglesia luterana de Eagle Pass, un líder que se ha movilizado en contra de la SB4 y fue parte de una protesta contra el republicano Donald Trump, cuando este visitó el pueblo hace tres semanas.
«Si alguien que tenga pelo negro y piel marrón como yo se olvida la cartera en casa, puede ser detenido por parecer inmigrante, pese a ser ciudadano. Esta ley es una ley en contra de toda la comunidad de la frontera», señala el religioso.
«La llegada de inmigrantes se ha reducido por la negociación de EE.UU. con México para que no permita los cruces del río, no por la amenaza de la SB4», señala Vásquez.
La posibilidad de tratar a los indocumentados ha llevado a los refugios de migrantes a tener que replantearse cómo abordar su labor si la ley entra en vigor. «Tenemos que entender a qué nos podemos enfrentar», señala Valeria Wheeler, directora de Mission Border Hope.
Mientras tanto, a pocos kilómetros del espectacular despliegue militar de la Guardia Nacional bajo el puente que une EE.UU. con México son evidentes los restos de una mañana de cruces de inmigrantes.
Los vallados colocados por Texas tienen huecos del tamaño de personas y aún permanecen mojadas las ropas, los zapatos, las tarjetas SIM y las citas fotocopiadas en creole y español de los que no quisieron o pudieron esperar y ahora ya pueden decir que llegaron a Estados Unidos.