Loteros de la administración de "Doña Manolita" de Madrid festejan haber vendido décimos del premio gordo que ha recaído en el número 72.897, dotado con cuatro millones de euros por serie (400.000 euros por décimo), en el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad. EFE/David Fernández

Madrid – Los españoles recurren a un dicho popular cuando no les toca la lotería: «la salud es lo que importa», pero en este año de pandemia de coronavirus se puso la esperanza en el dinero, con el tradicional y popular sorteo de Navidad que se celebró este martes y que repartió 2.408 millones de euros (2.900 millones de dólares) en premios.

El premio más importante, llamado tradicionalmente «el Gordo», fue para el número 72.897, agraciado con 400.000 euros (488.900 dólares) por boleto, conocido en España como décimo, ya que es una décima parte del billete de lotería y es la forma de venderse en las administraciones de lotería.

Este año el Gordo tardó en salir, casi tres horas después del inicio del sorteo, y como pasa en muchas ocasiones, fue muy repartido, ya que se vendió en 17 provincias de España.

El segundo premio, con 125.000 euros (152.000 dólares) al décimo fue para el 6.095 y el tercero, con 50.000 euros (61.000 dólares) recayó en el 52.472, a los que hay que sumar otros premios menores.

LA SALUD ES LO QUE IMPORTA PERO SI TOCA ALGO…

La salud es lo que importa, pero los agraciados hoy con algunos de los premios de la lotería de Navidad tienen un motivo para celebrar, sobre todo este año tan duro, en el que la pandemia no solo deja más de 49.000 muertos y 1.819.249 contagiados en España, sino que golpea con fuerza la economía.

Es lo que vivieron hoy, por ejemplo, en Punta Umbría, una localidad costera de la provincia meridional de Huelva de unos 15.000 habitantes que tiene en el turismo una de sus principales fuentes de ingresos y donde este año, debido a la pandemia, la situación ha sido difícil y donde el primer premio dejó 240 millones de euros.

«Se han quedado en el pueblo, que van a ayudar y hacer la vida más fácil a muchos de sus vecinos», declaró a Efe una de las responsable del local, Cristina Ferrera.

Otra parte importante del primer premio fue a una administración de loterías del centro de Granada (sur), una de las ciudades más afectas por el COVID-19 en España.

El lotero de esta administración, Enrique Requena, de 88 años, cree que las restricciones impuestas por la pandemia para viajeros y turistas hará que posiblemente que el premio se haya quedado en la ciudad, según dijo a Efe.

Otro de los lugares más favorecidos por el primer premio fue Reus (Tarragona, noreste), donde el año pasado también se vendió parte del Gordo y que este año fue agraciada con 240 millones de ellos, muchos de ellos repartidos entre los trabajadores de una empresa.

CELEBRACIONES SIN ABRAZOS Y CON MASCARILLAS

Los abrazos a los premiados y los brindis con el tradicional cava español a las puertas de las administraciones de lotería que vendieron los premios fueron más difíciles este año debido a la pandemia, pero la alegría se abrió paso y muchos de los agraciados mostraron su euforia y les costó mantener bien colocadas las mascarillas.

En su mayoría, se contuvieron y, siguiendo las indicaciones sanitarias no acudieron a los puntos de venta, aunque algunos no resistieron la tentación de celebrar una alegría en este año de tantas noticias malas.

Las mascarillas, parte de nuestra indumentaria desde hace meses, impidieron ver las sonrisas en las caras de los ganadores y sus amigos y vecinos que celebraban con ellos, pero sus palabras sí expresaban la alegría.

UN SORTEO SIN PÚBLICO

La pandemia vació de público al Teatro Real, escenario en los últimos años del sorteo de Navidad, con lo que faltaron a la cita de este año las decenas de personas disfrazadas para atraer a la suerte o los que querían comprobar «in situ» que sus números estaban en los bombos.

Faltaron la emoción y los aplausos de los asistentes en el patio de butacas cada vez que desde el escenario, una pareja de los niños del Colegio de San Ildefonso cantaba un premio, de lo que solo fueron testigos el personal responsable del sorteo y la prensa, cuya presencia se redujo en un 50 %.

Tampoco se pudo hacer entrevistas a los niños protagonistas del sorteo y que, como el resto de asistentes, permanecieron durante todo el tiempo con mascarilla, que solo se quitaron cuando cantaban los premios.

Un sorteo atípico, extraño, pero que no faltó a su cita de cada 22 de diciembre, y que en España significa el comienzo de la Navidad.