El fotógrafo francés Vincent Tremeau explica una de sus obras durante la inauguración de la muestra fotográfica 'One Day, I Will' (Un día, yo seré), un proyecto que busca mirar al futuro de las jóvenes y no enfocarse en su traumático pasado, que tuvo lugar ayer lunes 29 de julio, y que estará disponible hasta principios de septiembre en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. EFE/Álvaro Celorio

Naciones Unidas – Aicha tiene doce años y un vestido de colores que parece salido de la imagen de un caleidoscopio. Vive como refugiada en Níger, no tiene ni brazos ni piernas -nació sin ellos-, pero sí esperanza en el futuro: «Quiero ser abogada y defender los derechos de la gente».

La de Aicha no es una historia aislada: es también la de Sakima (8 años), Parmilla (18 años), Fatime (7 años) o Jesmin (12 años), algunas de las protagonistas de «One Day, I Will» (Un día, yo seré), una exposición fotográfica que desde esta semana y hasta principios de septiembre cubre las paredes del cuartel general de Naciones Unidas en Nueva York.

La exposición la firma el fotógrafo francés Vincent Tremeau (Perpiñán, 1984) que, en colaboración con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y las misiones permanentes de Francia y Marruecos, llevó a cabo durante cinco años un proyecto para mirar al futuro de las jóvenes y no enfocarse en su traumático pasado.

Una de las niñas posa con un coche de juguete naranja. Fatime, de Chad, quiere ser conductora: «los disparos me despertaron cuando atacaron nuestro campamento. No podía correr tan rápido como mis hermanos, pero intenté seguirlos», dice la etiqueta junto a su retrato, que también explica que así quiere ayudar a su familia.

Todo arrancó en 2014, cuenta a Efe Tremeau, cuando el francés se encontraba en República Centroafricana junto a una comunidad musulmana que estaba refugiada del conflicto civil en el país. El reportero hacía su trabajo y los niños, curiosos, lo seguían a todas partes.

«Tenía a setenta niños siguiéndome todo el rato y a todos los lugares. Pensé que tenía que hacer algo con ellos, interactuar con ellos, llenos de energía y alegría», explica Tremeau ante los retratos de las niñas, cuarenta fotografías con sus correspondientes historias de futuro.

Una de esas niñas, dice el fotógrafo, rompió a llorar mientras relataba todo tipo de crueldades que le sucedieron cuando iba a la escuela, en pleno periodo de guerra, lo que hizo que Tremeau cambiara el enfoque de su proyecto.

«No podía hablar del pasado con ellos porque están traumatizados y no quería empeorarlo, así que decidí enfocarlo al futuro. Así fue cómo comencé a preguntarles qué querían ser de mayores y que hicieran un disfraz que lo representara», relata.

Sus protagonistas son todas niñas, de entre 6 a 18 años, que quieren ser maestras, abogadas, conductoras de auto, soldados o cantantes de hip-hop.

«La aspiración de los niños está directamente influida por su entorno. Nunca conocí a un niño que quisiera ser bombero porque nunca vi un bombero en sus países, mientras que si preguntara lo mismo en mi país, Francia, la mitad de los críos querrían ser bomberos», ejemplifica el fotógrafo.

La presentación de la exposición contó con la presencia de la vicesecretaria general de Naciones Unidas, Amina Mohammed, que subrayó que «estas niñas son como unas chicas en cualquier parte del mundo: sueñan con convertirse en profesoras, médicos, abogadas, ingenieras».

«Tiene que haber espacio para los sueños. Para toda esa gente joven, especialmente las niñas que están forzosamente desplazadas de sus hogares y teniendo problemas simplemente para permanecer vivas», expresó Mohammed.

Para Tremeau, la educación de estas niñas -en su mayoría interrumpida por los conflictos que viven sus países- es clave no solo para su propio futuro, sino para el del resto del planeta.

«El ambiente que damos a los niños influye directamente en sus aspiraciones de futuro. Y son estas las que dan forma al mundo», concluye.