Tegucigalpa – Cinco masacres -con tres muertos o más- en los últimos 10 días, decenas de feminicidios y crímenes de impacto cometidos desde el propio seno familiar, son parte del entramado de violencia que sacude a este país centroamericano, donde se contabilizan al menos 10 homicidios cada 24 horas.
– En 2020 (año pandemia) Honduras fue el tercer país más violento de América, solo superado por Jamaica y Venezuela. Este 2021 se prevé el país superará la tasa de homicidios del año pasado que fue de 38 por cada 100 mil habitantes.
Honduras se ha convertido en un botadero de cadáveres. El martes de esta semana más de media docena de cuerpos fueron encontrados en solares baldíos, al menos tres de ellos pertenecientes a mujeres, una de las cuales, incluso, había sido calcinado en una zona de Choloma, Cortés.
Horas más tarde dos cuerpos más de mujeres fueron encontrados en Ciudad Mateo, periferia de la capital hondureña y Comayagua, en esta última ciudad el cadáver fue arrojado desde un vehículo en marcha.
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En lo que va del año se contabilizan 243 feminicidios en Honduras, es decir uno diario. Este flagelo parece no encontrar un muro de contención en los operadores de justicia.
La sicóloga y experta en terapia familiar, Issis Romero, dijo a Proceso Digital que el país se ha desensibilizado de una forma alarmante, al grado que las muertes violentas de mujeres se han convertido en un asunto cotidiano.
“Vemos esta situación con tanta naturalidad que da hasta escalofríos. Esto viene desde el hogar, donde nos acostumbramos a la violencia y todo tipo de abusos por eso no los denunciamos. Muchos de estos eventos concluyen en la muerte, por eso se debe trabajar en campañas de concienciación ciudadana”, analizó.
La experta de la conducta humana, mencionó que el 60 % de los hogares son monoparentales en el país. “Existe una deuda social inmensa en cuanto a la educación, es necesario promover el respeto a los derechos de los seres humanos, entre otras medidas que ayuden a los grupos vulnerables a denunciar los abusos a los que se someten”.
A la par de esta violencia generalizada, ya se registran 43 masacres -con 3 muertos o más-, cinco de estas muertes múltiples ocurrieron en los últimos 10 días, o sea uno cada 48 horas.
Las cinco masacres ocurrieron en ciudades distintas: Catacamas (11 octubre), La Lima (16 de octubre), Siguatepeque (17 de octubre), Distrito Central (18 de octubre) y Tocoa (20 de octubre).
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Ante esta violencia galopante, el jefe de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI), Rommel Martínez, justificó que la investigación criminal no resuelve los casos de la noche a la mañana.
“Nosotros nos dedicamos a trabajar con mucha dedicación para poder llevar a los responsables ante la justicia”, sostuvo el jefe policial.
Agregó que “lamentamos esta situación, pero esto refleja que por cuestiones de familia se están dando muchos casos”.
Así, en medio de esta vorágine de violencia se prevé que el país cerrará el año en más de 40 homicidios por cada 100 mil habitantes. El país alcanzó su pico más alto en 2012 cuando la cifra se ubicó en 86, lo que convirtió a la nación en la más violenta del planeta.
Violencia generalizada
La titular del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), Migdonia Ayestas, analizó que para toda acción existe una reacción. “Cuando se producen capturas de líderes de estructuras criminales, o hay incautaciones de drogas o armas, hay brotes en los índices de criminalidad”, apuntó.
En la actualidad hay cinco hondureños extraditables que están bajo resguardo policial y que esperan ser entregados a la justicia de Estados Unidos. Sus capturas se han producido en los últimos meses y todos son reclamados por delitos de narcotráfico.
En conversación con Proceso Digital, Ayestas agregó que la convivencia y relaciones interpersonales también desatan picos de violencia en este país centroamericano.
Asimismo, mencionó que “cuando nuestras autoridades no dan respuesta de quién o por qué le quitan la vida a las personas, entonces los grupos organizados o delincuenciales ven que pueden seguir operando a sus anchas”.
Ayestas, cuestionó que la impunidad generalizada en los últimos años agudiza la violencia en el país. En el caso de las pandillas que eran las que generaban la mayoría de los hechos violentos, ahora este fenómeno mutó a criminalidad organizada. “Ha aumentado el índice violento desde los grupos dedicados a la venta de drogas, cobro de extorsión y sicariato”, indicó.
Refirió que el control del territorio le pertenece a las estructuras criminales y no a las autoridades, lo que al final se traduce en múltiples muertes violentas, especialmente en ciertas zonas del territorio nacional.
Es así -desglosó Ayestas- que las bandas criminales, maras o pandillas y estructuras del narcotráfico, son las que deciden lo que pasa en sus territorios. “El tránsito, trasiego, producción y consumo de drogas es sin duda uno de los detonantes de estas estadísticas criminales de los últimos días”.
Arguyó que la cultura violenta también penetra a la familia, eso se evidencia cuando un hombre cree que la mujer se le escapa de su dominio y lo traduce en crímenes salvajes como el ocurrido el Comayagua, donde un padre mató a sus dos hijos y luego se quitó la vida.
Brotes violentos como reacción del crimen
El criminólogo Nery Ordóñez asumió que el repunte de las muertes violentas en el país se debe a venganzas, sean estos crímenes pasionales o por el narcotráfico.
Aseveró que en los últimos días se ha detectado y decomisado grandes cantidades de droga que circula en zonas como Tocoa, Yoro y Olancho.
En ese escenario, no descartó que las capturas de personas transportando droga hayan sido “quemados” por otras personas ante las autoridades policiales.
“Cuando una estructura criminal determina quiénes son las personas que les ha puesto el dedo los elimina”, expresó Ordoñez.
Prosiguió que las estructuras criminales reaccionan ante las últimas acciones de decomiso de drogas.
El criminólogo señaló que la zona norte del país y los municipios aledaños sufren actualmente los embates de la delincuencia y por ellos las muertes violentas rebrotan.
De igual manera, arguyó que algunas muertes múltiples son producto de venganzas, sean estas pasionales o por enemistades.
Lo otro que se ha visto en las muertes en los últimos días es que existen algunos parámetros que en muchos de ellos se reflejan por peleas de territorios por estructuras criminales, u otros que son torturados y son puestos a la palestra para que las estructuras criminales puedan tener intimidación, analizó.
Replanteamiento de mecanismos y estrategias
De su lado, la exrectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y exdirectora del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (Iudpas), Julieta Castellanos, las políticas para contrarrestar la criminalidad fracasaron, ante ello es urgente replantear los mecanismos de investigación de manera que los casos investigativos puedan ser resueltos y se haga justicia.
A su juicio, otro problema para Honduras es la impunidad que impera en la mayoría de casos, eso solo permite a quienes se dedican a la criminalidad a seguir operando sabiendo que no habrá una persecución contundente en su contra, porque desde 2019 se ve que el tema de violencia es todavía más recurrente, lo que indica que hay un retroceso en esa lucha ya que los homicidios van en aumento.
Los decomisos de drogas, las capturas de alto impacto, las operaciones policiales que afectan a las organizaciones criminales -según la socióloga Castellanos-, podrían estar generando reacciones desde la criminalidad y eso solo está dejando más violencia en el país, por lo que propone que son temas que deben estudiarse, además hay un fuerte aumento de la violencia en los núcleos familiares, estamos viendo como padres matan a sus hijo y viceversa.
Falsa percepción sobre reducción de la violencia
Para Castellanos, en 2020 tras la llegada de la pandemia del COVID-19 se tuvo una falsa percepción sobre el tema de lucha y reducción de la criminalidad en Honduras como en el resto de Centroamérica, porque sí fue claro que hubo una descenso en los homicidios, pero fue producto del confinamiento obligado por la realidad sanitaria que atravesaba el mundo entero y no por una lucha frontal contra los que se dedican a delinquir.
En ese contexto, considera que debe haber acciones más fuertes de parte de los cuerpos investigativos del Estado, quien deberá prestar total atención al tema de los feminicidios, porque se están volviendo más comunes de lo normal, y mientras no haya una persecución contra ese delito, será complicado que se pueda reducir la violencia a la que últimamente están sometidas las mujeres y la sociedad en general.
De no haber más voluntad para contrarrestar este fenómeno, se podrían tener resultados mucho más graves en el futuro para Honduras, es oportuno de reforzar los valores y principios en la sociedad como tal, de manera que se fortalezca la capacidad mental de las personas, para que la violencia no sea el primer paso a dar en un determinado acontecimiento.