
Tegucigalpa – «Vine a pagar una romería», «Vine a dar gracias», «Venimos a pedir un milagro». Estas son algunas de las frases que resuenan con fervor en el Santuario de Suyapa, donde miles de fieles se congregan para rendir homenaje a su patrona, la Virgen de Suyapa, en su 278 aniversario este 3 de febrero.
La Basílica Menor de Suyapa se viste de fiesta con la llegada de peregrinos provenientes de todos los rincones del país e incluso del extranjero. La fe y la devoción son los lazos que unen a los corazones que laten al unísono en esta celebración de amor y gratitud.
«La Virgencita nunca nos falla, siempre está con nosotros», expresan los devotos con lágrimas en los ojos y esperanza en el alma. Algunos llegan de rodillas, otros con velas encendidas, mientras que muchos simplemente alzan sus oraciones en un susurro de fe, confiados en el milagro que aguardan.

Las misas, celebradas cada hora, se convierten en un canto de alabanza y gratitud. El repicar de las campanas, el aroma del incienso y los cánticos que se elevan al cielo hacen vibrar el santuario, convirtiéndolo en un refugio de paz y esperanza, para todos los hondureños.
La Virgen de Suyapa está de fiesta, y su pueblo, fiel y amoroso, la acompaña con el corazón rebosante de amor y devoción. Porque para Honduras, ella es más que una imagen: es madre, guía y consuelo en cada paso del camino, así lo demuestran los peregrinos que le acompañan durante toda la celebración de su fiesta patronal y que durante todo el año la veneran y le guardan respeto.