Rabat .– Dar la vuelta al mundo en pocos minutos es posible gracias a un museo en el corazón de la medina de la capital marroquí, Rabat, que expone más de 2.500 muñecas ‘vintage’ que representan el folclore y las tradiciones de decenas de países.
En una de las callejuelas de la ciudad antigua, a unos pocos pasos de la famosa calle de los Cónsules, un cartel que pone ‘Muñecas del Mundo’ no deja indiferente. Cuelga cerca de un riad donde Abdeljalil Haffar y Marie-Michèle Haffar viven y exponen las muñecas que han ido reuniendo a lo largo de cincuenta años.
El comienzo de todo: un regalo
“Cada figura tiene una historia detrás”, dice a EFE Abdeljalil en una de sus salas. La colección es obra de su mujer, pero él se encarga ahora del museo y de recibir a visitantes, turistas y periodistas para explicarles cómo empezó la afición de ella, que prefiere no salir en los medios.
“Marie-Michèle tenía 5 años cuando su abuelo le regaló en 1965 una muñeca y desde entonces ha ido reuniendo más y ampliando la colección”, cuenta señalando la figura que está en el origen de todo, de sombrero grande y falda voluminosa al estilo siglo XIX.
Abdeljalil subraya que la colección nació en Francia, de donde es su mujer, pero creció en Marruecos, donde la pareja se trasladó a vivir en los años ochenta con sus tres hijos.
En 2012, cuando llegaron a acumular más de mil muñecas, el matrimonio decidió organizar una primera exposición en la Biblioteca Nacional de Rabat, seguida de otra en Marrakech en 2016 con motivo de la cumbre climática COP22 y una tercera muestra en Kelaat Sraghna, ciudad natal de Abdeljalil.
Con estas tres exhibiciones, dice, descubrieron el interés por el mundo de las muñecas de personas de diferentes edades, sexos y ámbitos. Decidieron entonces vender su apartamento y comprar una casa más grande donde vivir y acoger un museo abierto de manera permanente al público.
“En lugar de que las muñecas viajen al público, hemos decidido que este último venga a verlas a Rabat”, cuenta, y añade que otra de las razones de su decisión es proteger a estas delicadas figuras de las consecuencias de los continuos traslados.
Así, en 2018 compraron un riad -palacio tradicional marroquí con patio interior- en la medina antigua de Rabat. Lo dividieron en dos partes: una la usan como vivienda y la otra como galería, que inauguraron un año después.
Artesanales y de 90 países
El museo está abierto al público todos los días menos los viernes, con tarifas de entre 1 y 2 euros y medio, y las muñecas se exponen en vitrinas distribuidas en tres habitaciones según un criterio geográfico por países y temático.
De Mauritania a Rusia, de Francia a Ecuador y de Japón a Mali, estas figuras representan unos 90 países del mundo y reflejan el patrimonio cultural de cada nación.
Entre las expuestas figuran bailarinas de la danza folclórica francesa del cancán, cortesanas japonesas con kimono, mujeres rusas con sarafán y kokoshnik, además de otras figuras de soldados de la infantería francesa de la época napoleónica o miniaturas de músicos tradicionales marroquíes con su chilaba larga blanca y su laúd.
La pareja Haffar ha ido reuniendo estas muñecas -realizadas de manera artesanal con lana, celuloide, madera, baquelita, tela y otros materiales- en sus diferentes viajes por más de una veintena de países buscando entre mercadillos y lugares donde se venden estos objetos.
Pero hay muñecas que hicieron el viaje hasta el museo a través de los regalos de los amigos de la familia y gracias a los propios visitantes de la galería, que contribuyen a enriquecerla.
“Una vez vino un turista de Jamaica y vio que faltaba una muñeca de su país. Dos meses después me mandó una”, recuerda Abdeljalil mientras explica con tono tranquilo a un grupo escolar de niños el itinerario de la visita y les distribuye un cuestionario para rellenar.
Quiere que los niños vean a estas muñecas, no solo como un juguete, sino también como una vía para aprender la cultura y el patrimonio de otras naciones.