Ciudad del Vaticano – Las jóvenes italianas Lisa Maniero y Mariana Quintino son las primeras mujeres en formar parte del cuerpo vaticano de los ‘sanpietrini’ de la Fábrica de San Pedro, el equipo que desde hace más de 300 años se encarga de cuidar y mantener la mayor basílica del mundo.
«Esperamos que en un futuro asuman el cargo de otras maestrías mujeres como nosotras y motivarlas a intentar seguir sus propios sueños», asegura a EFE Maniero, que reveló que tanto para ellas como para sus familias es «una enorme alegría» formar parte del cuerpo.
Formado a principios del siglo XVIII, cuando se terminaron las obras de la nueva basílica y la Fábrica de San Pedro vio la necesidad de decorar y mantener los nuevos espacios del templo, el organismo de los ‘sanpietrini’ solo ha contado con hombres entre sus trabajadores.
Las primeras mujeres ‘sanpietrini’ en más de 300 años
Hasta ahora, cuando el Vaticano ha abierto esta puerta a Maniero, de 26 años y originaria de un pequeño pueblo de la provincia italiana de Padua (norte), así como a Quintino, con solo 21 años y nacida en la ciudad de Reggio Calabria (sur).
«Es el fruto de los nuevos tiempos que han llegado y de los cambios que el mundo está atravesando», explica a EFE Quintino, cuya entrada coincide con una etapa en la que el papa quiere dar una mayor visibilidad y liderazgo a las mujeres en la estructura interna de la Santa Sede como parte de sus medidas para modernizar la Iglesia.
En el siglo XVI, la Fábrica de San Pedro contrataba como obreras a viudas y huérfanos, casi siempre propietarias de una empresa familiar heredada del marido o del padre fallecido, a los que la Fábrica garantizaba las mismas condiciones económicas y de trato laboral que se habían concedido al cabeza de familia masculino.
Y, aunque con el paso del tiempo, las mujeres también fueron contratadas en las distintas profesiones artesanales de la Fábrica, ninguna había logrado hasta ahora convertirse en ‘sanpietrini’, una oportunidad que realmente nunca llegaron a esperar, confesó Maniero.
«Nos sentimos profundamente afortunadas de vivir en este periodo en el que las mujeres están cada vez más emancipadas y en el que estamos mejorando nuestro papel en la sociedad», señala Quintino.
Una inesperada «aventura»
Ambas son decoradoras dentro de un equipo formado por unas 80 personas con diferentes oficios, como albañiles, electricistas y marmolistas, entre otros, que trabajan diariamente para mantener y cuidar la basílica de San Pedro, que es visitada cada día por más de 60.000 personas procedentes de todo el mundo.
Las dos jóvenes cuentan con estudios en el mundo del arte y se formaron en la escuela de artes y oficios de la Fábrica de San Pedro, donde pudieron «tanto mostrar como ampliar» sus habilidades, lo que les permitió realizar unas prácticas en el organismo con las que comenzó su «aventura», relata Maniero.
Durante su experiencia no se han encontrado diferencias en el trato entre hombres y mujeres, algo que según Quintino se demostró con su contratación por parte de la institución.
La Fábrica de San Pedro fue fundada en 1506 por el papa Julio II para la construcción de una nueva basílica, ya que el templo anterior estaba en ruinas.
Los ‘sanpietrini’ nacieron dos siglos más tarde, en torno a la figura de Nicola Zabaglia (1664-1750), que jugó un papel fundamental en la Fábrica al crear nuevas estructuras de madera que permitían llevar a cabo las operaciones más difíciles de decoración y mantenimiento de la basílica de manera versátil, segura y barata.
Esa larga «historia y simbolismo» hacen que para Maniero y Quintino sea un «honor» formar parte de los ‘sanpietrini’, un cuerpo que, recalcan, «siempre les motiva a dar lo mejor» de ellas mismas.