Tegucigalpa (Especial Proceso Digital) – Los países centroamericanos, en especial los del Triángulo Norte que conforman Guatemala, Honduras y El Salvador, tienen una historia migratoria caracterizada por motivos políticos en la década de los 80, cuestiones económicas entrada los noventa, causas mixtas como la reunificación familiar, hasta las migraciones forzadas a causa de la inseguridad y la violencia, coinciden expertos al analizar la fuerza que cada día cobra este fenómeno en la subregión.

Los conflictos armados internos que vivieron los países centroamericanos en los años ochenta fue un factor de expulsión de migrantes en búsqueda del llamado sueño americano, los procesos de paz a que entró la región en los años noventa, no produjeron las esperanzas deseadas para los centroamericanos, frustrando su presente y futuro, estiman los estudiosos de la temática y su entorno.

Luego las políticas de ajuste estructural a la economía, debilitaron la capacidad de los Estados para hacer frente a las demandas ciudadanas y de exclusión, la pobreza se agudizó, las democracias empezaron a debilitarse y la violencia e inseguridad se instaló en la región, en especial en los países del Triángulo Norte. El fenómeno migratorio siguió su curso y con ello nuevas variantes.

Ursula Roldán Andrade

Para la experta Úrsula Roldán Andrade, el fenómeno de las migraciones tiene sus características históricas y estructurales. En los años sesenta y setenta, las primeras migraciones fueron rurales, del campo a la ciudad, los años 80 fueron de refugio y asilo por los conflictos internos de la subregión, luego vinieron las migraciones internacionales por razones económicas, principalmente a Estados Unidos.

Luego se producen las migraciones por causas mixtas: economía, reunificación familiar, violencias, efectos de la vulnerabilidad por el cambio climático hasta que aparecen las llamadas migraciones forzadas, el colapso de los Estados y las democracias, esto último con más fuerza desde el 2010 hasta nuestros días, explica la experta.

Así lo explica Roldán a una treintena de periodistas del Triángulo Norte de Centroamérica, en el marco de la iniciativa de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP), orientado a generar conocimiento y formación en la prensa en temas de emergencia sanitaria, cambio climático y migraciones.

Ursula Roldán, una guatemalteca con amplia trayectoria en los temas migratorios, analiza el fenómeno desde una perspectiva integral que permite entender sus metamorfosis, los desafíos para los países al no poder responder a las demandas de los ciudadanos, orillando al surgimiento de caravanas migratorias que ha generado la alerta hacia el principal país de ruta e ingreso: los Estados Unidos.

Rasgos del fenómeno migratorio

El fenómeno de las migraciones tiene sus características históricas y estructurales en la sociedad hondureña.

“La migración internacional hacia Estados Unidos forma parte del subsistema migratorio mesoamericano de carácter unidimensional. Va desde Centroamérica hacia Estados Unidos, de México a Estados Unidos, con un alto grado de irregularidad que alcanza redes sociales extensas y maduras”, explica la experta Ursula Roldán.

Y en esa mirada del fenómeno migratorio, señala que Guatemala se ha convertido en un país de origen, tránsito, destino y retorno, mientras El Salvador y Honduras son países de expulsión y retorno, Nicaragua un país de expulsión, Costa Rica y Panamá, en naciones de destino. En esa ruta juega la migración laboral de baja calificación, pero también de alto nivel de organización comunitaria, recalca.

La migración se ha convertido para los países del Triángulo Norte un fenómeno en ascenso, donde muchas familias emigran por las condiciones de desigualdad y de inseguridad en sus países, sobre todo al huir de las amenazas de los grupos criminales y de las maras y pandillas, aseveran los expertos, que, a su vez, destacan como estas migraciones son para los gobiernos, una especie de “respiro” en términos económicos por el flujo de remesas que generan. 

Las remesas, que son flujos de recursos que envían los migrantes a sus familiares en los lugares de origen, conforman parte de los ingresos familiares, que “corresponden a un fondo salarial que contribuyen a la reproducción cotidiana de la familia”, asegura Roldán.

Las remesas, que son flujos de recursos que envían los migrantes a sus familiares.

La académica al contextualizar el tema de las remesas en la migración y la economía de los países, llamó la atención sobre el otro rostro migratorio que se hace más visible: el de las mujeres, que se han vuelto de un tiempo a acá, en una mayoría en la migración intrarregional, especialmente de Nicaragua hacia Costa Rica.

Los datos aproximados indican que el número de inmigrantes de Centroamérica en Estados Unidos es de un poco más de 3.2 millones de personas, de los cuales el 50% son mujeres, últimas que enfrentan una serie de desafíos en el camino marcado por la agresión, el abuso y la extorsión.

“Durante la migración, la mayoría de las mujeres son agredidas y extorsionadas por agentes policiales, coyotes, crimen organizado, maras o compañeros de viaje; muchas son detenidas, deportadas, secuestradas e incluso asesinadas”, dijo Roldán, al citar un informe de Naciones Unidas de 2019, en donde se indica que 6 de cada 10 mujeres migrantes son víctimas de violación en la llamada ruta migratoria rumbo a los Estados Unidos.

Los migrantes climáticos

La elevación en los niveles del mar obligan a muchas personas a desplazarse de las zonas vulnerables como parte de las llamadas “migraciones climáticas”.

Y cuando llegan a ese país del norte, la mayoría se desempeña en puestos de trabajo precarios, con bajos salarios y en condiciones de informalidad. El drama de las mujeres, la desintegración de las familias, la asunción del rol de mujeres jefas de hogar, la violencia y las amenazas, se concentran mucho en este núcleo de migrantes, que suma ahora el rostro de los menores no acompañados que emprenden la ruta del migrante con la esperanza de reunificarse con sus padres, sostienen los entendidos en materia migratoria.

Pero también llaman la atención sobre las migraciones climáticas, pues mientras se pierden cada vez más territorios y cosechas a causa de los cambios en el clima, más gente se mueve en búsqueda de un lugar seguro donde vivir. Dejan su vida huyendo de los huracanes, tormentas, incendios, sequías, inundaciones, malas cosechas y otros factores, que los expertos los han empezado a identificar como migrantes climáticos.

Las migraciones climáticas “comprenden el traslado de una persona o grupos de personas que, predominantemente por cambios repentinos o progresivos en el entorno debido a los efectos del cambio climático.

 Actualmente, los flujos migratorios se han complejizado, el calentamiento global y el cambio climático tienen efectos colaterales que impactan directamente a comunidades enteras, quienes deben decidir si quedarse donde han vivido o plantearse la posibilidad de salir, detalla a los periodistas del Ciclo CAP, Erika Pires Ramos, experta en derecho internacional y fundadora de la Red Sudamericana para las Migraciones Ambientales (RESAMA).

 “Las causas de estas migraciones ambientales—como las amenazas naturales, terremotos y erupciones volcánicas—actúan de manera combinada con el cambio climático y afectan los derechos de las personas. Los patrones de movilidad humana están cambiando en escala y profundidad”, dijo Pires.

Algunos escenarios

Frente a todos estos factores, los escenarios migratorios son diversos, van desde quienes creen que para el 2030, los flujos migratorios no serán tan intensos por el avance de la tecnología y la sustitución de los robots para no utilizar mano de obra humana, hasta quienes advierten que el fenómeno se puede agravar y generar políticas contra los migrantes más fuertes, y destacan entre estos escenarios las caravanas migratorias del triángulo norte.

Las caravanas suelen ser convocadas a través de redes sociales y comúnmente no se identifican líderes en las mismas.

Esas caravanas migratorias que sorprendieron al mundo y a los expertos en la materia, son producto “de la supervivencia, son los hijos del hambre que huyen de la violencia, de la inestabilidad política de sus países, y de los efectos del cambio climático”, advierte Ursula Roldán.

Ello obliga a la búsqueda de un enfoque múltiple para gestionar la migración en América Central y Norteamérica, es decir, una migración con enfoque humano y respeto a su legislación nacional e internacional, mayor colaboración con la sociedad civil, la cooperación internacional y los gobiernos de la región. Es decir, plantear una estrategia para abordar las causas de la migración, construir, fortalecer y ampliar el sistema de asilo y la capacidad de reasentamiento de los países centroamericanos, en particular los del Triángulo Norte: Guatemala, Honduras y El Salvador.

De lo contrario, las migraciones en tránsito seguirán siendo cada vez más violentadas en sus derechos por el crimen organizado, las políticas de migración y las vulnerabilidades en que se encuentran los migrantes que huyen de la desigualdad y la pobreza en sus países. Así lo advirtieron las expertas conferencistas que expusieron sus visiones a los periodistas en formación de los Ciclos CAP.