San José – Las necesidades humanitarias y los riesgos aumentan cada vez más para los migrantes de diversas zonas del mundo que cruzan Centroamérica en busca de llegar a Estados Unidos, un flujo migratorio que se ha cuadriplicado en los últimos cinco años y que requiere de atención especializada.
«No se ven las causas profundas de toda esta movilidad humana, hay muchos países expulsores porque tienen problemas políticos como los de Venezuela, pero también hay hambre, hay desigualdad extrema, hay conflictos armados. Entonces hay muchos problemas de origen y si no atendemos las causas, pues va a seguir siendo esta la realidad», dijo a EFE Laura González, de la organización Oxfam.
Oxfam, con financiación del servicio de Ayuda Humanitaria y Protección Civil (ECHO) de la Comisión Europea, trabaja con organizaciones socias en Centroamérica para mejorar las capacidades de atención humanitaria de los migrantes y además para impulsar la seguridad alimentaria en la región.
Solo el año pasado, por la frontera entre Panamá y Costa Rica cruzaron unos 500.000 migrantes, según datos oficiales de estos países.
Según Oxfam, el tiempo que tardan los migrantes en cruzar Centroamérica ha aumentado las necesidades humanitarias y los riesgos de protección. Por ello, estableció el Observatorio de Migración Forzada e Irregula, con el que ha logrado recopilar información en 35 puntos fronterizos en Costa Rica, Honduras, Guatemala y El Salvador, con el apoyo de organizaciones locales.
También se han conformado 27 Grupos de Respuesta integrados por 438 personas, y se han elaborado 24 planes de respuesta humanitaria que han cubierto a 261.346 migrantes en tránsito.
Por ejemplo, la organización local Red Humanitaria de Respuesta de Paso Canoas junto al Servicio Jesuita Para Migrantes, brindan en la localidad costarricense de Paso Canoas, fronteriza con Panamá, asistencia a migrantes que usualmente quedan desprotegidos al ingresar a Costa Rica y que por alguna razón les es difícil continuar su ruta.
Lucy Nájera, una de las principales activistas de la Red, comentó a EFE que junto a otras siete personas han brindado apoyo, alimentación, albergue y asesoría a migrantes para proteger su integridad y garantizar que gocen de sus derechos humanos a su llegada a Costa Rica.
En los flujos migratorios más recientes se observan cada vez más niños y adolescentes, una población que enfrenta un riesgo aún mayor en una ruta migratoria llena de peligros.
Una de las necesidades urgentes es que las agencias de cooperación internacional y los Gobiernos centroamericanos tomen decisiones políticas y asignen recursos que permitan responder adecuadamente a la preocupante situación humanitaria que enfrentan los cientos de miles de migrantes.
Roy Arias, del Servicio Jesuita, mencionó a EFE que es urgente que los Gobiernos de la región latinoamericana también implementen una atención con enfoque de derechos humanos para los migrantes, ya que considera que el enfoque principal está siendo el de seguridad con la participación de las fuerzas policiales.
Arias afirmó que además de los grandes flujos de venezolanos, cubanos y haitianos, en los últimos años se han detectado migrantes de un total de 96 nacionalidades, incluidas personas de Asia, África y Oriente medio, lo que también abre retos culturales y de idioma para su atención.
Estas personas huyen del impacto de la crisis climática, la pobreza, la violencia y otros factores socioeconómicos y políticos, y en su ruta migratoria se enfrentan al riesgo de caer en las manos del crimen organizado en diferentes formas como la trata de personas, la explotación sexual y el narcotráfico, así como el riesgo de ser víctimas de crímenes contra la vida, violencia y agresiones sexuales.
En los últimos meses también se ha detectado el retorno de migrantes que no lograron llegar a Estados Unidos y que están tratando de regresar a sus países utilizando la misma ruta, lo que supone otro gran desafío para la atención de este fenómeno.
Otra de las aristas del trabajo de Oxfam y ECHO es atender situaciones que pueden ser causa de migraciones como lo es la inseguridad alimentaria, problemática que ha ido en aumento en Centroamérica debido a los efectos del fenómeno de El Niño, la inflación en los precios de los alimentos y la falta de programas de protección social por parte de los Estados.
En la región, la iniciativa ofrece transferencias monetarias no condicionadas, monitoreo nutricional infantil y fortalecimiento de las capacidades y liderazgo comunitario.