Dos meses después de haberse iniciado la vacunación contra el coronavirus en California, los latinos están rezagados para obtener la inmunización. EFE/EPA/PETER FOLEY/Archivo

Los Ángeles – Dos meses después de haberse iniciado la vacunación contra el coronavirus en California, los latinos están rezagados para obtener la inmunización pese a constituir la comunidad más devastada por la pandemia con 55 % del total de casos positivos y 46,2% de las muertes relacionadas con la covid-19 en el estado.

“Hemos estado llamando por semanas y tratando en el computador de sacar una cita para mi papá, pero ha sido imposible”, relata a Efe la mexicana Margarita Sánchez, residente de Los Ángeles.

Las vicisitudes de Sánchez para vacunar a su padre de 69 años y minimizar los riesgos de que se pueda enfermar gravemente si contrae el virus se replica en cientos de familias hispanas a lo largo del estado.

Tanto el gobernador de California Gavin Newsom, como las cabezas de las autoridades locales han dicho durante meses que están buscando la equidad en la aplicación de las vacunas y que quieren poner al frente de la línea a los miembros de las comunidades desproporcionadamente perjudicadas.

Pero los últimos datos revelados por el Departamento de Salud de California reflejan que los esfuerzos después de dos meses de vacunación no han dado resultados en la comunidad latina, que pese a representar el 55 % del total de casos positivos solo constituye el 16 % de los vacunados en el estado más poblado de EE.UU. con cerca de 40 millones de residentes, 40% de ellos latinos.

Hasta el martes en el estado se habían aplicado 6.262.781 dosis. Según las estadísticas, los blancos son el grupo que más ha recibido al menos una dosis de la vacuna con el 32,7 %.

Los latinos están en segundo lugar con 16 %, seguidos por los asiáticos americanos con 13 %, mientras los afroamericanos solo han recibido 2,9 % de las vacunas.

California se encuentra en la fase 1B, que permite vacunar a adultos mayores de 65 años, trabajadores de emergencia, campesinos, y trabajadores de la educación y cuidado de niños.

“Mi papá aún trabaja como jardinero, y ahora sus clientes lo están llamando más por lo que el riesgo crece”, advierte Sánchez, que es trabajadora esencial y también espera vacunarse, aunque ve lejana la fecha.

Es consciente de que vive en el condado más poblado del país, donde residen 10 millones de personas y donde se han reportado 1.169.550 casos positivos de covid-19, una tercera parte de los 3.412.057 registrados en el estado hasta este martes.

Las autoridades locales saben del rezago que existe entre latinos y afroamericanos. La semana pasada la directora del Departamento de Salud de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, dijo en conferencia de prensa que «estamos alarmados por la desproporción que estamos viendo entre quienes han recibido la vacuna”.

Y el problema no es exclusivo de Los Ángeles: en la capital del estado, Sacramento, los datos revelan que los blancos parecen estar obteniendo vacunas más rápidamente que los residentes de color.

Aunque las autoridades de salud del condado de Sacramento han advertido que los datos están incompletos, las estadísticas de quienes registraron su raza o etnia reflejan que 36 % de los vacunados son blancos, 12 % asiáticos, 12 % multirraciales, 8 % latinos y 4 % afroamericanos.

En Sacramento los hispanos representan el 24 % de la población de más de 1,5 millones en 2019, según datos del Censo, por lo que los activistas llaman a reducir la brecha.

MIEDO A LA VACUNA

Para Carlos Vaquerano, director de la clínica comunitaria Monseñor Oscar A. Romero, que atiende a la comunidad inmigrante de los sectores de Pico Unión y Boyle Heights en Los Ángeles, los retos para inmunizar a la comunidad latina se multiplican respecto a los blancos.

“La falta de acceso a la tecnología para hacer una cita, la falta de transporte, de información, incluso el miedo, son barreras que tenemos que tumbar para llegar a estas comunidades”, subraya.

Un ejemplo de ese miedo es el que hizo que el padre de la salvadoreña Carolina Vega dejara pasar la cita para vacunarse que logró después de semanas de llamar. El inmigrante de 70 años residente de Palmdale, vecindario del norte del condado de Los Ángeles, tenía que presentarse en el centro de vacunación de Carson, a unas 80 millas (128 kilómetros) de distancia.

“Fue mucho el esfuerzo para conseguir la cita pero le dio miedo y dijo que prefiere esperar a que más gente se vacune para ver las reacciones secundarias. Es una duda válida”, dijo Vega a Efe en medio de la frustración de no poder convencer a su padre de vacunarse.

Conscientes de los obstáculos, las autoridades tanto locales como estatales y federales están abriendo más centros de vacunación en vecindarios de minorías.

Este martes abrieron sus puertas dos supercentros de vacunación administrados por el Gobierno federal en la Universidad Estatal de California en Los Ángeles (Cal State LA) y en el Oakland Coliseum que pretenden ayudar a las comunidades latina y afroamericana respectivamente.

El problema es que las dosis de la vacuna no son suficientes. Incluso la semana pasada el megacentro de vacunación del Dodger Stadium tuvo que cerrar dos días por falta de dosis, al igual que otros centros en el estado.

Al inaugurar el centro en Cal State LA, en el corazón de la comunidad mexicana de Los Ángeles, Newsom se justificó diciendo que se debe ampliar la capacidad para aplicar la vacuna para cuando los envíos aumenten, algo que se espera suceda en las próximas semanas y meses.

“Cuando la oferta sea amplia, podemos actuar de forma rápida y agresiva”, agregó el demócrata.

Sánchez, que es vecina de ese nuevo sitio de vacunación, espera que su padre logre una cita allí.

“Los latinos ya hemos puesto bastantes muertos. Yo tengo varios conocidos que han fallecido y no es justo que sigamos pagando con nuestras vidas por ser pobres”, manifestó.