Bogotá – Salió Lenny Kravitz a Bogotá deseando, como es habitual en él, poder volar como una libélula al ritmo de «Fly away» y se metió en el bolsillo, como era previsible, a un público más joven de lo habitual que se unió a los coros de los temas de su nuevo disco («Raise vibration») y de sus clásicos.
Su receta ya la había explicado unos días antes, mantenerse fiel a su estilo y a quien él es como artista y la puso sobre un escenario que miraban admirados los menores de edad que acudieron al espectáculo.
Ese fue uno de los requisitos que puso el músico neoyorquino de 54 años, que los niños pudieran ir a ver su primer concierto en Colombia en 30 años de carrera.
A la psicodelia entre rock y funk con que abrió el concierto le siguieron clásicos de ritmo más pesado y tradicional como «Dig in» y sus ya tradicionales versiones de «American woman» y «Get up, stand up».
Una ventaja de que los niños se acerquen al rock en estos escenarios: Los más veteranos pudieron explicarles que quien originalmente pedía a esa mujer americana que se alejase de él no era Kravitz, sino el canadiense Burton Cummings al frente de los «The Guess Who».
Ya les tocará a ellos decidir más adelante si creen esa explicación de Cummings acerca de la letra que asegura ser estrictamente hedonista al mejor estilo del rock and roll setentero y no política.
Eso sí, menos dudas debía levantar el clásico de Bob Marley que pedía -y sigue reclamando casi medio siglo después- que te levantes por tus derechos y no te rindas en esa pelea.
Como si se refiriese a sus propios clásicos, Kravitz gritó «It’s enough» para entonar ese tema de su nuevo disco, la excusa que le ha permitido acercarse a Colombia por primera vez.
«It’s enough, it’s enough, it’s enough. In the system, you cannot trust. It’s enough, it’s enough, when the whole wide world is corrupt», cantó Kravitz sobre las tablas de un Movistar Arena que escuchó la faceta más política del estadounidense.
Ni los más milenials pudieron esquivar su reflexión.
Acompañado en el escenario por una banda completa que elogió antes de acudir al concierto y que incluso consideró como uno de los elementos más importantes para que los niños se enganchen a su música.
También fue lo que permitió que los no tan niños se engancharan a sus ritmos ondulantes.
Antes, había parado su concierto para hablar con el público, enarbolar y ondear la bandera de Colombia en la que se envolvió y celebrar su primera y esperada visita al país.
Siempre contracorriente, pidió a una sorprendida audiencia que dejara de grabar con sus teléfonos móviles y solo disfrutara del espectáculo.
Le siguió entonces «Low», uno de los «singles» de su nuevo álbum en el que se multiplica sobre el escenario y tras el que volvió a una retahíla de sus clásicos.
Fueron «It Ain’t Over ‘Til It’s Over» -tal vez de los temas que más le conectan con sus raíces-, «Can’t Get You Off My Mind», «Believe» o «I belong to you», los que le permitieron subir a las tablas parte de su mensaje de amor con una inocencia y pureza casi hippie.
Fue también el mejor momento de la noche para que mezclara su lema de amor con una sensualidad que seduce más allá de las fronteras.
Como si quisiera sumarse a la moda de los corredores, dedicó a sus aficionados «Always on the Run» y «Where Are We Runnin’?» antes de comenzar a poner fin a la noche con «The Chamber» y una «Again» que trae recuerdos incluso a los más alejados de su estilo.
Se retiró del escenario para alargar la expectativa con la clásica espera antes de los manidos bises.
A su regreso y para el jolgorio de aficionados jóvenes y adultos saldó su deuda de ausencia en Colombia con los que tal vez sean sus dos himnos de cabecera «Let Love Rule» y «Are You Gonna Go My Way».
Kravitz, consciente de la pasión del público, alargó los coros de «Let love rule» y, cual trampantojo, acabó cantando entre el público.
Se hermanaron todos los asistentes más allá de la edad, algunos recordando y otros intuyendo lo que quiere decir Kravitz cuando recorre el escenario y asegura que nació «hace largo tiempo» pero en realidad quiere saber si vas a ir por su camino.
Niños, jóvenes y adultos -alguno ya entrado en años- le siguieron sin dudarlo en su camino por la noche bogotana. Resonaba en sus oídos la promesa del estadounidense: «volveremos siempre que sea posible».