La mexicana Dayana Gallegos Castillo, activista de la comunidad muxe, que son indígenas que se identifican con un tercer género, durante una entrevista con EFE este lunes en la Conferencia Internacional de Derechos Humanos, organizada por Madrid Summit en la Casa de América. EFE

Madrid – Activistas LGBT de México, El Salvador y Venezuela expresaron este lunes su preocupación por que el ascenso político de grupos fundamentalistas evangélicos resulte en una pérdida de derechos para la comunidad en América Latina.

En México, la alianza que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho con líderes evangélicos genera dudas en el colectivo LGBT ante posibles políticas que puedan amenazar sus conquistas, indicó Dayana Gallegos, activista indígena y trans.

Uno de los temores, precisó, es que el gobierno otorgue concesiones públicas de radio y televisión a una franja de líderes evangélicos, a quienes López Obrador recibió en el Palacio Nacional.

«Al principio Obrador se veía interesado en apoyar la diversidad sexual, pero ahora esto nos está preocupando un poquito porque se está yendo al lado de la familia ‘tradicional'», dijo Castillo a Efe en la Conferencia Internacional de Derechos Humanos, organizada por Madrid Summit en la Casa de América.

El activista transexual salvadoreño Gabriel Escobar recordó que la fundación «Sí a la vida», que tiene como principal bandera la prohibición del aborto, es una organización que surgió desde las élites en contra de los derechos de la diversidad sexual.

Escobar dijo que es muy pronto para evaluar las políticas del nuevo presidente, Nayib Bukele, sobre el colectivo LGBT.

Aun así, cuestionó que la Secretaría de Inclusión Social, que tenía autonomía institucional, ahora sea parte del Ministerio de Cultura.

«No lo tomamos como una mala señal, pero tampoco una buena. No nos han presentado qué piensan hacer dentro de esta institución. Parte de la militancia, más combativa, cuestiona la capacidad del Ministerio de Cultura de trabajar de forma integral cuestiones de derechos humanos», explicó.

Tamara Adrián, la única diputada trans de la Asamblea Nacional de Venezuela, afirmó que los fundamentalistas religiosos están «calladitos» en su país, no porque estén desmovilizados o no existan, sino porque «no hay políticas públicas» que atiendan la diversidad sexual.

«En Venezuela no hay un plan sexual de salud y sexual reproductiva, la epidemia de VIH es similar a la de los 1980, las muertes por sida llegan a 5.000 por año», dijo.

«No hay métodos anticonceptivos, no se habla de aborto, de derechos LGBT, y en esas condiciones los fundamentalistas no tienen nada que decir», recalcó.

Diputada del partido Voluntad Popular, fundado por el líder de la Asamblea Nacional y presidente encargado reconocido por más de 50 países, Juan Guaidó, Adrián dijo que el colectivo LGBT perdió importancia desde 1998, con el ascenso de Hugo Chavez, que «dio las manos a sectores de la iglesia evangélica».

«Ya en el año 1999, con la Asamblea Constituyente y posteriormente, se produjo un fenómeno de representación de los evangélicos en la política», dijo.

Entre 2005 y 2010 hubo hasta alrededor de un 42 % de diputados de la Asamblea Nacional que se declaraban a la vez chavistas y evangélicos, y esto explica «por qué nunca hubo discusión sobre temas LGBT en Venezuela», aseguró Adrián.

En Brasil, el mayor país de la región, la victoria del presidente Jair Bolsonaro fue impulsada por el apoyo de sectores ligados a las iglesias evangélicas, incluyendo sectores conservadores que tienen como principales banderas la lucha contra los derechos reproductivos de la mujer y a favor del modelo heterosexual de la familia.

El pasado 20 de junio, Bolsonaro fue el primer presidente brasileño en participar en la «Marcha para Jesús», principal evento evangélico de masas del país. «Ustedes fueron decisivos para ayudar a cambiar el destino de Brasil», afirmó.