Fotografía que muestra a un grupo de personas que observan la construcción de un muro de acero en la localidad de Sunland Park, en Nuevo México (México). EFE/Juan Labreche /Archivo

Chicago (IL) – A pesar de los multimillonarios contratos firmados y que la obra avanza a marchas forzadas, las empresas que levantan el ansiado muro fronterizo de Donald Trump no podrán evitar que el presidente electo, Joe Biden, cumpla con su promesa de detener la construcción, según expertos.

Donald Trump hizo de la construcción del muro una de las metas de su administración y, aunque se niega a reconocer la derrota e iniciar la transición, Biden ya trabaja en las medidas que tomará durante sus primeros 100 días de gobierno, que comienzan el 20 de enero de 2021.

Entre ellas figura detener para siempre la confiscación de tierras y la construcción de la valla, aunque, a pesar de los pedidos para que derribe lo ya construido, Biden ha dicho que no desmantelará lo que se ha concretado hasta el momento.

CANCELACIÓN DE CONTRATOS

Son miles de millones de dólares en contratos ya concedidos, pero el gobierno tiene la potestad de terminar esos compromisos en cualquier momento, declaró a Efe el profesor Charles Tiefer, quien enseña contratos públicos en la Universidad de Baltimore.

Explicó que existe una doctrina sobre contratos del gobierno, elaborada por el Congreso, que se llama «terminación por conveniencia», y que le permite dar por finalizado el compromiso y retirarse por la razón que se le ocurra.

«Esto viene del último año de la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno había concedido enormes contratos para la fabricación de tanques, artillería, aviones, barcos de todo tipo y municiones, que finalmente no necesitó», dijo Tiefer.

El contratista es reembolsado por el trabajo realizado, los costos incurridos y las expectativas de lucro.

«Es una transacción que puede ser muy demorada, pero raras veces estos casos llegan a la corte», agregó.

De acuerdo con las más recientes cifras de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, hasta la fecha se han construido o reemplazado 402 millas (643 kilómetros) de cerca a lo largo de la frontera, y se espera llegar a 450 millas (725 km) para finales de año.

PAGOS MILLONARIOS

El proyecto original costaba 15.000 millones de dólares, de los cuales el gobierno consiguió solamente una tercera parte a través de asignaciones del Congreso y fondos que fueron desviados de otros programas, como construcciones militares.

Para los constructores, el gobierno está en su derecho, aunque tendrá que pagar mucho dinero para zafarse del proyecto faraónico de Trump.

Jordan Howard, de la Asociación General de Contratistas de los Estados Unidos (AGC, en inglés), que congrega a 27.000 empresas, dijo a Efe no es usual que un gobierno termine un proyecto federal de esta manera, aunque «resulta más raro» que sea en una escala de miles de millones de dólares.

Howard dijo que los empresarios anticipan un «largo proceso de negociación», pero ven más allá de posibles disputas para cancelar los contratos y confían en que se logrará una compensación justa.

Apenas se anunció que Biden era proyectado como el presidente electo, el presidente de la AGC, Stephen E. Sandherr, emitió una declaración donde manifiesta el deseo de los contratistas de trabajar con el próximo gobierno para «ayudar a elaborar una agenda enfocada en la reconstrucción de la infraestructura del país y la economía nacional».

De todas maneras, hasta que asuma Biden, los planes del actual gobierno en la frontera se mantienen y las cuadrillas continúan dinamitando zonas montañas en el suroeste de Arizona, o confiscando tierras a lo largo del Río Grande, en el sur de Texas.

En el sur de Texas, donde se proyectaron 90 millas de muro en tierras privadas, tres de cada cuatro personas encuestadas por una universidad local rechazan la obra porque la consideran «dispendiosa y una amenaza para el medio ambiente».

Y Biden apuesta además por un «muro virtual» de alta tecnología para garantizar la seguridad fronteriza.

Sin embargo, para Roberto López, organizador comunitario del Proyecto de Derechos Civiles de Texas, esta idea no le tranquiliza mucho, porque esa área ya convive con puestos de control de la Patrulla Fronteriza, el sobrevuelo de drones, globos aeroestáticos de vigilancia y más fuerzas policiales que cualquier otra región del país, con excepción de la capital del país.

«Aunque se detenga el muro, todavía existe la idea de seguridad fronteriza, algo que en mi opinión nos hace menos seguros», concluyó.