Caracas – En su juventud, Eileyn siempre intentó encajar en una estética que la alejaba de su forma de ser, usando maquillaje con tonos claros y alisando su cabello afro, una realidad que cambió en su vida adulta y que la hecho lucir con orgullo su piel oscura por las calles de Venezuela, donde -afirma- existe el racismo.

Eileyn, también conocida como la «Negra Ugueto», ha tenido que enfrentarse al racismo dentro de la escuela, en su antiguo grupo de ballet e, incluso, en su entorno familiar, que comparte su mismo tono de piel.

«En Venezuela sí existe el racismo, sobre todo, el racismo de las mismas personas de la comunidad negra. Lo vivo más en carne propia en mi familia o en las personas con las que siento afinidad, que con personas externas a la comunidad afrodescendiente», contó a EFE.

Ha tenido que lidiar con comentarios sobre su tono de piel, la estética de su cabello porque «no se ve profesional» o por la forma de su nariz.

«Siempre es un rasgo desde lo visual que hace que no encajes, que no está bien y siempre viene de casa. La mayoría de las veces, a mis tías les parece exagerada mi forma de vestir, mi forma de ser, mi cabello y no es porque no me quieran, sino que simplemente tienen en su mente que como yo me veo no está bien y ellas son de mi tono de piel o incluso más oscuras que yo», señaló.

De acuerdo a la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), solo el 4 % de la población venezolana se identifica como negra, lo que para Eileyn es un indicativo de cómo está la «autopercepción» de los ciudadanos.

LOS ESTEREOTIPOS DE BELLEZA

Merlyn Pirela, integrante del colectivo Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, considera que los estereotipos de belleza, marcados en un país que sigue cada año el Miss Venezuela, hacen ver que la «negritud» no es bonita.

«Lo vemos en nuestros medios de comunicación, puedes prender el televisor y ver cuál es la diversidad que encuentras en los medios a nivel fenotípico, no la ves, es como si nosotras y nosotros no existiéramos, porque vivimos en un país donde los patrones de belleza son muy marcados, por el Miss Venezuela y que hay expertos (…) que dicen que la negritud venezolana no es bonita», dijo a EFE.

Pirela sostuvo que hay una «atención diferenciada» en Venezuela basada en el color de la piel de las personas.

También, relató, hay casos de discriminación en locales nocturnos en el este de Caracas que no dejan entrar a personas negras con la excusa de que están incumpliendo el código de vestimenta del lugar.

«Hay un racismo que es el que nos atraviesa que es el racismo estructural, está dentro de las estructuras de una sociedad, de un país que viene dado de ese pasado esclavista que tiene también Venezuela y que de ahí arrastramos toda esa visión y percepción de las personas afro», añadió.

AVANCES Y COSAS POR MEJORAR

Tanto Eileyn Ugueto como Merlyn Pirela consideran que en el país ha habido avances para poder reducir el racismo en Venezuela, como la aprobación de la Ley Orgánica contra la Discriminación Racial.

A juicio de Pirela, esta legislación, aprobada en 2011 y reformada en 2021, era necesaria en el país para poder educar a la población sobre el tema y brindarle protección a todas aquellas personas que puedan ser víctimas de discriminación racial.

Además, existen otras iniciativas para poner sobre la mesa la conversación de los negros en el país, como podcasts o proyectos pedagógicos orientados al estilismo que enseña y promueve el cuidado del cabello afro.

Pirela considera que, para seguir avanzando, es necesario promover iniciativas a nivel audiovisual para mostrar referentes que permita a los más jóvenes identificarse y «crecer felices y libres también».

Por su parte, Eileyn sostiene que hay que trabajar en el auto reconocimiento, porque el venezolano «tiene demasiado de afrodescendiente».

«Creo que muy pocas personas en este país pueden decir que no son afrodescendientes, que yo sea más morena que otras personas no significa que no tengamos las mismas raíces», señaló.

Si esto se lograra, prosiguió, se generaría una empatía que permitiría entender al otro y «dejar de mirarlo como diferente».