El mexicano Mateo Lucas, 30 años participa este lunes en la segunda reunión de la Juventud del Foro Global de Migración en Quito (Ecuador). EFE/Raisa Castro

Quito – Cerca de 70 jóvenes de entre 16 y 30 años de 36 países analizaron este lunes en Quito distintas cuestiones que les atañen en relación a la migración global, con especial énfasis en exigir a los Estados corresponsabilidad y un enfoque de derechos.

La capital ecuatoriana albergó en los últimos dos días la segunda reunión de la Juventud en vísperas de que el martes arranque la XII Cumbre del Foro Global sobre Migración y Desarrollo (FGMD), que abordará diferentes aspectos relativos a los flujos migratorios.

«Muchas de las atenciones que se les da a los emigrantes vienen desde las organizaciones de la sociedad civil, y la exigencia a los Gobiernos es que haya realmente una corresponsabilidad en el deber de atender las migraciones desde un enfoque de derechos humanos», sostiene a Efe el mexicano Mateo Lucas, 30 años.

Este joven oriundo de Tapachula, Chiapas, estado que limita con Guatemala, trabaja en el Centro de Derechos Humanos fray Matías de Córdova, que día a día presta asistencia a emigrantes venidos desde el vecino país, Honduras y El Salvador, así como de África o incluso de la India, explica el líder juvenil.

«Son personas que llegan huyendo de sus países de origen para regularizarse en México u optar a la condición de refugiado», afirma.

Lucas intervino este lunes en una de las cuatro mesas de análisis en las que los jóvenes debatieron cuestiones tan diversas como corredores para garantizar la seguridad en flujos mixtos, narrativas sobre migración, cómo se puede apoyar a los desplazados desde ciudades y puertos, o inclusión social y económica para los migrantes.

Los jóvenes migrantes son unos 64 millones en todo el mundo y representan en torno al 10,4 por ciento del total de esta población, de acuerdo a datos de la ONU.

Y por ello, los jóvenes dirigentes que pueden acceder a este tipo de foros buscan crear y dar a conocer una agenda propia a las autoridades y organismos internacionales.

En una de las discusiones acerca de la narrativa sobre migración, por ejemplo, se analizaban las mismas definiciones de «jóvenes», «migración», cómo deben referirse a la juventud de manera respetuosa con su identidad de género, es decir, sin un artículo determinado previo, o la necesidad de que la sociedad civil trabaje codo con codo con las autoridades.

«Es importante visibilizar no solo la experiencia de los jóvenes, sino también tomarlos en estos espacios de diálogo e incidencia porque también la juventud tiene voz y todo el trayecto de cómo es vivir la migración en carne propia», aclaró Lucas.

Entre los retos comunes de los migrantes jóvenes figuran el de reinsertarse en un contexto con difícil acceso a la educación y al trabajo, así como de poder solicitar refugio o regularizar su situación en el país de destino.

La violencia sexual contra mujeres y niñas las hace más vulnerables en procesos migratorios en los que además sufren «necesidades muy particulares y distintas al correr mucho más riesgo», argumenta Lucas.

La venezolana Greimy Arcila, 30 años, y que reside desde hace dos en Ecuador, destaca la cuestión de la «empleabilidad» como vital para los jóvenes «que ya vienen con una profesión».

«Estamos intentando que la agenda y las narrativas permitan potenciar el terreno del empleo no solo en el país que nos recibe, sino al que tenemos que regresar», apunta esta dirigente que trabaja en el campo de la cooperación internacional y asesora a Estados sobre la implementación de la Agenda 2030.

De vital preocupación es también el acceso a la educación de los jóvenes que emigran, especialmente a la luz de estadísticas que hablan de que 54.000 de los más de 88.000 menores venezolanos en Ecuador están sin escolarizar.

«Es una cuestión de índole psicológico porque cuando los jóvenes están inmersos en esta criminalización por la nacionalidad, se abstienen de formar parte de estos espacios», aclara Arcila, natural del estado venezolano de Falcón.

En el contexto del foro, los jóvenes han elaborado un manifiesto de la juventud que busca su empoderamiento en el análisis del fenómeno migratorio: «Queremos que nos reconozcan que podemos aportarle a los Estados».

El presidente del FGMD, el embajador ecuatoriano Santiago Chávez, ensalza su aportación al debate, si bien argumenta que es «indispensable» en el ámbito de las migraciones encontrar los equilibrios necesarios.

«Es normal y está muy bien que los jóvenes miren el tema de la migración sobre todo desde una perspectiva de respeto y garantía de los derechos. Sin embargo, tenemos que ver otras perspectivas como la de la seguridad», concluye.