Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, se refirió hoy durante la homilía dominical celebrada en la iglesia catedral San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, a los migrantes, el drama humano que pone acento en la inequidad.

– El prelado fustigó la falta de justicia social, por sistemas económicos que carecen de equidad, basados en especulación financiera, haciendo a los pobres más pobres y a los ricos más ricos.

El purpurado quien este domingo cuando se celebra la fiesta de la Sagrada Familia dentro de la octava de la Navidad, cumple 67 años, se refirió al pasaje bíblico donde el ángel se le aparece en sueños a José y le invita a actuar. “Dios no nos envía solo sueños, nos invita a poner manos a la obra para hacer realidad nuestros sueños”, acotó.

Jesús, hijo de emigrantes

Añadió que esas palabras del ángel a San José ponen de relieve el drama humano de la familia de Nazareth que debe huir del país y emigrar como tantas familias hoy en nuestra pobre Honduras.

“El Señor Jesús es hijo también de migrantes, desde niño ha vivido amenazado como tantos niños amenazados hoy por el hambre, por la pobreza, las guerras y los abusos. El Dios que nace en Belén es uno de ellos, un emigrante, no podemos decirle al Señor Jesús tu no conoces nada de los sufrimientos que tenemos los humanos, tomó sobre sí toda nuestra condición humana, menos en el pecado”, apuntó.

Refirió que el ángel le exigió a José en sueño, levántate toma el niño y a tu mujer y huye a Egipto, ya lo había hecho con María al ir a empadronarse a Belén y ahora le toca nuevamente otro camino, un camino difícil. En Belén ya estaba en tierra extraña, se podría pensar que esté contento por poder volver a su pueblo, a Nazareth, pero el ángel del Señor se le aparece otra vez y le invita, toma al niño y a tu mujer y huye a Egipto porque Herodes lo busca para matarlo y quédate allí hasta que yo te avise.

Fue así como San José se levantó y se marchó con el niño y su madre a Egipto, es decir San José pone en práctica una invitación interior, una y otra vez Dios nos dirige esa invitación y nos envía a su ángel y nos dice lo que tenemos que hacer.

Los modernos Herodes

“En medio de las inseguridades de nuestra vida, de nuestra pobre Honduras, tan sometida a la violencia, al crimen organizado, a las muertes cada día, el ángel del Señor o sea la proximidad de Dios en nuestra vida, es nuestro apoyo y tiene que ser nuestra luz”, recalcó.

En ese sentido, Rodríguez se preguntó en qué situación nos encontramos, si nos amenaza algún peligro, qué peligro puede amenazar nuestra vida, qué Herodes atenta contra la vida de tantos seres humanos, por lo que recomendó que necesitamos siempre el discernimiento para caminar en nuestra vida.

Refirió que ayer se celebró la fiesta de los Santos Inocentes, de aquellos niños que dieron su sangre aún sin poder hablar dando testimonio del Señor.

“Cuántos Herodes atentan contra la vida, cuántos siguen matando la inocencia de los niños, cuántos aquellos que no dejan nacer por el aborto, esos son los modernos Herodes y los actuales, aquellos que atentan contra los niños, de esa plaga horrible de la pornografía que usan y abusan de los niños, todo eso es el moderno reino de Herodes”, cuestionó.

Agregó que también al Señor Jesús le tocó vivir en un país extranjero como migrante con todas las penalidades de los que emigran y ese dato del evangelio toma hoy especial relevancia al ver tantos desplazados en el país, tantos que tienen que emigrar para encontrar oportunidades, qué es lo que se le ofrece a la juventud cuando no hay trabajo.

Tal vez ese drama de los desplazados y refugiados es quizá una de las mayores tragedias humanas del mundo de hoy en los países de América Central, pero cuando vemos las emigraciones del norte de África hacia Europa que hoy día rechaza a esos migrantes, y eso amenaza con convertirse en uno de los problemas más explosivos de las próximas décadas.

Refirió que siempre ha habido migraciones, siempre ha habido desplazamientos, pero hoy día cuando el mundo se ha convertido en una aldea global, los flujos migratorios se han hecho gigantes, por la injusticia, por la violencia, por las guerras, por la falta de justicia social, por sistemas económicos que carecen de equidad, basados solamente en especulación financiera, dejando a los pobres más pobres y a los ricos más ricos.

Apostar por la familia

Rodríguez enfatizó que se debe apostar por la familia, la familia como el lugar del amor, de la unidad pues “la familia es fundamental en el crecimiento de las personas, si vemos tanta delincuencia juvenil es porque no tuvieron familia o la familia no los educó, así como la Sagrada Familia educó al niño Jesús. Sin esa experiencia fundamental de la familia, la persona no alcanza la madurez”.

Añadió que la Sagrada Familia de Nazareth es también una mediación para abrirnos a la gran familia humana de los hijos de Dios y como cristianos nuestra familia es toda la humanidad, toda esa red de relaciones que tenemos, nuestra familia es la iglesia, es nuestra parroquia, es nuestra comunidad cristiana y tenemos que compartir más, comunicarnos más, superar nuestras distancias, amarnos y perdonarnos, colaborar para que nuestras comunidades sean masivas.

Pidió a Dios bendecir y permitir construir a la familia hondureña para que aprendamos a respetarnos, a respetar y donar la vida y a asegurar la vida cuidando nuestra casa común pues no es simplemente el problema del calentamiento global, se trata del descuido que hemos hecho de esta casa que el Señor nos entregó, que no hay otra, y ahí debemos asegurarla especialmente para las generaciones futuras, una Honduras mejor.

“No queremos una Honduras dividida, confrontada, enemistada entre nosotros que somos hijos de un mismo Dios, de un mismo Padre y que tenemos que aprender a respetarnos, a amarnos; queremos vivir en paz, queremos vivir felices, queremos que puedan crecer nuestras familias, pero que todas puedan crecer con dignidad, que podamos luchar para que haya trabajo para todos, que se elimine el delito, ese delito horrible de la extorsión”, subrayó.

Apuntó que en unos tiempos fue el secuestro, eso despareció casi totalmente gracias al Señor, pero qué triste que el pobre explote al pobre y estos que no tienen lo necesario para vivir porque también crecieron quizá en la calle, no es justo que quieran explotar al pobre y que nuestro país entienda, si no logramos la justicia social, nunca vamos a tener una paz social.