Oslo – La activista iraquí Nadia Murad y el médico congoleño Denis Mukwege exigieron hoy al recibir el Nobel de la Paz en Oslo el fin de la impunidad de la violencia sexual en conflictos armados y un compromiso internacional para llevarlo a cabo.
Cuando se cumplen 70 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pidieron protección para las minorías y considerar la violencia sexual como abuso de esos derechos, con especial atención a niños y mujeres, «víctimas invisibles del horror de la guerra», en palabras de la presidenta del Comité Nobel Noruego, Berit Reiss-Andersen.
Mukwege y Murad han sido galardonados por visibilizar y combatir la violencia sexual como arma de guerra. El congoleño, por ayudar a las damnificadas del conflicto bélico en su país, y la iraquí, por su condición de víctima y por denunciar públicamente los abusos.
«Los responsables de violencia sexual contra los yazidíes y otras mujeres y niños deben ser perseguidos. Sin justicia, ese genocidio se repetirá contra nosotros y otras comunidades vulnerables», dijo Murad, perteneciente a esa minoría religiosa kurda y que fue secuestrada por el Estado Islámico (EI).
Pese a los esfuerzos en el Congo, la tragedia humana seguirá «si los responsables no son perseguidos», ya que solo la lucha contra la impunidad puede romper la «espiral de violencia», sostuvo Mukwege.
Murad -que perdió a su madre y seis hermanos, historia «similar» a la de cada familia yazidí- denunció que más de 6.500 mujeres y niños de esa minoría fueron vendidos, comprados y sufrieron abusos y que se desconoce el destino de otros 3.000 en manos del EI.
Ni los gobiernos iraquí ni kurdo ni la comunidad internacional han impedido el «genocidio», y pese a la simpatía de varios países, este no paró y la amenaza de la «aniquilación» perdura, afirmó Murad, que recordó que hoy se cumple el primer aniversario de la derrota del EI en Irak.
«No busco más simpatía, quiero que esos sentimientos se traduzcan en acciones», dijo en un discurso en árabe Murad, a la que se le escaparon las lágrimas en varios momentos y que defendió que la comunidad internacional garantice protección a los yazidíes y a otras minorías bajo el amparo de la ONU.
«Es inconcebible que la conciencia de los líderes mundiales no se haya movilizado para liberar a esas mujeres. ¿Y si fueran un acuerdo comercial, un yacimiento petrolero o un cargamento de armas? No se ahorrarían esfuerzos», afirmó Murad, que agradeció al «Land» alemán de Baden-Württemberg la acogida a un millar de refugiados yazidíes.
Mukwege comenzó su discurso, en francés, recordando los ataques dos décadas atrás a su hospital, la «violencia macabra» y las decenas de bebés violados, muestra de un caos «perverso y organizado» que ha resultado en más de seis millones de muertes, cuatro millones de desplazados y cientos de miles de mujeres violadas en el Congo.
La causa fundamental de ese conflicto bélico es la riqueza mineral, aseguró Mukwege, quien recordó que desde coches a joyas y teléfonos móviles contienen minerales extraídos en su país en condiciones «inhumanas» y bajo intimidación y abusos sexuales.
«Los congoleños hemos sido humillados, maltratados y masacrados por más de dos décadas a la vista de la comunidad internacional», afirmó Mukwege, al tiempo que recordaba que un informe sobre crímenes de guerra y violaciones en el Congo de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos «acumula polvo» en un cajón.
El médico congoleño reclamó medidas para compensar a los supervivientes y ayudarlos a iniciar una nueva vida, porque es un «derecho humano», y pidió la creación de un fondo global para indemnizar a las víctimas de violencia sexual en conflictos armados.
En el hospital Panzi (noreste de la República Democrática del Congo), Mukwege ha impulsado un programa que incluye también apoyo psicológico, legal y socioeconómico a las víctimas, pero confesó que solo se puede lograr el éxito si se las escucha.
«Querida Nadia, tu coraje, tu audacia, tu habilidad para darnos esperanza son una fuente de inspiración para el mundo entero y para mí en concreto», declaró Mukwege en una ceremonia que reunió a un millar de personas en al Ayuntamiento de Oslo, presidida por la familia real noruega.
Mukwege y Murad, que suceden en el palmarés del premio a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), compartirán los 9 millones de coronas noruegas (970.000 euros o 1,02 millones de dólares) con que está dotado el premio, al igual que el resto de los Nobel.
A la ceremonia de Oslo seguirá, en el Konserthus de Estocolmo, a las 16.30 hora local (15.30 GMT), la entrega del resto de los premios Nobel.