Cientos de personas entre los que destacan decenas de miembros de la comunidad hispana en Miami celebran la victoria del demócrata Joe Biden como el 46° presidente de los Estados Unidos. EFE/ Giorgio Viera/Archivo

Los Ángeles – La elección presidencial de 2020 en Estados Unidos será recordada por diversas causas, especialmente la extrema polarización del electorado. Pero acaso uno de los aspectos más destacados sea la materialización del largamente previsto papel crucial de los votantes latinos, en particular los jóvenes, en el resultado favorable para el candidato del Partido Demócrata, Joe Biden.

Si bien es innegable que los latinos se hicieron escuchar este año, sus voces no constituyeron un coro armónico; por momentos parecieron más bien un parloteo incomprensible en una fiesta atestada.

De acuerdo con la mayoría de las encuestas, los latinos en general favorecieron a Biden frente al mandatario y candidato republicano, Donald Trump, en una proporción aproximada de dos a uno en las elecciones del 3 de noviembre. Esa relación no difiere mucho de la observada en comicios previos, por lo que no explica por sí misma el papel crucial que los hispanos desempeñaron este año.

Para Matt Barreto, cofundador de Latino Decisions, la clave radica en la participación sin precedentes de los electores latinos en 2020. “Calculo que votaron 16,5 millones de latinos. Eso es mucho más que los casi 13 millones que votaron en (las elecciones presidenciales de) 2016”, expuso.

Otros cálculos ubican la participación latina en un rango de entre 14 y 16 millones (las cifras finales por grupos poblacionales las dará a conocer la Oficina del Censo en algún momento del año próximo), pero la conclusión unánime es que “la afluencia latina (a las urnas) hizo pedazos los récords previos”, como dijo Stephanie Valencia, cofundadora de la encuestadora EquisLabs, especializada en votantes hispanos.

Y los latinos jóvenes contribuyeron a lograr ese hito. De los más de 8,6 millones de latinos que votaron anticipadamente, alrededor de 2,4 millones acudieron a sufragar por primera vez. De ellos,1,7 millones eran jóvenes, más que el triple de la cifra de 2016.

PAPEL DECISIVO

Este entusiasmo fue determinante en la victoria de Biden en estados que el hoy presidente electo logró arrebatar a los republicanos, como Arizona, donde el demócrata obtuvo 49,4 % de los votos por el 49,1 % de Trump, una diferencia de apenas 10.457 sufragios.

«Arizona es sin duda el mejor ejemplo del poder y el impacto del voto latino durante estas elecciones, particularmente el voto de los jóvenes latinos», dijo a Efe después de los comicios Héctor Sánchez, director ejecutivo de Mi Familia Vota, organización que promueve el voto latino.

Muchos de estos jóvenes fueron nuevos votantes, algunos de ellos representando el sentir de sus padres inmigrantes que han sido directamente impactados por las políticas migratorias de la Administración de Donald Trump.

La transformación de Arizona no ocurrió de la noche a la mañana sino que comenzó en 2010 cuando se aprobó la ley estatal SB1070, que criminalizaba a los inmigrantes indocumentados por el mero hecho de estar en el estado.

Muchos de los jóvenes latinos que contribuyeron a pintar de «azul» Arizona eran niños cuando se aprobó la SB1070, pero vieron y han sentido el impacto que ha tenido en sus familias. Otros se convirtieron en activistas y líderes dentro de sus propias comunidades y fueron parte de la maquinaria que impulsó el voto latino en Arizona.

Lo mismo ocurrió en otros estados “campo de batalla” como Pensilvania, Georgia, Wisconsin y Nevada, donde según Barreto, “el crecimiento del voto latino fue mayor que el margen de victoria de Biden”. En otras palabras, esa participación sin precedentes, mayoritariamente favorable al candidato demócrata, fue el factor decisivo.

Las encuestas mostraron que los latinos respondieron positivamente a los mensajes de Biden sobre el coronavirus, la economía y los servicios de salud, en sintonía con sus principales preocupaciones.

PANORAMA ABIGARRADO

Pero al ver con más detalle este panorama general emerge un patrón abigarrado de opiniones que varían dependiendo del país ancestral, religión, género, edad, nivel educativo, ingresos, lugar de residencia, generación, tiempo de vida en Estados Unidos y percepción del propio lugar dentro de la sociedad estadounidense, entre otros factores.

Esta diversidad de posturas rompe el mito del “voto latino”, e incluso cuestiona la existencia de una sola “comunidad latina” monolítica y uniforme.

Aunque los votantes latinos en conjunto apoyaron mayoritariamente a Biden, el presidente Trump tuvo ganancias significativas en áreas hispanas de todo el país, lo que le ayudó a retener los bastiones republicanos de Florida y Texas.

Y los latinos que votaron por el mandatario tampoco lo hicieron por las mismos motivos. Los inmigrantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua o sus descendientes, por ejemplo, respondieron a la propaganda republicana que tachaba a los demócratas de socialistas.

Este mensaje no resuena entre los puertorriqueños, para quienes el tema fundamental es el estatus político de Puerto Rico o las ayudas federales a la isla tras los desastres naturales que sufrió en los últimos años, ni entre la mayoría de los mexicano-estadoundienses, que tienen preocupaciones muy específicas en torno a la política antiinmigrante de Trump.

No obstante, incluso muchos electores de ascendencia mexicana acogieron el mensaje de “ley y orden” del mandatario, o se identifican más con sus posturas conservadoras en temas como el aborto.

En todo caso, estas elecciones demostraron que los latinos son una fuerza a tener el cuenta, y que no se les puede tratar como un bloque homogéneo ni dar por sentado su apoyo.