Medellín (Colombia).- Manrique, el barrio tanguero de Medellín, dejó atrás su pasado violento y exhibe su potencial artístico y cultural en una ruta turística que atraviesa «La 45», bautizada Avenida Carlos Gardel, y transita por su historia con un recorrido por lugares de culto al tango como el Café Alaska y el Museo Casa Gardeliana.

«Por una cabeza» suena en la estación que da la entrada a la experiencia por esta barriada popular y colorida, situada en la Comuna 3, que se aferró a la cultura para liberarse del miedo y de un estigma que se labró entre las décadas de 1980 y 1990, cuando el capo Pablo Escobar imponía su terror.

«Era el nido que nutría de sicarios», cuenta uno de los guías, quien hace alusión a la temida banda La Terraza, nacida en un salón de billares de Manrique, el sector elegido por la plataforma Tras Tus Huellas Medellín, en alianza con 14 organizaciones culturales de la zona, para construir un circuito turístico.

Hoy, bajo la iniciativa «Manrique, del barrio por el mundo», sus laderas narran una transformación atada a procesos artísticos, como sucedió en la Comuna 13. Pero su discurso está escrito con aires de arrabal y tiene a la estatua de Gardel como testigo y punto de encuentro para explorar «La 45», vía que conecta a este barrio con el centro de la ciudad.

«Fue un barrio muy estigmatizado, cuna del sicariato. Cuando la violencia empezó a golpear muy fuerte a este territorio, la respuesta de sus habitantes fue arte y cultura», dice a EFE Humberto Iglesias, líder del proyecto Tras Tus Huellas Medellín.

Diana Londoño, representante de la Corporación Semilla de Esperanzas, una organización comunitaria con «una propuesta para tiempos mejores», cuenta que los habitantes de esta barriada salieron con comparsas y zanqueros para convertir a la calle en su escenario.

«No queríamos tener más miedo. La guerra no nos podía encerrar», comenta.

«LA VIDA ES UNA MILONGA»

Las paredes de Manrique hablan de la fascinación por el tango. «La vida es una milonga», se lee en mural con la imagen de Gardel, quien falleció en 1935 en un accidente aéreo en Medellín, donde aún se le venera como un mito con espacios como el Museo Casa Gardeliana, fundado por el argentino Leonardo Nieto en 1973 y símbolo de una pasión que se respira en Medellín.

«Manrique es un río de la vida, Manrique es un río del amor, Manrique es un potro desbocado», canta el artista Óscar Zuluaga, en un performance que narra pasajes de la vida de «El zorzal criollo» y los entrelaza con los relatos del barrio como parte de un show.

Desde la terraza del Café Alaska, un rincón bohemio y tanguero desde 1937 que también hace parte de la propuesta turística, se escucha un bandoneón como un abrebocas de lo que se vivirá en un lugar dedicado a este género.

«Golondrinas» y «9 de Julio» son interpretados por la joven Viviana Restrepo, docente de bandoneón, quien remarca a EFE que es «algo icónico poder tocar en el barrio más representativo del tango en Medellín», y en un café que «atrapa» a los visitantes con los relatos y un atmósfera porteña matizada por el vigor de Manrique y su gente.

Gustavo Rojas, propietario de Café Alaska, lo describe como un espacio para «tertuliar y rendirle culto al tango», que ha sido foco para referentes de esta música y un imán para extranjeros que visitan la ciudad tras las huellas de Gardel.

«Tengo una colección de 200.000 tangos, quiero difundir esa música para que todo el mundo la disfrute», comenta Rojas, quien explica que al ser Manrique un barrio cercano al centro, «donde se gestó la cultura tanguera en Medellín», los tangos fueron «calando» en sus habitantes.

RUTA CULTURAL Y ARTÍSTICA

La ruta turística «Manrique, del barrio por el mundo», que fue presentada el pasado viernes con un nutrido espectáculo que reunió a todas la expresiones artísticas que confluyen en el barrio, es operada por la fundación Compás Urbano con dos tipos de recorrido: “La historia detrás del Manrique gozador”, con un recorrido por “La 45” acompañado por una comparsa que incluye un show de tango de la organización GotangO, y finaliza con una clase de danza en El Balcón de los Artistas.

“Manrique entre tangos, tertulia y títeres” es la otra propuesta para los visitantes, con un paso por el Teatro de Arlequín y los Juglares y el Café Alaska, además de incluir una clase de danza en la academia Unión Latina.

«Ya era el momento de juntar todas las manos y mostrar nuestra transformación. Manrique es multiculturalidad, es un colorido de bailarines, de teatreros, de poetas, de madres comunitarias que alimentan niños, de líderes culturales que cuidan los espacios”, señala a EFE Luis Fernando García, el alma de la corporación cultural Barrio Comparsa.