Miami – El esquivo sueño del senador Marco Rubio por llegar a la Casa Blanca podría sonreírle esta vez si el expresidente Donald Trump (2017-2021) -quien arrolló al hispano en las primarias republicanas de 2016 cuando aspiraba a la presidencia-, escoge al cubano-estadounidense como su compañero de fórmula para las elecciones de noviembre próximo.
Hoy, convertido en aliado leal e incluso asesor de Trump, quien llegó a ridiculizarlo en 2016 con el mote de ‘Little Marco’ (‘El pequeño Marco’), quizá por su baja estatura, el senador de 53 años e hijo de inmigrantes cubanos cuenta con una muy dilatada trayectoria.
Y todo indica que ambiciona ser vicepresidente en un eventual segundo mandato del expresidente Trump, quien ofrecerá mañana martes un mitin en el club Trump National en Doral -ciudad aledaña a Miami, donde nació Rubio-, donde bien podría anunciar el nombre de su compañero de fórmula y terminar con las especulaciones.
De hecho, Trump, precandidato a las elecciones de noviembre próximo, considera al senador republicano por Florida como uno de los favoritos, según el canal NBC, que cita al menos seis fuentes cercanas a la campaña.
Sin embargo, Rubio tiene entre sus obstáculos que vive en Florida. La Enmienda 12 de la Constitución estadounidense establece que los candidatos a Presidente y Vicepresidente que se postulen en la misma lista no pueden vivir en el mismo estado, y, actualmente, tanto Trump como Rubio tienen su residencia oficial en Miami y Palm Beach, respectivamente.
¿Primer candidato latino a la vicepresidencia?
Si se cumple ese pronóstico, el hijo de una humilde familia de inmigrantes cubanos que llegaron a Estados Unidos durante la dictadura de Fulgencio Batista sería el primer latino en una fórmula presidencial.
De hecho, Rubio es el primero que suena en una campaña republicana, pues ha sido el Partido Demócrata el que ha contado con más posibles opciones latinas para la Vicepresidencia -Henry Cisneros, Bill Richardson, Julian Castro, Thomas Perez-, ninguna de ellas hecha realidad pese al poder del voto latino en el país.
Como prueba de la lealtad de Rubio a Trump, recientemente el senador apoyó la idea de que el Comité Nacional Republicano ayude a pagar las crecientes facturas por abogados en la defensa del expresidente, que afronta cuatro casos penales.
Rubio, que habla español con fluidez, se ha posicionado en el Senado como una destacada voz en política exterior, especialmente sobre Latinoamérica, a través de los diversos e importantes comités que integra, como son el de Inteligencia (del que es vicepresidente) y el de Relaciones Exteriores.
Es también un referente clave para el exilio no solo cubano, sino también venezolano y nicaragüense en la lucha contra el comunismo, lo que le convierte en un legislador republicano con un sólido peso político entre esa comunidad.
Todo esto podría ayudar a Trump a conectar de manera firme con el sentir del votante hispano, sobre todo el de orientación conservadora, y movilizar este decisivo voto en las elecciones.
Antes de que en 2010 fuera arropado por el movimiento ultraconservador ‘Tea Party’, Rubio llegó a impulsar una ley que ofrecía una vía a la ciudadanía para indocumentados, lo que hoy parece no solo desterrado de su ideario político, sino que choca frontalmente con los planes migratorios de Trump.
Trump ha mantenido un discurso de mano dura con la inmigración, haciéndose eco de la estrategia que lo catapultó a la presidencia en 2016 de construir un muro en la frontera con México y tratar de delincuentes y violadores a algunos migrantes mexicanos.
Aunque Rubio tachó en su día de «poco realistas» los planes de Trump de realizar deportaciones masivas, en recientes declaraciones al canal NBC dijo que apoya la promesa de Trump de materializar la mayor deportación masiva de la historia de Estados Unidos.
En cuanto a la llegada de Rubio a la primera línea política, esta no ha estado exenta de polémicas. Aupado por ‘Tea Party’, que le impulsó en su gran salto al Senado, Rubio ha ido evolucionando, sin embargo, hacia posiciones más moderadas y siempre como apasionado defensor del ‘sueño americano’, que él mismo encarna.
Un vínculo de larga data con la formación republicana que comenzó, según aseguró él mismo en su libro ‘Un hijo americano (estadounidense)’, por su admiración por el expresidente Ronald Reagan (1981-1989).
En 2016, en plena campaña, Rubio aseguró que sería presidente o un «ciudadano privado», una previsión que no se cumplió en ningún sentido. Hoy, en su tercer mandato como senador, ese sueño esquivo de llegar a la Casa Blanca parece más favorable.