Maribel Lieberman se instalará en primavera en uno de los locales del último edificio abierto en Brooklyn Navy Yard, el conocido como 77./Mariela Lombard

Tegucigalpa – Maribel Martínez de Lieberman, internacionalmente conocida por ser la fundadora y presidenta de MarieBelle Chocolates, busca extender su marca Brooklyn Navy Yard.

De esta manera los chocolates que fabrica la hondureña en Nueva York, que además se consumen en Japón, Reino Unido y Suiza, ahora podría estar en los paladares de los residentes de Brooklyn Navy Yard.

El Brooklyn Navy Yard es unastillero y complejo industrial ubicado en el noroeste de Brooklyn en la ciudad de Nueva York, Nueva York.

Cabe señalar que no es fácil parala empresaria expandir a otros mercados sus deliciosos chocolates, que son auténticas obras de arte en miniatura, lo que incluye el fino empaque de sus productos.

El hecho de no tener ningún socio le ha impedido a Maribel llegar a otros países de Europa, Asia y América, pero conesfuerzo ahora expande su marca a Brooklyn Navy Yard.

Esta hondureña contó al Diario de Nueva York que no se dedicó a la moda tanto como pensaba sino a aprender a cocinar porque cuando llegó a Nueva York, una de las cosas que le gustó de la ciudad era la gran cantidad de culturas culinarias y las influencias de unas en otras. “Compré libros de recetas y de una forma totalmente autodidacta empecé aexperimentar tipos de comidas”.

“Empecé con mi comida y hacer fusión con otros ingredientes que no tenía idea de cómo sabían. Así empecé mispropias recetas”. Y con un movimiento que mostraba audacia e inocencia casi por partes iguales empezó a cocinar en la cocina de su casa. La sonrisa fácil queprecede a la risa de Lieberman llega cuando cuenta que empezó llevando suspatés a Dean Deluca y mientras los daba a probar a los compradores alguien le preguntó que si hacía caterings para cenas privadas. “Dije que sí”.

Ahí nació su empresa de catering para eventos. Era 1995 y Lieberman dice que tuvo mucho éxito pero reconoce que cuando empezó no se puso ni averiguar lo que necesitaba. “Cuando hice laprimera propuesta de catering no tenía dinero ni para comprar los ingredientes y le pedí el 50% al cliente”, cuenta. Empezó en su casa y así fue creciendo hasta que tuvo que mudarse a una cocina industrial en Tribeca. “Ellos teníantodos los permisos”.

Lieberman no pensó nunca en abrir un restaurante “por qué a mí no me gusta estar cocinando todos los días lo mismo. El catering  permite crear nuevas atmósferas para eventos, nueva comidas y yo soy creativa”.

Después de cinco años y aprender todo lo que se necesitaba para operar un negocio de comidas sobre la marcha decidió abrir una tienda para poner una imagen a su catering. “Lo que más me interesaba era contar las historias de los ingredientes, de dónde venían, eso es lo que me hizo amar la cocina y es lo que quería mostrar a la gente”.

Pero al hacer números para abrir la tienda se dio cuenta que le faltaba un cero crítico. Tenía ahorrados $50,000 y necesitaba medio millón para dar el primer paso.

El chocolate era uno de los ingredientes que iba a incluir en sus planes iniciales y la inversión para centrarse en este ingrediente no era tan grande como para la comida porque la cocina industrial no precisaba tanto. “Y ahí se quedó todo”.

Empezó en octubre de 2000 con una tienda en Nolita que compartía con una amiga diseñadora de gafas. Llamaron a la tienda Lunettes et Chocolat.

“Recibimos mucha y buena prensa porque hice una nota sobre la historia del chocolate que captó la atención”. En ese momento esa zona del bajo Manhattan estaba en su mejor momento de desarrollo y el negocio empezó a ir sobre ruedas hasta que llegó el frenazo del 11S. 

Los cierres de las calles, la situación anímica y de turismo cambió y muchos negocios cerraron en la zona. SoHo, más al sur y más comercial se iba recuperando antes. No obstante, muchos negocio cerraron. Entre ellos una galería de arte en SoHo.

“Decidí tomar el espacio solo para las ventas de Navidad. Lo arreglé lo pinté de azul porque es mi color y pedí prestados unos muebles a una galería de la lado. Todo prestado. Yo vendía los chocolates”. Las cajas, diseñadas por ella, ya tenían el nombre de MarieBelle y le puso ese nombre a la tienda en la calle Broome.

La abrió un 15 de diciembre a las 2.00 pm y a las siete ya tenía $2,000 en la caja de zapatos que usaba para los ingresos. Hoy esa tienda sigue abierta. 

» Me fue bien desde un principio”, asegura. Los chocolates de Marie Belle no son como el resto. Ella quiso poner su creatividad y el arte de su esposo, Jacques Lieberman, en ellos. El problema es que necesitaba muchos colores para plasmar la obra de su esposo en el chocolate y viajó a Suiza, Francia y Bélgica para estudiar cómo hacerlo. Todas las empresas que hacían esas impresiones hacían dos o tres colores como máximo pero una de ellas aceptó el reto planteado por esta hondureña y lo consiguieron. 

Empezó a hacer los bombones en Francia pero cuando llegó el euro subieron los precios y se tuvo que traer la producción a Nueva York en 2004 que ahora tiene en Greenpoint, donde tiene su otra tienda, Cacao Market. Esa fábrica necesita un rediseño y la subida de la renta le hizo considerar alternativas para relocalizar sus operaciones. En abril o mayo abrirá en el antiguo astillero. 

“Nos va muy bien”, explica Lieberman al hablar de una empresa en la que ya trabajan 45 personas y contrata a unas 15 más en la época de fin de año y febrero. En 2012 abrieron Marie Belleen Japón con una licencia. “Desde el primer día tuve muchos clientes japoneses, me presentaron una empresa que quería llevar el producto a Japón y con una licencia lo hemos hecho. Tenemos cuatro tienda y abriremos la quinta en abril en Osaka”. 

Los primeros cinco años fueron difíciles en términos de ganancias y en 2008 le fue mal por el crash pero diceque desde 2011 ha vuelto a tener buenas cifras. Japón le aporta entre el 25% yel 30% de las ventas.

“Es un buen modelo porque ellos compran al mayoreo y me dan royalties y por eso creo que haciendo franchising y yo controlando toda la producción puedo tener un buen modelo”,explica antes de decir que está preparando el manual y la documentación para hacer franquicias en América y Asia.

Tratándose de alguien que empezó casualmente en una tienda ofreciendo patés para degustar, Lieberman dice que ha aprendido mucho por el camino, de los consultores con los que ha trabajado y reconoce que la inocencia abre puertas. “Me ayudó porque no tenía la noción deque me iban a decir que no. Creía mucho en mí, no tuve miedo”.