Fotografía personal sin fecha cedida donde aparece la nicaragüense Martha Chaves. EFE/Martha Chaves /SOLO USO EDITORIAL /NO VENTAS

Toronto (Canadá) – La nicaragüense Marta Chaves, una de las cómicas más conocidas por su mordaz crítica social en Canadá, país al que llegó cuando tenía 17 años, considera que ante el racismo, la discriminación y los bulos de hoy en día «uno no puede ser neutral en estos momentos, si tienes una plataforma para hablar, tenés que hablar».

Destacar como cómica en un país que es la cuna de genios como John Candy, Jim Carrey, Mike Myers, Dan Aykroyd, Catherine O’Hara, Seth Rogen o Martin Short no es fácil. Y hacerlo como inmigrante con un fuerte acento hispano es casi imposible.

Pero eso es precisamente lo que ha logrado Chaves, durante años la cómica por excelencia, que con su acento ha presentado a los canadienses la realidad oculta de miles de inmigrantes, en un país que expresa su orgullo por la acogida de millones de ciudadanos llegados del extranjero.

REINVIDICANDO AL JORNALERO HISPANO

Hace años, antes de que la aparición de la covid-19 destapase las crueles y penosas condiciones en las que trabajan en las explotaciones agrarias decenas de miles de jornaleros llegados de Latinoamérica y el Caribe, Chaves creó un monólogo adaptando un popular trabalenguas entre los niños en Norteamérica.

En su inglés con acento, Chaves recita «Peter Piper Picked a Peck of Pickled Peppers», algo así como «Peter Piper recogió un manojo de pimientos escabechados» que es el equivalente en español al trabalenguas «Pablito clavo un clavito en la calva de un calvito».

«Siendo de Nicaragua, les puedo decir de verdad que Peter Piper nunca recogió pimientos. Era Pedro Pérez el que recogía el manojo de pimientos», indica la cómica a Efe.

Y es que muchos canadienses desconocen que en realidad son jornaleros con apellidos hispanos los que realmente hacen el duro trabajo del campo.

«Uno no puede ser neutral en el momento en que estamos viviendo, si tienes una plataforma para hablar, tenés que hablar. Que sea humor, que sea lo que sea, pero tenés que hablar», reflexiona Chaves.

La trayectoria de la que ha sido catalogada como «la gran dama de la comedia canadiense» por la productora de uno de los principales programas de humor de la radiotelevisión pública canadiense, CBC, esconde inesperados quiebros.

Abandonó Nicaragua y llegó a Canadá cuando tenía 17 años por la situación política en el país centroamericano: sus padres eran dos abogados que trabajaban para el régimen del dictador Anastasio Somoza.

LA CÓMICA Y LAS MONJAS

«Yo iba a un colegio de monjas y ellas de repente decidieron que abandonaban el convento y se unían a la Teología de la Liberación. Eran las monjas de la Asunción y de la Pureza de María -rememora-. Y mis padres que trabajaban para el Gobierno de Somoza, eran gente que tenía horror al comunismo».

«Me acuerdo de que mi madre decía ‘Si el país se vuelve comunista, no vamos a comer carne y los zapatos van a ser duros. Vamos a estar como en Cuba’ ¡El vegetarianismo era una amenaza en mi casa. No vamos a comer carne!», añade entre risas.

Sus padres decidieron mandar a Chaves, con 17 años a estudiar a la Universidad Concordia de Montreal (Canadá).

«Mis padres pensaron que yo me iba a involucrar en eso. Y además, mi mamá leyó mi diario, en el que contaba que había ido a un motel cuando estaba yo en el abecedario del lesbianismo. Y decidieron mandarme a Canadá, a Montreal. ¡Donde hay las mujeres más lindas del mundo! Es como mandarte a Disneylandia para mujeres gay», continúa.

Mientras que sus progenitores huyeron con el resto de la familia a Guatemala, donde su padre murió en 1982 y sus otros parientes se asentaron definitivamente, Chaves continuó sus estudios de inglés, francés y lingüística en Concordia y trabajó en casi cualquier ocupación disponible, desde asistente dental, a traductora para las esposas de los jugadores del equipo de béisbol profesional de Montreal pasando por ujier en un museo.

«Yo lo que quería era hablar bien y así es como terminé como comediante», explica.

En 1993 se subió por primera vez a un escenario en Montreal en uno de los clubes de comedia de la ciudad, conocida por ser la sede del festival cómico Just for Laughs.

En su opinión, ser latina, mujer y lesbiana no le hizo el camino más difícil en el mundo de la comedia: Aunque «hay racismo, sexismo y homofobia en Canadá, no he dejado que me afecten. Si había racismo, yo lo ignoré. Y no me ha impedido estar en los mejores espectáculos y actuar frente al primer ministro», subraya.

Aun así, no fue hasta 2017 cuando Chaves ganó el premio al mejor cómico de stand-up de Canadá.

«¡Y me había nominado 500 veces! Eso no es normal. Y te aseguro que algunos dirán que simplemente se lo dieron porque es latina, porque es mujer y porque es gay. Si no te lo dan es porque no eres suficiente y si te lo dan es por algo», afirma.

LLEVAR LA COMEDIA STAND-UP A GUATEMALA

La voz de Chaves es una constante en la radiotelevisión pública canadiense, CBC, y ha actuado en series de televisión y en películas de Hollywood, como «Down to Earth» (2001), con Chris Rocks, o «John Q» (2002), con Denzel Washington, aunque en papeles limitados.

«Aun en México me harían hacer audiciones de mujer de la limpieza porque soy gordita -sonríe-. O de la jefa del cartel, pero no de protagonista».

En 2005 volvió a Nicaragua por primera vez desde que salió y reconoce que «fue una experiencia difícil».

«No se me ocurrió nada más que meterme con la familia de Ortega. Y empezaron a escribir artículos en los periódicos acerca de qué mala comediante que soy y todo eso. Y eso me dolió. Luego se me pasó pero no tengo a nadie a quien ir a ver. Mi último tío falleció en Nicaragua en julio. Voy a Guatemala, que es donde viven mis hermanos», añade.

No obstante, siempre se identifica como nicaragüense. «Toda mi vida». Y como guatemalteca, porque su madre le gestionó la nacionalidad del país y toda su familia está ahora allí. Además, cada año viaja a Guatemala a visitarlos y ha aprovechado esos viajes para llevar el arte de la comedia stand-up.

«Ahora hay clubes de comedia en Guatemala. Tengo a mis alumnos que ahora enseñan. De repente en el último viaje, ellos ya eran profesores», comenta Chaves, aunque reconoce que es difícil hacer el mismo tipo de humor.

«Allá hay muchísimos más tabúes. ¡Puedes insultar a tanta gente! Ni quiera Dios digas algo del catolicismo en Guatemala. He tenido estudiantes que se han traumatizado por esas cosas», subraya.