Tegucigalpa – Más de 1,6 millones de personas en Honduras padecen una situación de inseguridad alimentaria debido a la pandemia de la COVID-19, un considerable aumento comparado con los menos de un millón antes de la emergencia, alertó este jueves el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
En los últimos meses, en Honduras se reporta «un aumento muy fuerte de la inseguridad alimentaria», dijo el director adjunto del PMA en Tegucigalpa, Etienne Labande, en una entrevista con Efe, vía zoom.
Previa al estallido de la pandemia, en Honduras había «menos de un millón de personas en inseguridad alimentaria severa y moderada», cifra que ha aumentado en los últimos meses a «más 1,6 millones de personas», señaló Labande al citar un informe de la Unidad Técnica de Seguridad Alimentaria Y Nutricional (Utsan).
Aunque no hay estadísticas oficiales, las grandes ciudades de Honduras reportan ahora el mayor número de personas en inseguridad alimentaria debido a que muchos son comerciantes informales y han tenido que paralizar sus actividades por la COVID-19 o fueron despedidos de su trabajo, señaló.
REIINVENTARSE
De nacionalidad francesa, Labande considera que para evitar el contagio es necesario «quedarse en casa», pero eso provoca que la economía se paraliza y perjudica los ingresos de millones de personas.
«Es muy complejo, no es el tipo de emergencia que conocemos, nadie estaba preparado para algo así, entonces tenemos que reinventar las formas de trabajar y ser adaptativos, creativos, para encontrar soluciones, cada entrega de asistencia es un proceso diferente porque depende de la zona», enfatizó.
A la agencia de Naciones Unidas para la alimentación, según Labande, lo que más le preocupa es «el incremento de las personas en inseguridad alimentaria» en Honduras y el tiempo en que esa población tardará en recuperarse.
La falta de alimentos afectará más a los niños en Honduras, donde el 23 % de los menores de 5 años padecen de desnutrición crónica, según datos del PMA.
«No tenemos idea de cuándo vamos a poder regresar a una vida un poco más normal (…), nos preocupa porque cada día que pasa la gente que tenía un poco de ahorro o reservas de alimentos consumen todo y sin ingreso entonces cada día hay más personas que caen en la pobreza», subrayó.
RECUPERARSE ECONÓMICAMENTE
Anunció además que el PMA realizará la próxima semana un estudio en materia alimentaria en Honduras para poder planificar su estrategia de respuesta de emergencia para los próximos meses.
«La respuesta de emergencia es una cosa muy importante, pero ahora tenemos que ver cómo vamos apoyar en el plazo más largo a las personas que van a necesitar apoyo para recuperarse de forma económica», enfatizó Labande, quien destacó que este año Honduras reporta una buena producción agrícola.
Sin embargo, el ejecutivo del PMA aseguró que de poco o nada servirá que el mercado sea abastecido, si las personas no tienen dinero para comprar, por lo que es necesario buscar mecanismos de protección social.
«Tras la intervención de emergencia, hay que buscar como redimensionar los sistemas de protección social para apoyar a esta gente hasta que puedan retomar sus vidas en sus manos y tener sus ingresos para regresar a una vida un poco más normal», enfatizó.
El Programa Mundial de Alimentos espera que Honduras supere el pico de la epidemia de COVID-19 a inicios de agosto próximo, aunque afirma que es necesario mejorar las medidas de bioseguridad para disminuir los contagios.
COMPLEMENTA AYUDA DEL GOBIERNO
El programa de la ONU «complementa» los programas de ayuda que ha puesto en marcha el Gobierno para paliar las consecuencias del confinamiento, señaló.
«Las necesidades son tan largas por lo que tenemos que ver adonde hacer una diferencia», subrayó Labande, quien indicó que el PMA asistirá a 250.000 familias hondureñas inicialmente durante tres meses.
Para atender a esas familias pobres y afectadas por las medidas establecidas para tratar de frenar el coronavirus, la agencia de Naciones Unidas requiere al menos 60 millones de dólares, que por «el momento no tenemos», añadió.
Hasta ahora el PMA cuenta con alrededor de 10 millones de dólares donados por Alemania y Estados Unidos, cuyos fondos son destinados a efectuar transferencias monetarias directas a las familias por tres meses, explicó Labande.
El PMA concluirá esta semana una primera ronda de asistencia a 29.000 familias hondureñas a través de la entrega de raciones de comida, tarjetas de alimentos canjeables en supermercados y transferencias de efectivo para satisfacer las necesidades.
Ajustar los mecanismos de entrega de asistencia al contexto actual es unas de las dificultades del PMA, que ha tenido que echar mano de «medios alternos», como acuerdos con supermercados, para distribuir los alimentos a través de una tarjeta recargable, explicó.
NO ES SUFICIENTE
Sobre los programas de ayuda puestos en marcha por el Estado, Labande indicó que «no es suficiente, es mejor que nada» ante la emergencia que vive el país centroamericano, que ya reporta 542 personas fallecidas y 20.262 contagiadas por la COVID-19.
«No es suficiente, pero no es solo el Gobierno, también todos nosotros, no estamos en una emergencia tradicional, estamos en un contexto donde la emergencia es mundial (…), entonces los países que en tiempos normales contribuyen a una operación de emergencia tienen que cuidar a su población» y después tratar de apoyar a naciones amigas, enfatizó.
El funcionario del PMA destacó que en Honduras hay «un esfuerzo muy bueno de coordinación de la asistencia en el sector de seguridad alimentaria», cuyo grupo es coordinado por el Programa de Alimentos y la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).