Washington – Cuando Martín Martínez era niño, sus padres no podían llevarle demasiado de excursión al bosque. Al “crecer en un hogar quebrado y con muchos problemas”, recuerda las pocas veces que visitó las Montañas de San Gabriel en California como el “único momento” de su niñez donde él y sus padres eran felices.
Como Martínez, muchas personas de origen latino en Estados Unidos siguen sufriendo una desigualdad en el disfrute del aire libre y los recursos públicos y naturales.
Por ello, desde hace casi diez años se celebra en Estados Unidos la Semana de Conservación Latina, durante la cual se organizan actividades gratuitas dirigidas a la comunidad hispana y relacionadas con el ocio al aire libre y la educación sobre la preservación del medio ambiente, como acampadas bajo las estrellas, clases de yoga y proyecciones de películas a la intemperie.
El objetivo de estas acciones, que concluyen el 23 de julio, es “ayudar al hispano y conectarlo con aire limpio y tierras públicas seguras para su recreación”, cuenta a EFE el portavoz del Programa de Conservación de Hispanic Access Foundation, Juan Rosas.
Esta organización creó en 2014 la Semana de Conservación Latina, que al principio contaba con menos de una veintena de eventos, pero que este 2023 plantea más de 250 actividades a lo largo de todo el país.
Datos como los del Servicio de Parques Nacionales confirman esta brecha en el ocio al aire libre entre la comunidad latina frente al resto de la población. Solo el 23 % de los visitantes de los 419 parques nacionales del país son personas de minorías étnicas y raciales.
Esta semana contribuye a que especialmente los jóvenes puedan tener la oportunidad de disfrutar del medio ambiente, puesto que se enfrentan a más dificultades que otros ciudadanos de su misma edad.
“El problema más grande es el tiempo de los papás, que tienen más de un trabajo, llegan cansados y no tienen tiempo de llevar a sus niños a estos lugares”, explica Martínez tras vivirlo en primera persona.
Incluso ir al parque público -aparentemente más accesible- es complicado, ya que algunas plazas están ocupadas por personas sintecho que no tienen dónde ir, un fenómeno notorio en Estados Unidos, señala.
A su vez, Rosas añade que gran parte de los latinos viven en entornos urbanos porque tienen trabajos en ciudades, lo que dificulta aún más su acceso a zonas verdes.
Otro de los puntos desfavorables para la comunidad hispana es el idioma. “La gente latina no va a las montañas ni a los desiertos porque los carteles no están en español”, apunta Martínez. Eso provoca que no sepan que en ciertas localizaciones hay que rellenar un papel para explorar la montaña, por ejemplo.
Esto lo recuerda bien Adriana García, que reconoce que a sus padres “les es más difícil” hacer senderismo por este motivo. De pequeña, cuando aún vivía en México, García disfrutaba de muchos “días de campo”, pero tras emigrar a los ocho años a EE.UU. ya no fue igual.
Los padres de sus entonces compañeros de clase no tenían que hacer los mismos malabares que los suyos con el trabajo.
Sin embargo, ahora García documenta sus excursiones en TikTok y escribe sobre su experiencia en internet con el objetivo de que más mujeres latinas se animen a embarcarse en esta aventura, puesto que para ellas aún es más difícil poder disfrutar del aire libre y los recursos naturales.