Una familia de migrantes sobrevive en una casa alquilada mientras esperan la respuesta de asilo de Estados Unidos, el 16 de septiembre de 2020 en la ciudad de Matamoros, en el estado de Tamaulipas (México). EFE/ Abraham Pineda

Matamoros (México) – Cansados de vivir en un campamento con apenas servicios básicos, migrantes varados en la mexicana Matamoros se alojan ahora en viviendas alquiladas a través de una ONG mientras esperan cruzar la frontera y cumplir su sueño americano.

En estos alojamientos, una alternativa digna después de soportar multitud de inclemencias, vive hoy la mexicana Sandra Ocampo junto a su marido y sus hijos.

Sandra cruzó el río Bravo embarazada y dio a luz a un niño el 23 de agosto en un hospital de Estados Unidos. Pero dos días después fue retornada a México sin conocer su situación legal ni la del pequeño, al que llamó Joshua.

Sentada en el departamento que le ha alquilado la organización Resource Center Matamoros (RCM), organización de Brownsville, Texas, la madre de familia narra que se entregaron a las autoridades migratorias estadounidenses tras decidir dejar el campamento de migrantes de Matamoros.

Por su estado de gravidez fue conducida al hospital y su esposo y sus hijos, con los que llegó hace siete meses a Matamoros huyendo de la violencia en Guerrero -un estado pobre y acechado por el narcotráfico- fueron devueltos por los funcionarios del Gobierno que encabeza Donald Trump.

«En el hospital estuve custodiada todo el tiempo por agentes de migración, después me sacan custodiada directo al centro de detención», declara este lunes a Efe la mujer de 25 años de edad.

SIN SABER

La mujer desconoce si fue deportada porque no le proporcionaron un documento oficial, solamente le tomaron sus huellas y le otorgaron un certificado del recién nacido, al que tampoco le dieron oportunidad de recibir las vacunas y los estudios programados, según cuenta la mexicana.

«Siento que (los oficiales de) migración, no sé, si hayan obligado o forzado al doctor para que me diera de alta porque fue muy precipitado», reafirma la guerrerense, quien lamenta que su hijo no pudo ser vacunado.

Sandra se encuentra confundida, su hijo ya recibe atención medida por parte de organizaciones no gubernamentales, pero no tiene las vacunas y estudios clínicos que se aplican a los neonatos, tampoco ha sido registrado ante la autoridad mexicana.

Situaciones similares, una mezcla de incertidumbre y desesperanza, se repiten en varios puntos de la frontera norte de México.

A través del programa «Remain in México» (Permanecer en México), impuesto hace más de un año por el Gobierno de Estados Unidos, se instauró que miles de personas esperen en varias ciudades fronterizas mexicanas, una situación que se ha recrudecido ahora por la pandemia de coronavirus y el cierre prácticamente total de la frontera.

ALTERNATIVA DIGNA

Pese a las inclemencias vividas, Sandra y su familia estuvieron de suerte en su regreso a Matamoros. Hoy, Joshua duerme en una cuna de la vivienda que les ha proporcionado la ONG, y acaban de recibir un refrigerador.

Además, la familia se perfila para continuar en un programa que ha creado RCM para a buscar la autosuficiencia de los migrantes que están a la espera de asilo de Estados Unidos.

En ese sitio también habitan haitianos y centroamericanos que han decidido abandonar el campamento erigido en las márgenes del río Bravo y compuesto por cientos de personas que han solicitado asistencia en Estados Unidos y ahora forman parte del Protocolo de Protección a Migrantes (MPP).

Ana Torres, hondureña que lleva 1 año y dos meses en Matamoros con su hija y está en etapa de apelación de su caso, optó por dejar el lugar para apegarse a la iniciativa de vivienda temporal para mejorar sus condiciones de vida y pasar de una casa de campaña, en una zona con servicios básicos limitados, a un espacio construido con materiales óptimos.

«Hemos tenido momentos que decimos no nos van a dar chance (oportunidad), pero confío. Puede ser que Dios le toque el corazón a Donald Trump y nos dé chance antes», expresa.

Su esposo ya se encuentra en Estados Unidos, tuvo que «rodear», cruzar sin documentos legales, ella solo espera la reapertura de los cortes para solicitar información de su trámite, de lo contrario, una opción será el ingresar a Estados Unidos por debajo del puente o sobre el muro, reconoce.

AGONIZA EL CAMPAMENTO

El campamento de migrantes, levantado hace más de un año en la línea divisoria entre Matamoros y Brownsville, pudiera tener un futuro nada alentador para los migrantes que siguen a la espera de que la administración estadounidense responda a su solicitud de asilo.

«La situación para las personas ya no es sostenible por más tiempo en el campamento», dice a Efe Gaby Zavala, directora ejecutiva de Resource Center Matamoros.

Añade que la iniciativa consta de aplicar un protocolo a las familias que deseen sumarse al proyecto en el que se contempla la renta de una vivienda por unos meses, vinculación laboral para los migrantes y determinar tras una evaluación si son aptos para independizarse mientras esperan asilo o legalizan su estancia en México.

«El enfoque del programa es para que las personas que están esperando el proceso de asilo puedan salir alquilar y comenzar a convertirse en autosuficientes», insiste.

La esperanza de la activista se encuentra en el proceso electoral que se desarrollará en Estados Unidos que podría favorecer para destrabar la complejidad del tema migratorio que ha empeorado.