México – Miles de migrantes centroamericanos aguardaron hoy en un estadio en el oriente de Ciudad de México, donde afrontan el dilema de pedir refugio ante las autoridades mexicanas o arriesgarse a llegar hasta la frontera estadounidense, donde el Gobierno de Donald Trump les quiere denegar la entrada.
Más de 5.000 personas, en su mayoría hondureñas, han ido llegando desde el pasado domingo a la capital mexicana, donde son ubicadas en carpas y tiendas de campaña en el complejo deportivo Magdalena Mixhuca, se les brinda alimentación, asistencia sanitaria y asesoramiento jurídico.
Entre los migrantes circula la idea de que van a emprender de nuevo su camino hacia Estados Unidos el próximo viernes, cuando los contingentes que se encuentran en el estado de Puebla ya hayan alcanzado Ciudad de México.
Sin embargo, varias asociaciones humanitarias, entre ellas el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), están redoblando los esfuerzos para informar a los migrantes de las dificultades de entrar en Estados Unidos y les aconsejan pedir asilo en México.
«Para quedarme en México, me hubiera quedado en Honduras», dijo contundente a Efe León Rodríguez tras abandonar una carpa de asesoramiento migratorio donde lo advirtieron de «los peligros de la frontera», como la «separación de familias».
Este hondureño, que abandonó su país por «la inseguridad y el mal gobierno» tiene claro, a pesar de las dificultades de la travesía, que «uno sabe a lo que se atiende y el riesgo que corre».
En la fila de reparto de ropa, el también hondureño Francisco Redondo tiene más dudas sobre la llegada a suelo estadounidense porque «dicen las noticias que hay muchos militares en la frontera».
Como al resto de migrantes, le gustaría llegar a Estados Unidos porque «hay mejores oportunidades», pero se ha planteado pedir refugio ante las autoridades mexicanas, aunque todavía no lo ha hecho porque el trámite «tarda hasta uno o dos años».
De todos modos, regresar a su país natal no está de momento en sus planes: «O Estados Unidos o México. La última opción es Honduras», sentencia.
Las autoridades migratorias y las organizaciones civiles informan a los migrantes de que tienen 30 días desde que entraron al territorio mexicano para pedir la condición de refugiado si sufrieron violencia en su país.
Una vez iniciado el trámite, se les brinda un visado de un año por razones humanitarias con el que pueden trabajar en México hasta que se resuelva su solicitud, que en caso de ser denegada podría provocar la deportación.
De la caravana migrante que entró en México el 19 de octubre, los 5.000 que han llegado a la capital han rechazado hasta ahora pedir refugio para poder alcanzar Estados Unidos, mientras que otros 3.000 sí lo hicieron y permanecen retenidos en la frontera sur.
Rosaura Pineda, una anciana hondureña que viaja con ocho familiares, agradeció el apoyo de las autoridades mexicanas en cuanto a comida, ropa y medicamentos, pero no desiste de su sueño de reunirse con su hija que vive en Minnesota.
«No dejan de preocuparnos pero cuando estemos allá será otra cosa. A lo mejor el Gobierno de Estados Unidos cambia de opinión cuando mire a la gente y le acaba tocando el corazoncito», explicó Rosaura, quien se encomendó a «esperar a ver qué dice Dios».
También está pendiente de lo que suceda en la frontera Emilson Manuel Figueroa, quien dejó a sus dos hijos en Honduras para trabajar en Estados Unidos, aunque no descarta quedarse en México si encuentra trabajo en el país latinoamericano.
«Si me dan trabajo aquí me quedo, mejor me quedaría aquí que allá (Honduras), donde no tengo que hacer nada», explica este pintor que huyó de su país por la violencia de las pandillas, que asesinaron a dos de sus primos.
Algunos representantes de los migrantes han pedido reunirse este jueves con el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, antes de sopesar si siguen su camino hacia Estados Unidos.
Desde la capital mexicana, los migrantes se encuentran a 1.200 kilómetros si se dirigen a Texas o a unos 2.800 kilómetros si su objetivo es California.
Mientras tanto, 1.200 migrantes de una segunda caravana hondureña que llegó a México el 29 de octubre siguen avanzando por el sur de México y hoy llegaron a la comunidad de Santo Domingo Ingenio, en el estado de Oaxaca, donde dormirán en el auditorio municipal.
El gobierno oaxaqueño proporcionó alimentos a la caravana y, en coordinación con el sector salud, se brindó atención médica a quienes lo requirieron, pues algunos migrantes padecen enfermedades estomacales, tos, gripe y hasta dengue, de acuerdo con las autoridades.